martes, septiembre 24, 2013

Historias de Medina Sidonia (XII)


Guerrero armado con falcata y escudo oval, relieve de Osuna (entre 300 y 100 a. C.), Museo Arqueológico Nacional (Madrid)

La leyenda de Baucio Caropo (V)

Florián de Ocampo inicia el capítulo XXIX de libro segundo de su crónica refiriendo las primeras incursiones tierra adentro que llevaron a cabo los cartagineses desde Cádiz y la resistencia a las mismas capitaneada por la ciudad de Turdeto. Pedro de Medina prácticamente calca estas palabras aunque introduce una notable diferencia con su fuente: el protagonismo en la revuelta corresponde no a la ciudad de Turdeto sino a Sidón (Medina Sidonia).

OCAMPO.- Passada la flota cartaginesa desde Cáliz enlo firme del Andaluzia: hechos algunos saltos y robos, primero porlas marinas, y despues algo mas dentro porla comarca segun/ ya contamos (…)(1)

MEDINA.- Desta ciudad dizen las coronicas, que viniendo a Cadiz cierta flota de Cartagineses, y auiendo hecho algunos saltos y robos en los Andaluzes Turdetanos. Primero por la costa de la mar: y despues algo mas adentro por la comarca de la tierra (…)

OCAMPO.- Començaron muchos lugares à se reçelar, y basteçer, y pertrechar contra sus dañadores: particularmente los vezinos dela çiudad de Turdeto, de quen ya tenemos escrito: los quales, con mucho mas poder y mas diligençia que ninguno de los otros pueblos, se pusieron à punto no solo para resistir les, sino tanbien para los ofender si dañassen alguna cosa de su çiudad/ acaudillaron otrosi la gente comarcana, señalando por capitanes y quadrilleros entre si personas que tuuiessen cargo del negoçio (…)

MEDINA.- Començaron algunos pueblos a se bastecer contra sus dañadores. Particularmente los vezinos de la ciudad de Sidon: los quales con mucho mas poder y mayor diligencia que ninguno de los otros pueblo se pusieron a punto, no solo para resistir los enemigos sino tambien para los ofender y acaudillaron las gentes comarcanas: señalando por capitanes y quadrilleros personas que tuviessen cargo del negocio (…)

Sobre Turdeto decía Ocampo en el capítulo XXIV del mismo libro segundo que se encontraba entre Jerez y Arcos, por lo que en modo alguno puede identificarse con Medina Sidonia:

(…) la villa nonbrada Turdéto que, por estos dias, era cabeça de todo lo mejor delas gentes andaluzas: y, al dicho de sus naturales della, fue la primera y mas antigua de quantas en aquella tierra se poblaron. Esta, segun las señas que de su sitio pone Juliano luca diacono/ solia ser, todos los dias que por alli durò, enel medio camino que yua entre dos villas nonbradas en su tiempo Cesáriano y Arcobriga/ que son agora, ciertamente, Xeréz dela frontera y Arcos, mucho conosçidas y sabidas en el Andaluzia, desuiadas çinco leguas la vna dela otra. puesto que, como el mesmo Juliano confiessa, la poblacion Cesariána no era fundada quando los feniçes de Tyro y Sidon quisieron sojuzgar à Turdéto, pero çertifica que Turdéto y Arcobriga cayan muy cercanas al magnifico tenplo y àla gran çiudad que los feniçes y sus allegados los de Cáliz alli posseyan: desde la qual obrauan todas aquellas demasias y desafueros.

Y en el capítulo siguiente identifica Medina Sidonia con la Sidón donde los fenicios habían construido su gran templo en el interior de la provincia, por lo que en modo alguno podía ser al mismo tiempo la capitana de la revuelta contra los cartagineses.

(…) porque, verdaderamente, lo prinçipal de su (de los fenicios) defensa fue la grandeza de su çiudad y del tenplo que tenian dentro dela prouinçia, tan basteçida con gentes: y tan guardados y proueydos, que por esta sola causa fueron sienpre reçelados delos españoles comarcanos/ y quienquiera bastaua para conosçer, que ni los vnos ni los otros quedárian jamas en reposo, conseruando los feniçes aquellas dos fuerças en tanta magnifiçençia. por lo qual, se determinaron los andaluzaes ò morir ò destruyr los. y pusieron enello tal vehemençia, con tata perseuerançia de les conbatir y de tener los çercados, que paresçiendo inpossible fatigar vna cosa tan fuerte y tan reparada, no siendo por aquellos dias, ellos ni las otras gentes Españolas, diestros en poner çercos ni reales, ni en otros primores de guerra que fuera menester en tal caso/ finalmente la ciudad fue ganada por fuerça de peleas: y todos quantos enella hallaron puestos à cuchillo, donde murio mucha parte dela gente de Cáliz, y de los griegos que los dias antes sele juntaron. Los edificios y muros dela çiudad y su tenplo fueron derrocados por los çimientos, que casi no dexaron señal dellos/ por tal arte y manera, que nunca despues aquel pueblo se pudo restituyr en aquella grandeza que primero tuuo: ni biuieron moradores enel hasta que, como dize Hali alcatin enel preanbulo del tratado que conpuso delos reloges del sol, muchos siglos despues vinieron en España los alarabes y moros africanos: y segun alli cuenta, restauraron y poblaron de nueuo la çiudad que los de Cáliz y los feniçes antiguos de Tyro y Sidon sus confederados huuieron otro tiempo çimentado sobre la tierra firme de España: la qual dize que sus moros tornaron à llamar por el apellido viejo que los mesmos feniçes le tenian puesto quando su prosperidad. Dize mas, que dado que Tyro enla sazon que la sobredicha çiudad española se fundò, floresçiesse mucho sobre los pueblos orientales: y con justa razon esta çiudad se pudiera llamar del mesmo nombre que Tyro, quisieron mas los feniçes dar le la nonbradia de Sidon, por memoria de Sidon ciudad antigua de Suria, donde proçedieron y fueron naturales los mas de los feniçes que fundaron à Tyro quando se juntaron conlos eritreos que vinieron del mar bermejo, conforme à lo que ya declaramos enlos treinta y vn capitulos del primer libro. Segun estas señas, perteneçientes al tal apellido, junto conlas otras que Juliano diacono puso de su lugar y fundaçion enel fin del capitulo passado, notoriamente paresçe ser aquel pueblo tan famoso delos feniçes enla mesma parte que hallamos agora la villa de Medina sidonia, mucho conosçida y notable entre las honrradas del Andaluzia, çerca delas comarcas de Cáliz, apartada dela marina por lo menos lexos quatro leguas: y çinco dela villa de Arcos, que le cae contra setentrion metida mas enla tierra: y otras çinco de Xeréz llamado dela frontera que tanbien le viene por oçidente, con mas tres leguas pequeñas à leuante donde viene Alcala delos gazules/ que son todos lugares prinçipales de la prouinçia. Mucho quisiera yo que los autores aquien en esta parte sigo declararan alo largo la manera que los andaluzes tuuieron en este trançe, y los conbates que dieron àla ciudad y su tenplo, y las yndustrias que buscaron para los entrar, y los hechos particulares que todos aquellos tienpos acaesçerian: pero no puedo decir mas delo que me dizen, ni poner sino lo que hallo puesto. y aun sabe dios como y quan a pedaços recoligido: porque ya que algunos historiadores nuestros hablan algo eneste caso, van tan cortos en ello, que lo paresçen rehusar, ò que no saben contar lo, no lo meresçiendo cierto la hazaña segun fue notable y señalada. mas es nos forçado pasar en ello conesta falta, para que la cronica vaya de qualquier manera seguida, y proçeda sienpre adelante por la orden de sus tienpos.

Dejemos ahora de lado que las fuentes de Florián de Ocampo, Juliano Luca y Alí Alcatín, no sean más que puros inventos; y que en la inexistente obra de este último Medina Sidonia fuese “refundada” por los árabes, y se olvidase la historia romana de Asido; o que Ocampo llame a Medina Sidonia “villa”, cuando en su tiempo ya era “ciudad”. Lo que nos interesa comentar es que su crónica dejaba claro que Medina Sidonia y Turdeto eran lugares distintos, y que si Pedro de Medina las identificó o bien concedió a Medina Sidonia lugar preeminente en la revuelta contra los cartagineses lo hizo llevado por el amor patrio o bien quiso ennoblecer desde sus comienzos la historia de la ciudad, cabecera de los estados de sus protectores los duques de Medina Sidonia. 

(1) Ocampo había tratado sobre la llegada de los cartagineses a Cádiz en el capítulo XXVIII, donde cuenta cómo los fenicios y habitantes de Cádiz, viéndose vencidos por los españoles, enviaron mensajeros a Cartago pidiéndole socorros ya que su metrópoli, la ciudad de Tiro, había sucumbido ante una revuelta de esclavos.
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