miércoles, junio 26, 2013

Medina Sidonia en la Guerra de la Independencia (XLI)

El resguardo de tabacos, Francisco de Goya (1779-1780), Museo del Prado
"Un patriota y un traidor"


Con la retirada de las tropas francesas de Andalucía en septiembre de 1812, el nuevo gobierno español puso en práctica las medidas conducentes a clarificar la conducta de todos aquellos que habían desempeñado cargos públicos durante la ocupación. Se iniciaron entonces los procesos judiciales denominados "purificaciones", y todos los empleados públicos debieron justificar su proceder si querían ser rehabilitados en sus empleos. Traemos a colación el caso del cabo agregado del Resguardo de Rentas Antonio Pérez Olmedo quien, tal día como hoy, hace doscientos años, remitía una instancia al Ayuntamiento de Medina Sidonia explicando por qué no se encontraba en ese momento realizando su trabajo y cómo había sufrido prisión por ayudar a las tropas españolas del general Begines de los Ríos que habían ocupado Medina Sidonia en el asalto que había tenido lugar a finales de enero de 1811. Los datos que consignamos están extraídos de la documentación existente en el Archivo Municipal de Medina Sidonia y fueron sacados a la luz en nuestro libro Medina Sidonia durante la Guerra de la Independencia (1808-1814). Recordemos que la Administración de Rentas Reales contaba en Medina antes de la ocupación con una dotación de ese resguardo destinada básicamente a evitar el contrabando de las rentas estancadas (tabaco, sal) y a controlar las compraventas que estaban gravadas. Eran hombres a pie y a caballo que podían hacer uso de las armas.  Antonio Pérez Olmedo era cabo agregado de a pie.

Pues bien, he aquí la declaración de Olmedo, que presumía que tenía algún enemigo en la ciudad conspirando en su contra. En ella se revela inquietante la figura del confidente de los franceses Juan Peregil.  

Manifiesto que hace don Antonio Pérez Olmedo por si acaso se presentase un papel de su letra porque, aunque jamás en esa ciudad ha tenido lo más mínimo con persona alguna, sabe que tiene un émulo.
En 2 de febrero de 1811 fue preso el citado Olmedo por el Gobierno Francés y puesto en un encierro en la cárcel pública de Medina por haberle justificado que, en la entrada que hizo Begines en dicha ciudad, dio armas y municiones a Juan Vaca y Juan Pérez, el primero lo tiene declarado en la justificación que hizo el Olmedo y al mismo tiempo el haber este dicho aquel día que no era tiempo de contemplaciones ni ocultar franceses.
Que viéndome padecer en un encierro, sin favor de persona alguna y con recelos de perder la vida, tuve que valerme del mayor enemigo que teníamos, que era Juan Peregil. A éste, con el motivo de ser el mayor confidente del general y comandante francés y tener la comisión de visitar a menudo los presos de ellos, lo catequicé y, haciéndome amigo suyo con ofrecimientos de alguna gratificación, le dije que se interesase con ambos para lograr la libertad que deseaba y escapar de lo que me temía. Dijo que lo haría, y a los tres días volvió diciendo: “Amigo mío, mucho trabajo me ha costado porque el comandante quería pasar a usted por las armas, pero con el motivo de haber usted servido de visitador en Alcalá, no sólo le he libertado la vida sino es salir mañana con una tramoya mía”. Y, aunque le rogué que me la dijese, no quiso declararla.
A las 24 horas volvió con un ayudante y me puso en libertad, fuime a mi casa y al siguiente día se arrojó a ella con tres granaderos franceses y un sargento, y me condujo en casa del comandante. Cuando llegamos a su presencia dijo en alta voz: “Señor comandante, aquí tiene usted el visitador que fue de Alcalá, a quien usted ha perdonado mediante a que, por haber servido allí, será muy útil para celar la entrada de los “briganes”, los espías y los malhechores, porque debe conocer a aquella gente y encargarse de las puertas con su ronda y compañeros como está dispuesto”. Yo me sorprendí al oír estas proposiciones y, en este estado, sacó el comandante un papel tan mal escrito que apenas se podía leer, me lo entregó y me dijo que lo copiase bien y que lo firmase (que no me acuerdo por la turbación si lo hice), y que me pusiese yo en la Puerta de Alcalá; don Miguel del Valle, en la de Chiclana; y don Carlos Manin, en la de Arcos o Paterna; que lo notase como oferta mía pues, para lograr mi indulto, así se lo había expuesto al general. No tuve otro remedio más que obedecer porque, aunque quise eximirme diciendo que la ronda no tenía más que tres dependientes, que no era fuerza suficiente para emprender cosa alguna respondió Peregil: “Ya yo he dicho al señor comandante que se tomará auxilio de tropa para patrullar por el pueblo”.
Póngase cualquier hombre sensato en mi lugar, acabado de salir de una prisión, puesto delante del que quería juzgar mi vida, a la vista de un atizador infernal que sólo deseaba lograr el proyecto suyo para verificar mi absolución, no por caridad sino por ostentar el favor que tenía y recoger lo que le prometí…, y pregunto qué haría más que obedecer como ellos quisiesen. Así lo hice, aunque con propósito de no hacer nada luego que escapase de las garras del león, que aún no me había soltado aunque estaba fuera de la prisión. Se verificó mi propósito, primero en buscar a don Bartolomé Peñuela para que, como comisario de policía, no hiciese uso del papel ni del proyecto, pero fue tan pronta su eficacia que inmediatamante se lo hizo saber a Manin dejándole el papel, que yo quería quemar. Le mostré el sentimiento que tenía de que lo hubiese mostrado ni menos soltado, pues preveía lo que ahora me dicen. Se verificó también el ánimo resuelto de no ejecutar nada de lo mismo que yo escribí en que a los pocos días me trasladé a Alcalá, donde permanecí muchos meses y no volví a Medina hasta que mudaron al comandante, que más de una vez procuró por mí.
Creo son estas pruebas de que no fue ni proyecto ni parto mío, sí sólo una condescendencia para escapar del riesgo que me amenazaba, y sobre todo no hay más que volver la vista a mi comportamiento. ¿Quién me ha visto emplearme en diligencias de los franceses? Yo ni he recogido harina ni granos ni contribuciones ni he hecho prisiones ni decomisos, ni aun en mi peculiar instituto he hecho nada que pudiese resultar en beneficio de los enemigos. Y con todo este comportamiento ha podido más un papel formado por la violencia que mi desinterés ni el no agraviar ni a una sola persona del pueblo, siendo esto tan notorio que permito me saquen los ojos si hay uno que con verdad diga le he hecho el menor daño, la más mínima incomodidad ni por ello me hayan dado la más mínima recompensa.



Autógrafo del declarante

La noticia de la prisión de Antonio Pérez Olmedo la conocemos también por un escrito remitido el 8 de febrero de 1811 al corregidor de Medina Sidonia por el capitán Varin, extracto de la sentencia de un juicio realizado por una comisión militar el 6 de ese mismo mes, enviado desde Chiclana por el general Cassagne, comandante del Cuerpo de Observación, en virtud de órdenes del Duque de Bellune. En él se dice:

La Comisión ha condenado por unanimidad a pena de muerte al nombrado Antonio García, y a la reclusión a José Pacheco y Manuel González; a 15 días de prisión y a sufrir vigilancia a Juan Piña y Vicente [Mo…]; a un mes de prisión a Antonio Pérez Olmedo; y a ser puesto en vigilancia de la autoridad civil a Pedro Marchante y Diego Mora. Ha puesto en libertad a Pedro García. La Comisión ha ordenado además que los culpables sean condenados a pagar las costas del procedimiento. En consecuencia, señor, le ruego que dé órdenes para que los condenados acudan a pagar, en el plazo de  24 horas, 90 francos.

El 12 de noviembre de 1813 el Ayuntamiento de Medina Sidonia solicitaba al Gobierno Constitucional la rehabilitación de don Antonio Pérez Olmedo, que fue comunicada el 24 de febrero de 1814.

martes, junio 25, 2013

Leandro y Hero



Hero y Leandro, William Etty (1828-1829), Colección privada. Imagen tomada de http://commons.wikimedia.org

         

        Soneto XXIX

            Garcilaso de la Vega

  Pasando el mar Leandro el animoso, 
en amoroso fuego todo ardiendo, 
esforzó el viento, y fuese embraveciendo
el agua con un ímpetu furioso.

  Vencido del trabajo presuroso, 
contrastar a las ondas no pudiendo, 
y más del bien que allí perdía muriendo, 
que de su propia vida congojoso, 

  como pudo, esforzó su voz cansada, 
y a las ondas habló desta manera 
(mas nunca fue su voz de ellas oída):

   "Ondas, pues no se escusa que yo muera, 
dejadme allá llegar, y a la tornada 
vuestro furor esecutá en mi vida".

martes, junio 18, 2013

Thebussem (XLVI)

Imagen actual de la ermita de los Santos Mártires. Iglesia mudéjar, nártex y dependencias adosadas
"Iglesia visigótica", un artículo poco conocido dedicado a la ermita de los Santos Mártires de Medina Sidonia (IV)

Usted conoce el mérito y las virtudes del actual obispo de Cádiz, fray Félix de Arriete y Llanos,(1) y sabe que es de aquellas pocas personas para las cuales apenas hay palabras con que elogiar su valía. Yo he sido testigo de su modo de visitar la diócesis, de la manera patriarcal con que cumple las disposiciones del Concilio tridentino prout locus, tempus et occasio, y de aquella constancia en el trabajo que hace creer que al Obispo de Cádiz le es desconocida la significación de la palabra descanso.

Hace tres años que manifestó deseos de que no se viniese a tierra la ruinosa ermita de los Santos, y proyectó su reedificación, sin contar con más caudal que el caudal de su buen deseo, de su celo y de su constancia. Y es caso raro a mi parecer, señor don Aureliano, que en los años de 1869 y 1870, cuando tan lista y eficaz andaba en España la piqueta de los cobardes, soeces y estúpidos vándalos del siglo XIX para demoler monumentos artísticos, es caso raro, repito, que en dicho período haya tenido principio y fin la reparación del histórico templo de que me ocupo. Dado el impulso por el Obispo, apoyado por los señores curas medineses Pelufo y Corral y por el activo sacerdote don Juan Callealta, no faltaron limosnas y donativos de diferentes personas, y en especial del opulento labrador Martínez-Enrile,(2) con las cuales se ha conseguido terminar casi por completo la obra. Esta se ha verificado con inteligencia y acierto, y debo decir a Vm., por si le parece digno de hacerlo llegar a la Real Academia de la Historia, que han sido prolija y escrupulosamente separadas las repetidas costras de cal que cubrían las antiguas piedras, lápidas y columnas, y que las primitivas edificaciones del siglo VII se han restaurado con gran esmero y solamente en la parte indispensable para evitar su ruina, dejándoles air de vetusté y libertándolas del jalbegue que tanto enamora y cautiva los ojos de los andaluces; siendo todo ello debido a las disposiciones y especial encargo del Prelado, en quien corren parejos los sentimientos caritativos y religiosos con los históricos y con los artísticos.

El obispo Félix María de Arriete. Imagen tomada de http://liturgia.mforos.com/1699103/8007231-el-solideo/
Solicitó de Su Santidad indulgencias para los fieles que concurriesen a la inauguración de la ermita después de reparada, y las obtuvo por especial rescripto de Pío IX, dado en Roma el 28 de julio último.

En 8 del presente septiembre tuvo efecto la peregrinación al santuario; predicó el Obispo de Cádiz bajo la bóveda del cielo sirviéndole de púlpito una colina, y concurrieron miles de personas a esta romería, que duró desde el amanecer hasta bien entrada la noche. La descripción del entusiasmo de los asistentes, de lo pintoresco del sitio, de las tiendas de campaña con formas diversas en que el público se alojaba, la belleza y chiste de las andaluzas y el ruido y la animación que allí reinaron, sin la más leve sombra de profanación ni de desorden, resultaría agradable a trazarlo una pluma fina y discreta. La mía, y basta para prueba con lo que llevo escrito, es de ganso, y apenas si le quedan fuerzas para añadir a la presente misiva las seguridades de amistad, de gratitud y de cariño que a Vm. profesa

EL DOCTOR THEBUSSEM,

 Medina Sidonia, 15 de septiembre de 1871 años.


NOTAS DEL EDITOR
(1)  Félix María de Arriete y Llanos nació en Cádiz en 1811 y falleció en Chiclana de la Frontera en 1879. Ordenado sacerdote en abril de 1835 como fraile capuchino, fue destinado al convento de Écija, que hubo de abandonar por la Desamortización de Mendizábal. Volvió entonces a Cádiz, donde ejerció su ministerio en la Santa Cueva y en la iglesia de Santiago. Trasladado a Málaga en 1851, fue propuesto para arzobispo de Santiago de Cuba, cargo que no aceptó. Se consagró obispo de Cádiz y Ceuta en 1864 en el Palacio de Oriente de Madrid, siendo apadrinado por Alfonso XII, y en presencia del nuncio de Su Santidad. Durante su obispado se realizó, en 1866, el tabernáculo de la catedral de Cádiz. Permaneció en la ciudad durante los momentos más críticos de la campaña anticlerical del cantón y después del alzamiento republicano  abrió una suscripción popular para ayudar a los heridos de guerra. Tras serle admitida la renuncia a su cargo, se estableció en Chiclana, donde continuó su labor pastoral. En Medina Sidonia llevó durante muchos años su nombre la conocida popularmente como calle de La Loba.
(2)  Jerónimo Martínez-Enrile, agricultor y ganadero, fue comisario regio de agricultura de la provincia de Cádiz. Sus explotaciones alcanzaban las 6.500 hectáreas. Casado con doña Francisca Velázquez, viuda del también ganadero Domingo Varela, sus reses se lidiaron en Sevilla y Madrid. Era sobrino del vicario Francisco Martínez y Delgado, y dispuso en su testamento que su hijo Joaquín se encargara de la edición de la Historia de Medina que su tío había dejado manuscrita.

Imagen actual de la ermita de los Santos Mártires. Torre y edificación visigoda 

martes, junio 11, 2013

Thebussem (XLV)


Inscripción latina en el actual dintel de la puerta de la sacristía. Foto J. Romero

"Iglesia visigótica", un artículo poco conocido dedicado a la ermita de los Santos Mártires de Medina Sidonia (III)

Constituye el dintel de la puerta de ingreso a la sacristía una piedra con ciertas letras que se han resistido hasta hoy a la perspicacia de los más hábiles epigrafistas. Diré a Vm. mis diligencias para aclarar este asunto.

En la Biblioteca Nacional de Madrid (Cc-46-P-193) se halla un MS, sin fecha, de letra del siglo XVII, que lleva este título(1)

De como la ciudad de medina sidonia
invoca y tiene por su patron particular
al apostol santiago (estrella, honor y
defensa de españa) desde 300 años a esta
parte, y se funda en la historia siguiente.

Refiere el papel la aparición del Apóstol saliendo de las almenas de la torre de los Santos para defender a una mujer acometida por los moros, y añade que “desde aquel dia los pobladores del castillo de Medina invocaban por su patron al santo apostol, y con más devocion veneraban por iglesia de cristianos la que antes juzgaban ser torre edificio de romanos, por estas letras que tiene en su portada de ninguno hasta oy entendidas:

LEPERORE VOMIT SED SACR

é intitularonla ermita de santiago del camino, por estar en el que va de sevilla a gybraltar”.

Consultado Velázquez en su viaje de 1753,(2) y el Anónimo del siglo XVII,(3) hallamos que uno y otro citan, pero no traducen, la dicha inscripción. En el año pasado de 1860 tuve la satisfacción de conocer y de acompañar en Medina Sidonia al doctísimo prusiano Emilio Hübner,(4) versado e inteligente como pocos en epigrafía, puesto que el objeto de su viaje era rectificar todas las antiguas inscripciones de Andalucía para la obra monumental que luego publicó el Instituto Arqueológico de Berlín, por orden y a expensas del todopoderoso Rey de Prusia, bajo el título de Inscriptiones Hispaniae latinae consilio et auctoritate Academiae litterarum regiae Borusicae edidit Aemilius Hübner…, Berolini apud Georgium Reimerum 1869.
File:Hubner p.jpg
El profesor Emil Hübner, wikipedia.org/wiki/Emil_Hübner

Pues bien, amigo mío, Hübner me dijo que no entendía ni una palabra de la inscripción, pero tomó copia de ella y ofreció enviarme noticias desde Berlín.(5) Como éstas no vinieron, me figuro que allí no lograron comprender el sentido de la leyenda de la ermita de los Santos. Recurrí entonces a la reconocida ilustración de Vm. acompañándole un calco de la piedra, y Vm. me contestó que había sido inútil su discurso para descifrarla, y que pensaba apelar al sabio Juan Bautista Rossi,(6) que era el Edipo de los monumentos cristianos, por si éste lograba desatar el enigma.

No sé si contribuirá a esclarecerlo o a enturbiarlo la circunstancia de que en el mes de agosto de 1871 se halló empotrado en uno de los muros de la ermita un fragmento de piedra de calidad semejante a la que nos ocupa, y en la cual parecer leerse con idéntica forma y tamaño de letra

CERACER.(7)

Tales son los pasos dados hasta hoy, lo que yo pueda averiguar no será Vm. el último en saberlo.

Por dos razones no he citado en esta disquisición al vicario D. Francisco Martínez García (Historia de Medina Sidonia: 1792). Es la primera, porque Vm. lo tendrá consultado, y la segunda y principal, que este autor, tan apreciable y de tanto mérito en algunas partes de su libro, desbarra y desatina cuando se trata de epigrafía y de bellas artes. El jeroglífico que hoy no aciertan a aclarar ni Hübner, ni Mommsen,(8) ni Henzen,(9) ni Vm. ni otros sabios, lo resuelve Martínez diciendo que “da a entender que un devoto hombre, llamado Lepero, reedificó la ermita y la ofreció a Dios”;(10) presume que por los años de 403 erigió San Paulino la iglesia de los Santos; en el monograma Christus, de la puerta de la torre, veía el vicario la abreviación de “año segundo”; en la cifra RFE solamente leyó RE, y entendió que quería decir refabricavit,(11) y, por último, omite un renglón entero en la copia de la inscripción que se halla en la columna de la ermita.

NOTAS DEL EDITOR

(1) Este manuscrito es objeto de edición y comentario en nuestro artículo “Un documento inédito sobre la aparición del apóstol Santiago en Medina Sidonia y el origen de su patronazgo sobre la ciudad”, que aparecerá en el número de 2013 de la revista El Barrio, ya en prensa.
(2) Se refiere al viaje por Andalucía del malagueño Luis José Velázquez de Velasco, marqués de Valdeflores, comisionado por la Real Academia de la Historia para recoger las antigüedades de Andalucía y Extremadura. La mayoría de sus manuscritos se encuentran en esa institución, donde Thebussem pudo consultarlos personalmente.
(3) No sabemos por el momento a qué obra se refiere Thebussem.
(4) Hübner fue comisionado por el gobierno prusiano para la edición de varios volúmenes del Corpus Inscriptionum Latinarum y, a partir de 1860, pasó largos periodos en la Península Ibérica recopilando y analizando inscripciones. Durante su labor mantuvo contactos con los estudiosos Eduardo Saavedra, Juan de Dios de la Rada, Aureliano Fernández-Guerra o Manuel Gómez-Moreno; colaboró activamente con la Real Academia de la Historia; y participó en el proyecto de creación del Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Fue nombrado académico correspondiente de la Real de la Historia el 22 de marzo de 1861, el mismo día que Mariano Pardo de Figueroa. Entre sus obras dedicadas a la epigrafía deben nombrarse: Inscriptiones Hispaniae Latinae (1869), Inscriptiones Hispaniae Christianae (1871-1900), Inscriptiones Britanniae Latinae (1873), Inscriptiones Britanniae Christianae (1876), La Arqueología de España (1888), Monumenta linguae Ibericae (1893), Exempla scripturae epigraphicae Latinae. A Caesaris dictatoris morte ad aetatem Justiniani (1885). 
(5)  La inscripción aparece recogida en Inscriptiones Hispaniae Christianae, Berlín, Georg Reimer, 1871, nº 87, p. 25, donde Hübner, efectivamente, confiesa que apenas puede entender una parte de la lectura que había realizado el canónigo sevillano Juan Nepomuceno González de León en su manuscrito Inscripciones que se hallan en Medina Sidonia este año de 1774: “Titulum idem sic legit LEPERORE·VOMI ESED SACR. Nihil intellego praeter sed(is) sacr(ae) fortasse vocabula”. Con todo, Hübner se confunde e introduce el epígrafe en el arco que ya dijimos que da paso al torreón de la ermita, como bien se observa en su dibujo.  En el Supplementum a la obra mencionada (Berlín, G, Reimer, 1900, p. 42) Hübner añade al referirse de nuevo a esta inscripción: De titulo hoc atque de reliquis Asidonensibus christianis verba fecit Marianus Pardo de Figueroa Asidonensis amicus, scriptor epistularum clarus et indefessus, quem propterea dicunt el cartero honorario Hispani, in epistula ad losephum Butron y Parra data, quae inserta est ephemeridi el Diario de Cadiz a. 1868; neque vero potuit explicare vocabula leperore vomii sed sacr. Emmanueli Gomez Moreno Granatensi visum est legi posse sepe rore vomit(i) sed(et) sac(e)r(dos), ut saepe rore vomiti sit pro lacrimis peccati; sedet autem significet sedet paenitens; vix probabiliter”. Junto al elogio de Mariano Pardo aparece la interpretación de Manuel Gómez Moreno, que no parece demasiado acertada. César Pemán, “El material visigodo de la ermita de los Santos de Medina”, Boletín del Museo de Bellas Artes de Cádiz, 14 (1930), pp. 31-36, propone la lectura (I)LLE PER ORE· VOMIT SED SACR(¿A?) y considera que el epígrafe “tiene cierto corte de verso de salmo o himno litúrgico”, pero nada más añade. La más moderna interpretación es la del padre Domingo Iturgáiz, Analecta Sacra Tarraconensia, 40, nº 2 (1967), pp. 209-296, quien considera la inscripción un fragmento de la que podía verse en el friso o baldaquino que rodeaba la fuente bautismal de la iglesia visigoda, y lee SEMPER ORE VOMIT, SED SACRO FONTE.    

Dibujo del epígrafe en Hübner. Como se ve, mezcla equivocadamente en una sola las inscripciones del arco y la del dintel
         (6) El arqueólogo italiano Giovanni Battista de Rossi (1822-1894), que había descubierto las catacumbas de San Calixto junto a la vía Appia, y se encontraba elaborando el corpus de inscripciones cristianas de  Roma, Inscriptiones christianae Vrbis Romae septimo saeculo antiquiores, 2 v., Roma, 1861-1888.
     (7) Enrique Romero de Torres en su Catálogo monumental de España. Provincia de Cádiz (1908-1909), ya citado, no da noticias de esta otra inscripción.   
     (8)  Christian Matthias Theodor Mommsen (1817-1903), el filólogo e historiador alemán autor de la Historia de Roma, que le valió el Premio Nobel de Literatura en 1902.
(9) Johann Heinrich Wilhelm Henzen (1816-1887), filólogo y epigrafista alemán coeditor del Corpus Inscriptionum Latinarum junto a Mommsen y De Rossi.
   (10) Efectivamente, leemos en F. Martínez y Delgado, Historia de la ciudad de Medina Sidonia, Cádiz, Revista Médica, 1875, p. 169, esta interpretación: “LEPERO RE, vomit SED SACR. Que parece dá á entender, que lépero la reedificó ó renovó y ofreció a Dios”.
     (11) Como muestra el siguiente dibujo, la interpretación del Vicario Martínez (ibidem) de la inscripción de la entrada a la torre es bastante desacertada.




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