jueves, marzo 07, 2013

El lamento de Ariadna (XIV)

 
Teseo abandonando a Ariadna o Reinaldo abandonando a Armida, Charles Le Brun (1664), Colección privada. Imagen tomada de http://necspenecmetu.tumblr.com
Del período de mayor esplendor de la carrera del pintor francés Charles Le Brun (París, 1619-1690) es el lienzo conocido como Teseo abandonando a Ariadna (97 x 131 cm). Protegido del cardenal Richelieu primero y nombrado primer pintor del rey por Luis XIV (quien asimismo le otorgó título de nobleza), Le Brun fue árbitro no sólo del gusto pictórico de su tiempo sino también de las modas en las artes decorativas: fue cofundador en 1648 de la Académie Royale de peinture et sculpture, creó el estilo Luis XIV y se le encargó la decoración interior del Palacio de Versalles. En el óleo en cuestión el artista presenta a una mujer desmayada sobre las rocas cubierta con una túnica blanca y un manto azul (sólo su pecho izquierdo se muestra desnudo), cuya bien estudiada pose le permite mostrar su virtuosismo en el dibujo de pliegues. Huye su amado casi a regañadientes, y son sus compañeros quienes le empujan a subir a una pequeña embarcación donde una mujer, izada la vela, se dispone a la boga.

Como otros, opino que la escena narrada no tiene que ver con el mito de Ariadna y Teseo sino más bien con la historia de Reinaldo, caballero cruzado protagonista de la Jerusalén libertada de Torcuato Tasso, y la maga Armida. Ésta lo ha retenido con sus hechizos en las Islas Afortunadas, donde como amantes disfrutan de una vida placentera. Para rescatar a su compañero de armas llegan a las mismas los caballeros Ubaldo y Carlos, que han navegado por el Mediterráneo y traspasado las columnas de Hércules a bordo de una navecilla pilotada por una misteriosa doncella (canto XV). No sin volver la vista atrás mientras Armida le recuerda los goces de que han disfrutado y las promesas de amor hechas, Reinaldo se dispone a embarcar mientras ella prorrumpe en queja desesperada, inspirada evidentemente en los ya conocidos lamentos de la poesía latina, y luego se desmaya (canto XVI):  

LIX

"Vattene pur, crudel, con quella pace
Che lasci a me: vattene iniquo omai;
Me tosto ignudo spirto, ombra seguace  
Indivisibilmente a tergo avrai.
Nuova furia co’ serpi e con la face
Tanto t’agiterò quanto t’amai.
E s’è destin ch’esca del mar, che schivi  
Gli scoglj e l’onde, e ch’alla pugna arrivi:

LX

Là tra ’l sangue e le morti egro giacente
Mi pagherai le pene, empio guerriero.
Per nome Armida chiamerai sovente         
Negli ultimi singulti; udir ciò spero..."
Or quì mancò lo spirto alla dolente;

Nè quest’ultimo suono espresse intero:
E cadde tramortita, e si diffuse                  
Di gelato sudore, e i lumi chiuse.

LXI

Chiudesti i lumi, Armida: il Cielo avaro
Invidiò il conforto a’ tuoi martíri.
Apri, misera, gli occhj; il pianto amaro
Negli occhj al tuo nemico or chè non miri?
O s’udir tu ’l potessi, o come caro
T’addolcirebbe il suon de’ suoi sospiri!
Dà quanto ei puote; ei prende (e tu nol credi)
Pietoso in vista gli ultimi congedi.

LXII

Or che farà? dee su l’ignuda arena
Costei lasciar così tra viva e morta?
Cortesia lo ritien, pietà l’affrena,
Dura necessità seco ne ’l porta.
Parte, e di lievi zefiri è ripiena
La chioma di colei che gli fa scorta.
Vola per l’alto mar l’aurata vela:
Ei guarda il lido; e ’l lido ecco si cela.

LXIII

Poi ch’ella in se tornò, deserto e muto,
Quanto mirar potè, d’intorno scorse.
"Ito se n’è pur, disse, ed ha potuto
Me quì lasciar della mia vita in forse?
Nè un momento indugiò: nè un breve ajuto
Nel caso estremo il traditor mi porse?
Ed io pur anco l’amo? e in questo lido
Invendicata ancor piango, e m’assido? (...)"

"Huye, cruel, llevando contigo esa paz que pretendes dejarme; huye para siempre, impío: pronto mi sombra seguirá do quier tus pasos. Cual furia armada de serpientes y con la antorcha en la mano te acosaré en todas partes tanto como te he amado; y, sí tu destino te saca con bien de las olas y de los escollos, y te permite tomar parte de nuevo en los combates;

Alli, entre los muertos, tu sangre y tus dolores me vengarán de mis penas. Tu invocarás entonces el nombre de Armida, y Armida te escuchará." Mas aquí faltó el aliento a la infeliz, y no pudo terminar sus razones. Cayó al suelo sin sentido, cerráronse sus ojos, y esparciose por sus miembros un sudor frío.

Tus ojos se cerraron, Armida, y el cielo se negó a endulzar tus martirios. Ábrelos otra vez, desgraciada, y verás cuál brota el amargo llanto de los de tu enemigo. O si pudieses oírlo, ¡cómo calmaría tus dolores el sonido de sus sollozos! Te da cuanto darte puede, y al despedirse deja caer sobre tí una mirada compasiva.

¿Qué debe hacer? ¿Abandonará sobre la desierta arena a la jóven medio muerta? La cortesia y la compasión lo retienen a su lado; mas la necesidad lo arrastra a pesar suyo. Parte: los céfiros retozan en la cabellera de su guia; vuela la ligera navecilla sobre el Océano, mas Reinaldo no desvia sus ojos de la playa, que desaparece por grados.

Armida recobra en tanto sus sentidos y sólo ve en torno de sí soledad y silencio. "Partió el ingrato, exclama; ¿y ha podido abandonarme moribunda? No vaciló un momento y se fue sin suministrarme el más leve auxilio? ¿Y yo le amo todavía? ¿Y permanezco aún sentada en esta playa llorando en vez de vengarme? (...)"

[Traducción en prosa de las octavas en italiano a cargo de Joaquím Rubió i Ors (Barcelona, Imprenta y librería de Juan Roca y Suñol, 1842).]

Los amantes Reinaldo y Armida disfrutando en el jardín fueron objeto de varias pinturas de Nicolas Poussin, que fuera maestro de Le Brun durante su estancia en Roma entre 1642 y 1646. El tema sería luego de los preferidos de la pintura rococó. Pero quien escenificó el momento de la huida de Reinaldo en mayor número de ocasiones sería el pintor veneciano Giovanni Battista Tiépolo.

Reinaldo y Armida, Nicolas Poussin (1629), Dulwich Picture Gallery (Londres)

Reinaldo abandonando a Armida, G. B. Tiépolo (1757), Villa Valmarana (Vicenza)

Reinaldo abandonando a Armida, G. B. Tiépolo (1760), Gemäldegalerie (Berlin)
Reinaldo abandonando a Armida, G. B. Tiépolo (h. 1742-1745), The Art Institute of Chicago
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