jueves, diciembre 26, 2013

El gorrión de Lesbia (IV)


Lesbia, J. R. Weguelin (1878), Colección particular

El poema 2 de Catulo y J. R. Weguelin
2a
Passer, deliciae meae puellae,
Quicum ludere, quem in sinu tenere,
Cui primum digitum dare appetenti
Et acris solet incitare morsus,
Cum desiderio meo nitenti
Carum nescio quid lubet iocari
Et solaciolum sui doloris,
Credo ut tum gravis acquiescat ardor:
Tecum ludere sicut ipsa possem
Et tristis animi levare curas!
2b
..............................................
Tam gratum est mihi quam ferunt puellae
Pernici aureolum fuisse malum,
Quod zonam soluit diu ligatam.

2
Gorrión, capricho de mi amada,
Con quien jugar, a quien tener en su regazo,
A quien, cuando se la reclama, dar la yema de su dedo suele,
Y provocar sus vivos mordiscos,
Cuando al resplandeciente anhelo mío
Le agrada solazarse con no sé qué afición
Y pequeño alivio de su pesadumbre,
Para calmar, creo, su embarazosa pasión.
¡Jugar contigo, como ella, ojalá pudiera
Y aliviar las amargas penas de mi corazón!

2a
......................................................................
Tan grato es para mí como cuentan fue
A la veloz muchacha la manzana dorada
Que desciñó su cinturón tanto tiempo ajustado.
(La traducción es nuestra)

El poema 2 de Catulo, dedicado al pajarillo con el que Lesbia solía entretenerse y al que el poeta no puede hacer partícipe de sus juegos (interprétese como se quiera, ya al pie de la letra, ya viendo en todo ello una metáfora erótica), ha llegado hasta nosotros con lo que la mayoría de los estudiosos consideran una laguna en la transmisión textual. Tras ella podemos leer una referencia al mito de la doncella Atalanta, quien había consagrado su virginidad a Ártemis y mataba a sus pretendientes tras desafiarlos a una carrera, hasta el momento en que rivalizó con Hipomenes, que la sedujo o engañó al mostrarle la manzana de oro con que Afrodita había sido premiada en el Juicio de Paris.

La lectura del poema que ofrecemos arriba es la habitualmente admitida hoy en día, pero dista un poco de la que nos mostraba Sidney George Owen en la preciosa edición de 1893 (London, Lawrence and Bullen) Catullus: with the Pervigilium Veneris, ilustrada por el pintor John Reinhardt Weguelin.  En ella no hay solución de continuidad entre las dos partes gracias a la conjetura "posse", en lugar de "possem", en el verso 9 (cf. Notes, p. 150). De esta manera, sería tan grato para el poeta jugar con el pajarillo de Lesbia como dicen que fue la manzana de oro para la doncella Atalanta.



El libro de Owen contiene seis ilustraciones a toda página, en blanco y negro y con amplios márgenes, que reproducen acuarelas del pintor J. R. Weguelin: un frontispicio que incia el poemario de Catulo; una obra titulada "Ille mi par esse deo videtur", dedicada al conocido poema 51 del veronés; otra que ilustra el poema 63 (sobre el mito de Atis), a la que da título el verso 21 del mismo, "Ubi cymbalum sonat vox, ubi tympana reboant"; dos acuarelas dedicadas al largo poema 64, el epitalamio de Tetis y Peleo, que nos muestran a las Nereidas emergiendo del fondo del mar asombradas ante la magnitud de la nave Argo ("Aequoreae monstrum Nereides admirantes", v. 15) y a Ariadna abandonada en la isla de Naxos ("Quem procul ex alga maestis Minois ocellis,/  Saxea ut effigies bacchantis, prospicit, eheu!", vv. 60-61); y, finalmente, otra que ilustra el Pervigilium Veneris ("Totus est in armis idem quando nudus est amor").

En la pintura que nos interesa Lesbia aparece recién salida de un baño que ha tomado al aire libre, jugueteando con un gorrión que se ha posado sobre su hombro izquierdo. Abandonada al placentero entretenimiento, ha caído el velo que cubría su espalda, que se muestra al espectador en toda su desnudez.  

 

El pintor inglés John Reinhardt Weguelin (1849-1927), activo entre 1877 y 1910, vivió durante gran parte de su infancia en Italia, donde se aficionó a su arte y a su historia, motivos en los que encontró abundante inspiración para su obra. Formado en la Slade School of Fine Arts, fue seguidor de Edward Poynter y Alphonse Legros, y gran admirador de Lawrence Alma-Tadema. La Antigüedad Clásica y la mitología (particularmente las leyendas relacionadas con el mundo pastoril, las ninfas y las sirenas) le sirvieron para crear escenas de figuras en el paisaje que destacan por su realismo lumínico y el buen dibujo del desnudo. Exhibió su obra en la Royal Academy, amén de en las más importantes galerías londinenses del momento, y perteneció a la Royal Society of Painters in Water Colours ya que brilló especialmente en este medio. Como ilustrador cabe destacar también su obra para Lays of Ancient Rome (1881), de Thomas Babington Macaulay; The Cat of Bubastes (1889), de G. A. Henty; los cuentos de Hans Christian Andersen contenidos en The Little Mermaid and other Tales (1893); y la traducción de Anacreonte de Thomas Stanley (1894). Olvidado durante la Primera Guerra Mundial, fue siempre recordado como el pintor de Lesbia, de la joven Lesbia del óleo homónimo que presentamos al comienzo de esta entrada. La musa de Catulo aparece de pie, en contraposto, enmarcada por la puerta de acceso a un jardín desde el que entra la luz del sol: los rayos atraviesan la fina túnica que cubre a la muchacha y dejan entrever su hermoso cuerpo desnudo. Una guirnalda de flores corona su cabeza, y su mirada se dirige al recipiente que ha dejado en el suelo y en el que se deposita el alimento de los gorriones que revolotean a su alrededor y se posan junto a sus pies. Detrás, flores y árboles, casas que descienden hasta la playa, y el mar...

sábado, diciembre 21, 2013

Feliz Navidad


La Virgen con los ángeles o La Música de los ángeles, William Adolphe Bouguereau (1881), Museum at Forest Lawn Memorial-Park (Glendale, California, United States)



Mis mejores deseos de salud, amor y prosperidad a los seguidores de este blog y a quienes casualmente lleguen a él en estos días.


lunes, diciembre 09, 2013

Historias de Medina Sidonia (XVI)

La leyenda de Baucio Caropo (IX)


Elocuencia, Cesare Ripa, Iconologia, París, 1643
El discurso que Juan de Mariana pone en boca de Baucio Capeto es de profunda raigambre clásica, como puede demostrar un breve análisis de las fuentes en que bebe el jesuita. Los tópicos retóricos y las iuncturae empleadas tienen principalmente su base en palabras de Cicerón y de Tito Livio.

Para que el héroe inicie su discurso es preciso el silencio de la concurrencia: “Silentio… facto, Princeps… inquit”. Este ablativo absoluto aparece repetidamente en Livio: antes del discurso en el foro del dictador Aulo Cornelio Coso, que censuró la conducta de Marco Manlio Capitolino, quien había prometido a la plebe saldar sus deudas y librarla de la usura de los patricios,

Tum dictator silentio facto, “utinam” inquit “mihi patribusque Romanis…” (6, 15, 4);

en las palabras previas al discurso del dictador Lucio Papirio ante el pueblo y los tribunos de la plebe cuando juzgó la temeraria acción contra los samnitas del joven jefe de la caballería Quinto Fabio,

Tum dictator silentio facto, “bene habet” inquit “Quirites…” (8, 35, 4);

o, por citar otro ejemplo, antes del discurso electoral de Quinto Fabio Máximo,

Q. Fabius silentio facto tali oratione est usus… (24, 7, 12).

Se trata de un silencio casi reverencial, cercano al preceptuado antes de la toma de augurios o de la realización de sacrificios.

El jefe de los turdetanos inicia su arenga diciendo que es propio de un espíritu blando y sin arrestos llorar por las desgracias ya que éste es un pasajero consuelo de los males que emplean las mujeres en sus lamentos,

Mollis … & eneruati animi est calamitatem deplorare, leue malorum in muliebri eiulatu solamen;
---
De animo… couarde y sin brio es llorar las desgracias y miserias;

que es vergonzoso no oponer a las situaciones adversas más recurso que las lágrimas,

Turpe nullam rebus asperis opem afferre praeter lacrymas.

Cf. opem ferre, CIC. de orat. 1, 32; CAES. ciu. 1, 79, 3; LIV. 3, 17, 5; 27, 20, 8 et passim.

Más cuadra a los hombres vengar de inmediato las injurias recibidas armas en mano para mayor pesar de los enemigos:

Quin viros nos esse potius recordamur, correptisque continuo armis illatas iniurias vindicamus maiori hostium molestia?
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Por ventura no nos acordaremos que somos varones, y tomadas luego las armas vengaremos las injurias recebidas?

Cf. correptis signis, TAC. his. 2, 18.

Cicerón nos recordaba que en la guerra un espíritu fuerte y tenaz no debe doblegarse ante la adversidad aunque, ante todo, no debe perder el buen juicio y la razón para actuar con la máxima previsión, sólo circunstancias extremas, como la amenaza de la servidumbre o esclavitud, justificarían acudir al temerario enfrentamiento en el campo de batalla (off. 1, 80-81). Y esta última era la tesitura que se le planteaba a los turdetanos ante la amenaza fenicia:

Bellum autem ita suscipiatur, ut nihil aliud nisi pax quaesita videatur. Fortis vero animi et constantis est non perturbari in rebus asperis nec tumultuantem de gradu deici, ut dicitur, sed praesenti animo uti et consilio nec a ratione discedere. Quamquam hoc animi, illud etiam ingenii magni est, praecipere cogitatione futura et aliquanto ante constituere, quid accidere possit in utramque partem et quid agendum sit, cum quid evenerit, nec committere, ut aliquando dicendum sit "non putaram". Haec sunt opera magni animi et excelsi et prudentia consilioque fidentis; temere autem in acie versari et manu cum hoste confligere immane quiddam et beluarum simile est; sed cum tempus necessitasque postulat, decertandum manu est et mors servituti turpitudinique anteponenda.
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En cuanto a la guerra, empréndase de tal manera que sea evidente que no se busca nada más que la paz. En verdad es propio de un alma valerosa y tenaz no turbarse en las cosas difíciles ni dejarse desalojar de su posición, como suele decirse, por perder la serenidad, antes bien hay que conservar la presencia de espíritu y la capacidad de pensar, y no perder la razón. Esto concierne al alma; y esto es propio asimismo de una gran inteligencia, a saber: prever el futuro por medio de la reflexión y determinar, con suficiente antelación, qué puede ocurrir en uno y otro sentido, qué habrá que hacer cuando sobrevengan ciertas cosas, y no exponerse a tener que decir un día “no había pensado en ello”. Tales son las obras de un alma grande y elevada, que confía en su prudencia y en su buen juicio. En cuanto al lanzarse temerariamente a la batalla y combatir con las propias manos contra el enemigo, es un rasgo de ferocidad semejante al de las bestias salvajes. Sin embargo, cuando las circunstancias y la necesidad lo exigen, hay que combatir con las propias manos y preferir la muerte a la servidumbre y el envilecimiento.
(Traducción de Francisco Samaranch, Marco Tulio Cicerón, Los deberes, Universidad de Puerto Rico, 1972)

En De oratore (2, 347, 1) repetía el arpinate que es digno del mayor elogio haber mantenido la dignidad en las circunstancias adversas: "retinuisse in rebus asperis dignitatem".

De Cicerón toma también Mariana la expresión “deplorare calamitatem”, claramente inspirada en el pasaje de la undécima Filípica (11, 6) en el que se igualan las atrocidades cometidas por Dolabela con las injusticias de Marco Antonio:

Cum hoc hoste bellandum est, cuius taeterrima crudelitate omnis barbaria superata est! Quid loquar de caede civium Romanorum, de direptione fanorum? Quis est, qui pro rerum atrocitate deplorare tantas calamitates queat? Et nunc tota Asia vagatur, volitat ut rex, nos alio bello distineri putat.

---
Este es el enemigo a combatir, el monstruo que sobrepuja en crueldad a cuanto pudo inventar la barbarie. ¿Qué decir de la matanza de ciudadanos romanos, del saqueo de los templos? ¿Quién es capaz de deplorar todas las calamidades producidas por hechos tan atroces? Y, sin embargo, Dolabela se está paseando por toda Asia con fausto regio, creyéndonos empeñados en otra guerra.
(Traducción de Juan Bautista Calvo, Marco Tulio Cicerón, Filípicas, Barcelona, Planeta, 1994)

Muerte de Octavia, Anónimo holandés del siglo XVIII

Llorar por las desgracias es un consuelo pasajero, “leue malorum… solamen”, como bien dice Octavia en la monodia inicial de la “praetextata” erróneamente atribuida a Séneca (OCTAVIA 65-71):

Me crudeli sorte parentes                                65
Raptos prohibet lugere timor
Fratrisque necem deflere uetat,
In quo fuerat spes una mihi
Totque malorum breue solamen.
Nunc in luctus seruata meos                           70
Magni resto nominis umbra.

---
A mí el temor me impide lamentar a unos padres
Que la suerte cruel me ha arrebatado
Y que llore la muerte de mi hermano
En el que residía mi única esperanza,
Efímero consuelo de tantas desgracias.
Ahora sobrevivo para mis lamentos
Y soy sólo la sombra de un gran hombre.

(Traducción de Jesús Luque Moreno, Séneca, Tragedias II, Madrid, Editorial Gredos, 1980)

Por supuesto, el general debe reprimir los lamentos de sus hombres cuando se ven atemorizados por la superioridad del enemigo. Así lo hace Lucio Marcio cuando el ejército romano se desploma una vez sabido que el cartaginés Asdrúbal había cruzado el Ebro y se dirigía contra él. La rabiosa reacción de los soldados no se hace esperar.

Ceterum postquam Hasdrubalem Gisgonis uenientem ad reliquias belli delendas transisse Hiberum et adpropinquare adlatum est signumque pugnae propositum ab nouo duce milites uiderunt, recordati quos paulo ante imperatores habuissent quibusque et ducibus et copiis freti prodire in pugnam soliti essent, flere omnes repente et offensare capita et alii manus ad caelum tendere deos incusantes, alii strati humi suum quisque nominatim ducem implorare. neque sedari lamentatio poterat excitantibus centurionibus manipulares et ipso mulcente et increpante Marcio, quod in muliebres et inutiles se proiecissent fletus potius quam ad tutandos semet ipsos et rem publicam secum acuerent animos et ne inultos imperatores suos iacere sinerent… (LIV. 25, 37, 8-10)

---
Pero cuando llegaron noticias de que Asdrúbal el de Gisgón, que venía con intención de liquidar lo que quedaba de resistencia, había cruzado el Ebro y se estaba acercando, y los soldados vieron que el nuevo general daba la señal para la batalla, se acordaron de los generales que tenían poco antes y de cómo eran los jefes y los ejércitos en los que estaban acostumbrados a depositar su confianza cuando marchaban al combate, y de pronto todos se pusierona a llorar y a mesarse la cabeza, y unos tendían sus manos al cielo echando la culpa a los dioses, y otros, tendidos en tierra, invocaban cada uno el nombre de su general. No se conseguía acallar las lamentaciones a pesar de que los centuriones trataban de levantarles los ánimos a los hombres de sus manípulos y el propio Marcio les hablaba con suavidad o los increpaba porque se entregaban a llantos inútiles y propios de mujeres en vez de tensar sus ánimos para defenderse a sí mismos y al mismo tiempo a la república y no dejar que sus generales quedaran sin venganza.

(Traducción de José Antonio Villar Vidal, Tito Livio, Historia de Roma desde su fundación. Libros XXI-XXV, Madrid, Editorial Gredos, 1993)

Porque, en cualquier caso, llorar y lamentarse es una acción propia de mujeres, no de hombres: “muliebri… ploratu” (LIV. 2, 33, 8), “muliebres fletus” (LIV. 5, 40, 3), “si se lamentis muliebriter lacrimisque dedet” (“si se abandona a lamentos y lágrimas como hacen las mujeres”, CIC. Tusc. 2, 48)…

Adflictusne et iacens et lamentabili voce deplorans audieris: "O virum fortem!"? Te vero ita adfectum ne virum quidem quisquam dixerit. (CIC. Tusc. 2, 32)

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¿Cuando estás afligido, abatido y gimiendo con voz deplorable, vas oír: “¡Qué hombre fuerte!”? Si estás en un estado semejante, nadie dirá siquiera que eres un hombre.

Et, si verum quaerimus, in omnibus officiis persequendis animi est adhibenda contentio; ea est sola offici tamquam custodia. Sed hoc idem in dolore maxime est providendum, ne quid abiecte, ne quid timide, ne quid ignave, ne quid serviliter muliebriterve faciamus, in primisque refutetur ac reiiciatur Philocteteus ille clamor. Ingemescere non numquam viro concessum est, idque raro, eiulatus ne mulieri quidem. Et hic nimirum est "lessus", quem duodecim tabulae in funeribus adhiberi vetuerunt. Nec vero umquam ne ingemescit quidem vir fortis ac sapiens. (CIC. Tusc. 2, 55-56)

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Y si es la verdad lo que buscamos, la tensión del alma debe aplicarse al cumplimiento de todos los deberes; ella es, por así decirlo, la única custodia del deber. Pero en el caso del dolor debemos parar mientes particularmente en no hacer nada que sea abyecto, nada que sea cobarde, nada que sea indolente, nada que sea propio de un esclavo o de una mujer, y por encima de todo, rehusar y rechazar gritos como los de Filoctetes. Alguna vez, aunque raramente se le puede permitir a un hombre gemir, pero los gritos de dolor ni siquiera a una mujer. Éste es sin duda el grito de lamento cuyo uso prohibieron las Doce Tablas en los funerales. Pero un hombre fuerte y sabio nunca deja escapar un gemido…

(Traducción de Alberto Medina González, Cicerón, Disputaciones Tusculanas, Editorial Gredos, Madrid, 2005)

La muerte de Virginia, Charles Moreau (1796-1808), Colección particular

Y es que, dice Tito Livio en el fragmento que narra la venganza de Virginio por la violación de su hija Virginia a manos del decénviro Apio Claudio, las mujeres son más débiles de espíritu.

Sequentes clamitant matronae, eamne liberorum procreandorum condicionem, ea pudicitiae praemia esse?— cetera, quae in tali re muliebris dolor, quo est maestior imbecillo animo, eo miserabilia magis querentibus subicit. (LIV. 3, 48, 8)

---
Las matronas les siguen preguntando a gritos si a esto está destinada la procreación de los hijos, y todo lo que en circunstancias semejantes les sugiere el dolor a las mujeres, más agudo porque son más débiles de espíritu, y por eso mismo más conmovedor en sus lamentos.

(Traducción de José Antonio Villar Vidal, Tito Livio, Historia de Roma desde su fundación. Libros I-III, Madrid, Editorial Gredos, 1990)

Podemos leer la iunctura "muliebri eiulatu" en Tácito (ann. 16, 10, 4) referida a la manera en que Politta, hija de Lucio Vétere, se dirigía al emperador Nerón pidiendo clemencia para con su padre, que había sido su colega en el consulado y ahora estaba condenado a muerte.

Et quia aditu Neronis prohibebatur, egressus obsidens, audiret insontem neve consulatus sui quondam collegam dederet liberto, modo muliebri eiulatu, aliquando sexum egressa voce infensa clamitabat, donec princeps immobilem se precibus et invidiae iuxta ostendit.

---
Y, como se le impedía el acceso a Nerón, acechando sus salidas le pedía a voces a quien era inocente y que no pusiera en manos de su libeto a quien fuera su colega en el consulado, unas veces con alaridos mujeriles, pero otras con voz amenazadora e impropia de su sexo, hasta que el príncipe se mostró inaccesible por igual a sus ruegos y a sus imprecaciones.

(Traducción de José Luis Moralejo, Cornelio Tácito, Annales. Libros XI-XVI, Madrid, Editorial Gredos, 1980)

E incluso a la mujer, dice Séneca en su Consolación a su madre Helvia,  le conviene dominar tales manifestaciones de dolor.

Lamentationes quidem et eiulatus et alia per quae fere muliebris dolor tumultuatur amoue; perdidisti enim tot mala, si nondum misera esse didicisti. Ecquid uideor non timide tecum egisse? nihil tibi subduxi ex malis tuis, sed omnia coaceruata ante te posui. Magno id animo feci; constitui enim uincere dolorem tuum, non circumscribere. (SEN. dial. 12, 3-4)

---
Rechaza de ti los sollozos, lamentos y agitadas manifestaciones que de ordinario lleva consigo el dolor de la mujer; porque habrás perdido todo el provecho de tantos males si no has aprendido aún a ser desgraciada. ¿Ves acaso que te trato con timidez? Nada he suprimido de tus males; todos te los he presentado ante los ojos, haciéndolo con resolución, porque pretendo triunfar de tu dolor y no atenuarlo.

(Traducción de Francisco Navarro y Calvo, Consolación a Helvia por Lucio Anneo Séneca, Biblioteca Virtual Cervantes, http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/consolacion-a-helvia). 

sábado, noviembre 16, 2013

Una fábula de Fedro


Ilustración de Norman Lindsay para El Satiricón de Petronio (New York, Liveright, 1922)  
Appendix XV. "Vidua et miles" 

Quanta sit inconstantia et libido mulierum

Per aliquot annos quaedam dilectum uirum
Amisit et sarchophago corpus condidit;
A quo reuelli nullo cum posset modo
Et in sepulchro lugens uitam degeret,
Claram assecuta est famam castae coniugis.
Interea fanum qui compilarant Iouis,
Cruci suffixi luerunt poenas numini.
Horum reliquias ne quis posset tollere,
Custodes dantur milites cadauerum,
Monumentum iuxta, mulier quo se incluserat.
Aliquando sitiens unus de custodibus
Aquam rogauit media nocte ancillulam,
Quae forte dominae tunc adsistebat suae
Dormitum eunti; namque lucubrauerat
Et usque in serum uigilias perduxerat.
Paulum reclusis foribus miles prospicit,
Videtque egregiam facie pulchra feminam.
Correptus animus ilico succenditur
Oriturque sensim ut impotentis cupiditas.
Sollers acumen mille causas inuenit,
Per quas uidere posset uiduam saepius.
Cotidiana capta consuetudine
Paulatim facta est aduenae submissior,
Mox artior reuinxit animum copula.
Hic dum consumit noctes custos diligens,
Desideratum est corpus ex una cruce.
Turbatus miles factum exponit mulieri.
At sancta mulier "Non est quod timeas" ait,
Virique corpus tradit figendum cruci,
Ne subeat ille poenas neglegentiae.
Sic turpitudo laudis obsedit locum.

Apéndice, XV. "La viuda y el soldado"
Cuánta es la veleidad y la lujuria de las mujeres

A su marido, amado durante algunos años, cierta mujer
Perdió, y depositó el cuerpo en su sarcófago.
De éste no pudiendo ser arrancada en modo alguno,
Y puesto que pasaba su vida llorando en el sepulcro,
Ganó la brillante fama de casta esposa.
Entre tanto, quienes habían saqueado el templo de Júpiter
Pagaron su afrenta al dios clavados en la cruz.
Y para que nadie pudiera llevarse sus despojos,
Se ponen soldados como guardas de los cadáveres,
Junto a la tumba donde se había encerrado la mujer.
En cierta ocasión, uno de los vigilantes, que tenía sed,
Pidió agua a media noche a la esclavita
Que casualmente en ese momento estaba asistiendo a su señora,
Que se disponía a dormir, pues había pasado la noche en vela
Y había prolongado su vigilia hasta tarde.
Tras abrir un poco las puertas, echa un vistazo el soldado
Y ve a la distinguida mujer de hermoso rostro.
Su arrebatado corazón allí mismo se enciende
Y surge poco a poco la pasión de quien no puede contenerse.
Su ingeniosa agudeza mil pretextos encuentra
Para poder ver a la viuda más a menudo.

Y cautivada ella por la diaria la costumbre,
Se fue volviendo más sumisa al forastero;
Luego una unión más estrecha encadenó su corazón.

Mientras el diligente guardián pasa allí sus noches, 
Se echó en falta el cuerpo de una cruz.
Trastornado, expone el soldado lo sucedido a la mujer,
Y la respetada mujer le dice: "No hay por qué temer"; 
Y le entrega el cuerpo de su marido para clavarlo en la cruz,
A fin de que él no sufra castigo por su negligencia.
De esta manera la desvergüenza ocupó el lugar de la honra.

La historia de la honrada viuda que encuentra consuelo en un desconocido pertenece a la tradición oriental y, en el mundo clásico, se encuentra documentada también en Esopo y El Satiricón. Luego pasará con éxito a la literatura misógina medieval.    

Fragmento de la película El Satiricón, de Federico Fellini (1969)

jueves, noviembre 07, 2013

Historias de Medina Sidonia (XV)


Portada de la primera edición latina de la Historia de España del padre Juan de Mariana
La leyenda de Baucio Caropo (VIII)



La caracterización de Baucio Caropo como héroe épico se redondea en la versión de la leyenda que aparece en las Historiae de rebus Hispaniae Libri XXX (lib. I, cap. XVIII) del padre Juan de Mariana, publicada en Toledo en 1592 (Io. Marianae Hispani. e Socie. Iesv, Historiae…, Toleti, Typis Petri Roderici) y que él mismo tradujo en 1601 (Historia general de España. Compuesta primero en latin, después vuelta en castellano por…, doctor Theologo, de la Compañia de Jesus, Toledo, Pedro Rodriguez, 2 t.). Y es que, junto a su valor y destreza en la batalla, el héroe clásico añade como elemento complementario de su sabiduría la virtud de la elocuencia. Así, el anciano Fénix respondía a Aquiles, una vez que éste le invitaba a abandonar con él las costas de Troya, que no podría quedarse allí solo, sin su hijo querido, a quien había enseñado por orden de Peleo a “ser elocuente en los dichos y pronto en los hechos”.

μύθων τε ῥητῆρ᾽ ἔμεναι πρηκτῆρά τε ἔργων. (Il. 9, 443)


Los discursos en la Ilíada del propio Aquiles, de Néstor, Odiseo o Agamenón son buenos ejemplos del bien hablar del héroe, hasta tal punto que el retórico Quintiliano considera a Homero padre de la elocuencia, puesto que de todas sus partes dio ejemplo.

omnibus eloquentiae partibus exemplum et ortum dedit. (QVINT. inst. 10, 1, 46)

En la obra del padre Mariana Baucio Caropo es denominado Baucio Capeto, y lidera la reacción de los turdetanos contra los abusos de los fenicios, una vez que, partiendo de Cádiz,  éstos se hicieron fuertes en el interior tras la construcción del templo-fortaleza de Hércules en Medina Sidonia.  Los mandatarios de los pueblos indígenas se reúnen en una asamblea y, frente al miedo que aturde a la mayoría, se alza la voz del príncipe de los turdetanos en una arenga inspirada en los dicursos de la historiografía clásica: Tucídides, Salustio, Tito Livio…

Tantis iniurijs laesa prouincialium patientia, & nouae vrbis incrementa suspecta habentes finitimi, bello Gaditanos lacessere constituunt concilio gentis ad diem certam indicto. In eo conuentu Phoenicum iniurias conquesti sunt. Vt semel Asidoniae templum aedificare cepissent, iugum prouinciae ceruicibus impositum grauissimum. Homines esse auaritia insatiabili, crudelitate maxima, ex fraude & arrogantia compositos. in religionis simulatione inexpiabiles fraudes, immania scelera contegere. Non posse diutius eorum iniurias sustineri nisi quid auxilij in mutuo gentis consensu sit, vniuersis domo emigrandum. aliud domicilium, alias a Phoenicibus disiunctas sedes petendas. Quiduis perpeti fore satius quam tantas & tam frequentes iniurias contumeliasque tolerare. Haec verba multorum excussere gemitus, expressere lacrymas. Sed silentio tamen facto, Baucius Capetus Turdetanorum Princeps. “Mollis, inquit, & eneruati animi est calamitatem deplorare, leue malorum in muliebri eiulatu solamen, turpe nullam rebus asperis opem afferre praeter lacrymas. Quin viros nos esse potius recordamur, correptisque continuo armis illatas iniurias vindicamus maiori hostium molestia? Neque erit difficile paucos perduelliones de vniuersae prouinciae finibus exturbare: si qui numero, viribus, & causa potiores sumus, animorum concordiam adiungamus, mutuis iniurijs communi patriae condonatis caritati: ne quod hactenus euenit, conceptae animis simultates cursum verae laudis impediant. Violari numen nostris iniurijs vindicandis nemo sibi persuadeat: nam fauere sceleri non solet, & iniuria potius oppressis opitulari aequius est. Diuturnam hostium felicitatem metuere non debetis: sed illud potius cogitare consuesse deos, quorum scelera vlcisci volunt, ijs interdum res secundas & diuturnam impunitatem dare. Ituri in arma modo maiores vestros & posteros cogítate: ne obliti sanguinis vestri, nepotum contumelias & commoda neglexisse videamini”. Hac oratione cuncti, qui aderant, animis inflammati, vno consensu bellun contra Phoenices decernunt. Duces delecti, iisque imperatum quàm maximos delectus militum, & quàm occultissime habere: quò hostes imparati facilius opprimerentur. Totius belli summa Baucio demandatur: quem exactae prudentiae opinio, virtus bellica, multarum rerum vsus ad populum commendabat. Collecto per eum modum numeroso exercitu Phoenices inopinantes locis omnibus oppressi.

Lo que haze a nuestro proposito es, que con tan grandes injurias se acabò la paciencia a los naturales, que tenian por sospechoso el grande augmento de la nueua ciudad. Trataron desto entre si: determinaron de hazer guerra a los de Cadiz: tuuieron sobre ello y tomaron su acuerdo en vna junta que en dia señalado hizieron: en el qual se quexaron delas injurias de los Phenicios. Despues que les permitieran edificar el templo que se dixo estar en Medina Sidonia, auer echado grillos a la libertad, y puesto vn yugo grauisimo sobre las ceruices de la prouincia, como hombres que eran de auaricia insaciable, de grande crueldad y fiereza, compuestos de embustes y de arrogancia, gente impia y maldita, pues con capa de religion pretendian encubrir tan grandes engaños y maldades. Que no se podian sufrir mas sus agrauios. si en aquella junta no auia algun remedio y socorro, que serian todos forçados, dexadas sus casas, buscar otras moradas y assiento apartado de aquella gente: pues mas tolerable seria padecer qualquiera otra cosa, que tantas indignidades y afrentas como suffrian ellos, sus mugeres, hijos, y parientes. Estas y semejantes razones, en muchos fueron causa de gemidos y lagrimas. Mas sossegado el sentimiento, y hecho silencio, Baucio Capeto, principe que era de los Turdetanos.  “De animo (dize) couarde y sin brio es llorar las desgracias y miserias, y fuera de las lagrimas no poner algun remedio a la desuentura y trabajos. [¿] Por ventura no nos acordaremos que somos varones, y tomadas luego las armas vengaremos las injurias recebidas? No serà difficultoso echar de toda la prouincia vnos pocos de ladrones, si los que en numero, esfuerço, y causa les hazemos ventaja, juntamos con esto la concordia de los animos. Para lo qual hagamos presente y gracia de las quexas particulares que vnos contra otros tenemos a la patria comun, porque las enemistades particulares no sean occasion de impedirnos el camino de la verdera [sic] gloria. Demas desto no deueys pensar que en vengar nuestros agrauios se offende Dios y la religion, que es el velo de que ellos se cubren. Ca el cielo ni suele fauorecer a la maldad, y es mas justo persuadirse acudira a los que padecen injustamente: ni ay para que temer la felicidad y buena andança de que tanto tiempo gozan nuestros enemigos: antes deueys pensar que Dios acostumbra dar mayor felicidad, y sufrir mas largo tiempo sin castigo aquellos de quien pretende tomar mas entera vengança, y en quien quiere hazer mayor castigo, para que sientan mas la mudança, y miseria en que caen”. Encendieronse con este razonamiento los coraçones de los que presentes estauan, y de comun consentimiento se decreto la guerra contra los Phenicios. Nombraronse capitanes, a los quales fue mandado que hiziessen las mayores juntas de soldados, y lo mas secretamente que pudiessen, para que tomassen al enemigo desapercebido y la victoria fuesse mas facil. A Baucio encomendaron el principal cuydado de la guerra, por su mucha prudencia y edad a proposito para mandar, y por ser muy amado del pueblo. Con esta resolucion juntaron vn gruesso exercito.

domingo, octubre 27, 2013

Historias de Medina Sidonia (XIV)


Fortaleza y Templanza con seis héroes de la Antigüedad, Pietro Perugino (1497-1500), fresco, Collegio del Cambio  (Perugia)
La leyenda de Baucio Caropo (VII)

Florián de Ocampo da forma a su personaje Baucio Caropo con un retrato que hunde sus raíces en los postulados de la preceptiva clásica. A la prosopografía o descripción física,

varon de cresçida estatura, dotado de grandes fuerças y esfuerço,

sigue la etopeya o descripción psicológica y moral,

pero no de no menos virtud y prudençia.

Baucio reúne las que ya Homero consideraba la suma de las cualidades guerreras, el equilibrio de fuerza y entendimiento, de la sabiduría del anciano y el ímpetu del joven:

Αἶαν ἐπεί τοι δῶκε θεὸς μέγεθός τε βίην τε καὶ πινυτήν (…)
¡Áyax! Puesto que los dioses te han dado corpulencia, valor y cordura… (Il. 7, 288-289)

Τυδεΐδη περὶ μὲν πολέμωι ἔνι καρτερός ἐσσι, καὶ βουλῆι μετὰ πάντας ὁμήλικας ἔπλευ ἄριστος.
¡Tidida! Luchas con valor en el combate y superas en el consejo a los de tu edad… (Il. 9, 53-54)

Y tiene en común con el Eneas de Virgilio, aunque no su pietas, un alto sentido de la justicia:

… quo iustior alter / nec pietate fuit nec bello maior et armis. (Aen. 1, 544-545)
Ningún otro más justo que él, ni superior en piedad ni en el combate y las armas.

El tópico sapientia-fortitudo recorrerá la poesía épica posterior al mantuano, así, por ejemplo, Ulises en la Aquileida de Estacio (1, 472) es “consiliis armisque uigil”, y la de toda la Antigüedad tardía, hasta formularse teóricamente en la definición de epopeya que realiza Isidoro de Sevilla en sus Etimologías (1, 39, 9):

Heroicum enim carmen dictum, quod eo uirorum fortium res et facta narrantur. Nam heroes appellantur uiri quasi aerii et caelo digni propter sapientiam et fortitudinem.
Se llama canto heroico porque relata los hechos de los hombres valerosos; pues se da el nombre de héroes a los hombres que por su sabiduría y su valor se hacen merecedores del cielo.

Por otro lado, casi nada dicen las fuentes antiguas sobre el modo de impartirse justicia entre los turdetanos, así que cabe pensar que Florián de Ocampo deja volar su pluma con facilidad también en este particular. Resulta curioso el número de siete varones que acompañaba a Baucio Caropo en los supuestos tribunales de justicia ya que recuerda al de los sabios de Grecia, no obstante Baucio ostenta sobre ellos la primacía ya que es él quien los elige. Tales jueces saben de leyes pero también de geometría y filosofía, y aprendían los preceptos legales de memoria, lo que podría hacernos pensar en la inexistencia de un código jurídico escrito.

Juzgaua la gente de su ciudad y lo mas de todas sus comarcas en los playtos (sic) y debates que suçedian/ con otros siete varones, semejantes a el en bondad y discreçion, à quien este Bauçio tenia señalados para conpañeros de su cargo, muy entendidos y sabios todos ellos en la geometria, leyes, y filosofia moral de los andaluzes turdetanos: las quales leyes fueron antiquissimas, segun escreuimos en el terçero capitulo del primer libro: y comunmente las aprendian de cabeça los varones nobles y principales de esta gente: para que, teniendo las en la memoria, supiessen gouernar à si, y à los otros vulgares de sus pueblos.

Realmente, el testimonio más completo de la Antigüedad sobre las costumbres de los turdetanos lo debemos a Estrabón (Geografía 3, 1, 6), quien nos habla de que eran considerados los iberos con mayor grado de desarrollo cultural, de que usaban la escritura y contaban con crónicas históricas y con “leyes versificadas”, probablemente para ayudar a su memorización.

καλοῦσι δ᾽ ἀπὸ μὲν τοῦ ποταμοῦ Βαιτικήν͵ ἀπὸ δὲ τῶν ἐνοικούντων Τουρδητανίαν· τοὺς δ᾽ ἐνοικοῦντας Τουρδητανούς τε καὶ Τουρδούλους προσαγορεύουσιν͵ οἱ μὲν τοὺς αὐτοὺς νομίζοντες οἱ δ᾽ ἑτέρους· ὧν ἐστι καὶ Πολύβιος συνοίκους φήσας τοῖς Τουρδητανοῖς πρὸς ἄρκτον τοὺς Τουρδούλους· νυνὶ δ᾽ ἐν αὐτοῖς οὐδεὶς φαίνεται διορισμός. σοφώτατοι δ᾽ ἐξετάζονται τῶν Ἰβήρων οὗτοι καὶ γραμματικῆι χρῶνται καὶ τῆς παλαιᾶς μνήμης ἔχουσι συγγράμματα καὶ ποιήματα καὶ νόμους ἐμμέτρους ἑξακισχιλίων ἐπῶν͵ ὥς φασι·

La (a la región) llaman Bética por el río y Turdetania por sus habitantes. Y a los que allí viven, turdetanos y túrdulos, a quienes unos consideran los mismos, y otros, diferentes; entre ellos Polibio, que dice que los túrdulos son vecinos de los turdetanos por el norte. Pero ahora parece que no hay frontera entre ambos. Éstos son consideradoslos más sabios de los iberos; y emplean la escritura y tienen escritos sobre sus antiguos recuerdos, y poemas y leyes en verso de seis mil años, según dicen.

Hoy sabemos también gracias a los bronces encontrados en Contrebia Belaisca que esta comunidad celtíbera, existente al menos desde el siglo II a. C., contaba con un senado o asamblea legislativa en el que se elaboraban leyes.

Ni que decir tiene que Pedro de Medina copió punto por punto las palabras de  Ocampo sin la menor prevención crítica:

Varon de crecida estatura: dotado de grandes fuerças y esfuerço: pero no menos virtud y prudencia: tanto que ya de muchos años antes juzgaua la gente de su ciudad y lo mas de todas sus comarcas en los pleytos y debates que les sucedian con otros siete varones semejantes a el en bondad y discrecion, a quien este Baucio tenia señalados para compañeros de su cargo muy entendidos y sabios, en geometria, leyes y philosophia natural: las quales leyes fueron antiquissimas. Estas leyes aprendian de cabeça los varones nobles y principales desta gente: para que teniendo las en la memoria supiessen gouernar a si, y a los otros...

martes, octubre 15, 2013

"She", de Charles Aznavour


Aunque en un principio "She" fue escrita por Herbert Kretzmer para la actriz y cantante alemana Marlene Dietrich, su autor pensó que esta letra venía mejor a un vocalista masculino, y tocó a Charles Aznavour la suerte de ser el elegido, famoso como era por sus interpretaciones de baladas románticas. Así que en 1974, tras unos arreglos para adaptarla a la voz y al tono del cantante, la canción sirvió de melodía a la serie británica Seven Faces of Woman y apareció en un single del mismo nombre que obtendría un gran éxito en Reino Unido.


Aznavour interpretó la canción en alemán, italiano, francés y español. La versión de Elvis Costello de 1999 forma parte de la banda sonora de Notting Hill, donde ilustra el plano cenital del final de la película y los títulos de crédito. Jeff Lyne la ha incorporado recientemente (2012) a su álbum Long Wave con sus peculiares arreglos.



Un puntito romántico. Me quedo con Aznavour, claro. ¡Y con su chaqueta!



Vídeos subidos a youtube por Supergenius76 y dracir1974. Imágenes de wikipedia. Muchas gracias.

miércoles, octubre 09, 2013

Medina Sidonia en la Guerra de la Independencia (XLII)




Harold Hume Piffard, Saragossa, Queen´s Gallery (Londres)
La restitución de los conventos en tiempos de la Constitución de 1812

Las Cortes de Cádiz habían decretado el 17 de junio de 1812 la enajenación de los bienes de las órdenes religiosas disueltas por las autoridades francesas, de entre las que se tuvieron por útiles únicamente las dedicadas a la enseñanza y a la beneficencia. Fincas y capitales serían devueltos a las que se restableciesen "con calidad de señalar sobre el producto de sus rentas los alimentos precisos a aquellos individuos de aquellas corporaciones que, debiendo ser mantenidos por las mismas, se hubiesen refugiado en las provincias libres, profesasen en ellas su instituto y careciesen de otros medios de subsistencia". La medida suponía un primer paso para la reforma de las órdenes religiosas y la desamortización de sus bienes. Sin embargo, la presión de parte de la sociedad y la falta de convencimiento de algunos gobernantes la fueron dulcificando.

Las órdenes religiosas que se consideraron exceptuadas de dicha enajenación reclamaron su restitución a la marcha de los franceses.

Sabemos que el 18 de noviembre de 1812 varios religiosos de San Francisco de Asís residentes en Medina Sidonia y antiguos miembros de su destruido convento remitieron un memorial al Ayuntamiento solicitando que, obtenido el correspondiente permiso de las autoridades, se les permitiera reunirse para seguir suministrando el bien espiritual a los moradores de la población. El Ayuntamiento accedió a tramitar su petición, que no llegó a buen término por el momento, pues el 3 de diciembre de 1813 los franciscanos insistían en su demanda.

Torre de la iglesia de la Victoria, del antiguo Convento de Mínimos de Medina Sidonia
El 8 de febrero de 1813 se vio en el cabildo municipal un memorial de los RR. PP. fray Matías Pompas, corrector de mínimos, fray Juan de Lara, lector jubilado, fray Tomás Osorio y fray Diego de Pro, todos religiosos de dicha orden, exponiendo “lo benéfica y utilísima que había sido en todos tiempos la citada comunidad, tanto en lo temporal como en lo espiritual, a los fieles seculares y eclesiásticos”, por lo que imploraban que se solicitara a la Regencia su restitución a su convento de la Plazuela de San Juan, en el cual, tras la entrada de los franceses y la expulsión de los frailes, sólo había permanecido el citado fray Juan de Lara. Los mínimos añadían a las razones presentadas su reputación de “verdaderos españoles, opuestos a las máximas del gobierno tirano”. El cabildo municipal acordó igualmente promover su solicitud.

El 5 de marzo de 1813 don Cayetano Valdés transmitía al Ayuntamiento de Medina Sidonia el decreto de 18 de febrero sobre cómo había de hacerse la reunión de varias comunidades religiosas. En el mismo se preceptuaba entre otras cosas: 1. Que si lo permitían los conventos, se reunieran las comunidades de capuchinos y de San Antonio de Sevilla; observantes franciscanos, mercenarios descalzos y carmelitas descalzos de Andalucía; dominicos de Andalucía, Extremadura, Mancha y parte de Murcia; carmelitas descalzos de la provincia de San Juan de la Cruz; y menores descalzos de la de San Diego, aunque sin pedir limosna para reedificar sus edificios. 2. Que no se reunieran si no tenían al menos 12 individuos profesos. 6. La entrega de los conventos e iglesias y de los muebles de su uso se haría por el intendente o comisionados por medio de escritura que autorizaría un escribano público y firmarían todos los regulares. Mientras se elaboraba un plan general para el restablecimiento y reforma de los conventos, las Cortes establecieron el 26 de agosto de 1813 que la Regencia dispusiera, según el decreto arriba mencionado, que se entregaran a los prelados algunas casas de sus institutos, de las que hubieran quedado habitables, a fin de que los frailes se recogieran en ellas. La Regencia ordenó entonces, entre otras cosas, que los jefes políticos formaran y remitieran informaciones de los religiosos que hubiera en las provincias: nombres, apellidos, estados, religión, provincia y convento a que pertenecían o pertenecen, y si se hallaba restablecido (art. 2); y que los prelados de los conventos restablecidos pasaran a los ayuntamientos nota firmada por todos los religiosos expresando si la entrega del convento se había hecho conforme al artículo 6 del decreto de 18 de febrero o sin ese requisito (art. 4).

Para formar la lista preceptuada, el Ayuntamiento de Medina Sidonia ordenó que se presentaran ante él los religiosos que hubiera en la ciudad, así que pasó oficios al prior de San Juan de Dios, con inserción a la letra del artículo 4 para que, a la mayor brevedad, pasara la nota firmada de que en él se hablaba; y al vicario eclesiástico, para que dispusiera lo conveniente para la presentación de los antiguos conventuales. Fruto de dicha comparecencia es la Razón que manifiesta los religiosos que en la actualidad existen en esta ciudad respectivos a los conventos, provincias y religiones que se explicarán, con expresión de sus nombres, apellidos, etc., firmada el 11 de octubre de 1813, que nos permite conocer con precisión el número de miembros del clero regular existentes en Medina en ese momento:

Del orden de San Agustín:
- Fray José de Cárdenas, presbítero, prior del convento, de esta ciudad, provincia de Andalucía, conventual en el de Medina.
- Fray Pedro del Rosario Miranda, presbítero, subprior del convento, provincia de Andalucía, conventual en él.
- Fray José Aparicio, presbítero, predicador, conventual del propio, provincia de Andalucía.
- Fray Francisco de la Flor, presbítero, conventual en él, provincia de Andalucía.
- Fray Diego de la Torre, presbítero, conventual en él, provincia de Andalucía.
- Fray Nicolás Viscarda, presbítero, conventual del mismo, provincia de Andalucía.
- Fray Alfonso Bonilla, presbítero, conventual en él y de dicha provincia.
- Fray Nicolás de Cantos, presbítero, lector y predicador conventual en el de Antequera, provincia de Andalucía.

Descalzos franciscos:
- Fray Juan García, presbítero, predicador jubilado y guardián del convento de franciscos descalzos de esta ciudad, conventual en él, provincia de San Diego de Sevilla.
- Fray Miguel Romero, presbítero, de la misma conventualidad y provincia.
- Fray Joaquín Lucena de San José, ídem de ídem.
- Fray Juan de Toro, presbítero, ídem de ídem.
- Fray Antonio Avilés, presbítero, ídem de ídem.
- Fray Andrés Lucena, presbítero, ídem de ídem.
- Fray Francisco Orellana, presbítero, ídem de ídem.
- Fray Andrés Bello, presbítero, ídem de ídem.

Mínimos:
- Fray Matías Pompas, predicador jubilado y corrector conventual en el de San Francisco de Paula, orden de mínimos de esta ciudad, provincia de Sevilla.
- Fray Juan de Lara, lector jubilado, consultor, teólogo de la Nunciatura Apostólica, de la propia conventualidad y provincia.
- Fray Tomás Osorio, presbítero, lector de Sagrada Teología, de igual conventualidad y provincia.
- Fray Diego de Pro, presbítero, de dicha conventualidad y provincia.

Carmelitas descalzos:
- Fray Miguel del Espíritu Santo, presbítero con asignación al Hospicio del orden de carmelitas descalzos de esta ciudad, presidente de él y lector de Teología, provincia titulada de San Juan de la Cruz.
- Fray Agustín de los Dolores, presbítero, con igual asignación a dicho hospicio, predicador jubilado, provincia la misma.

Jerónimo:
- Fray Juan de la Concepción Pina, presbítero, religioso del orden de San Jerónimo, conventual del de Buenavista Extramuros.

La hoy desaparecida cúpula del Convento de San Agustín de Medina Sidonia (fotos de J. Romero)
El único convento de Medina Sidonia que ya se hallaba restablecido en ese momento era el Convento-Hospital de San Juan de Dios, por cuyo motivo no se comprendía en esta Razón. Por un poder que otorgan sus conventuales el 31 de mayo de 1813 al religioso de Cádiz fray Francisco Gutiérrez para que les represente en pleitos, causas y negocios, sabemos que formaban esta comunidad: su prior, fray Agustín de Argüelles; el presbítero fray Manuel Jaime; y los religiosos: fray Pedro de Medina, fray José Ruiz, fray Manuel Reina, fray José de las Navas, fray Juan Lainiel y fray Manuel Fernández.

martes, octubre 01, 2013

Historias de Medina Sidonia (XIII)

Portada de la edición de 1568 de la obra de Pedro de Medina
La leyenda de Baucio Caropo (VI)

Siguiendo con su “adaptación”, Pedro de Medina convierte en natural de Sidón al héroe de la revuelta turdetana contra los cartagineses, Baucio Caropo, de quien Florián de Ocampo había dicho que era natural de Turdeto.

OCAMPO.- Entre las quales personas dizen auer sido principal capitan y caudillo sobre todos vno llamado Bauçio caropo, o segun lo nonbra don Sebastian eleto de Salamanca enel prologo de sus historias, Boçio capeto/ natural y morador en aquel pueblo de Turdeto (…)

MEDINA.- Entre los quales se escriue auer sido principal capitan y caudillo sobre todos vn varon llamado Baucio Caropo, segun lo nombra don Sebastian electo de Salamanca en el prologo de sus historias, Bocio Capeto natural de aquesta ciudad de Sidon.

Según Ocampo este caudillo había sido llamado “Bocio Capeto” por don Sebastián, electo que se decía de Salamanca, de quien en el prólogo a su obra refiere que había relatado la historia de España desde la época de Don Pelayo hasta la de Alfonso II el Casto. Los seguidores de Ocampo fueron repitiendo estas mismas palabras sin atender a su comprobación. Sin embargo, cuando se habla de la gesta de "Baucio Capeto" en la Historia general de España, escrita, enmendada y añadida por el P. Juan de Mariana, con notas y observaciones críticas, continuada hasta el año de 1851, t. I, p. 20 (Madrid, Oficinas y Establecimiento Tipográfico del Semanario Pintoresco Español y de La Ilustración, 1852) leemos en nota a pie de página:

Ciudad de Turdeto. Las juntas de los Españoles en Turdeto (ciudad no mencionada por ningún geógrafo), elección de Baucio Capeto en general de los Turdetanos, y finalmente toda esta guerra que con tan hermosos colores describe nuestro autor, es una novela forjada por Ocampo y otros, que dio motivo al Dr. Alderete para decir que estimara en mucho nos dieran los autores de donde se ha sacado. Acaso Ferreras señaló a Silio Itálico, pero no se halla tal cosa en los XVII libros de la Guerra Púnica. Ocampo, lib. II, cap. XXXII, dice que “D. Sebastian electo de Salamanca nombra al capitán Bocio Capeto en el prólogo de sus Historias”. Pero, si este D. Sebastián es el prelado a quien se atribuye el Cronicón de D. Alfonso Magno, no hallamos tal especie en las ediciones que hasta ahora han visto la luz pública; y así, o se engañó Ocampo, o disfrutó algún códice más completo, o es obra diferente.

No conocemos el texto en que el humanista Diego Gracián de Alderete (1510-1600) se refiere a este pasaje de la Crónica de Ocampo. Es seguro que nada se dice de la historia de Baucio Caropo o Bocio Capeto en las Punica de Silio Itálico, como había supuesto el historiador Juan de Ferreras y García (1652-1735). Y efectivamente, nada sobre Bocio Capeto puede leerse en las actuales ediciones de la Cronica Ad Sebastianum, escrita en el siglo IX y atribuida a Sebastián, obispo de Salmanca y sobrino del rey Alfonso III, ni en la Crónica Rotense ni en la Crónica Albeldense, las más antiguas crónicas de los reyes de Asturias. Todo ello nos hace suponer, como al autor de la nota de la obra de Juan de Mariana, que la historia de Baucio Caropo no es más que un invento de Florián de Ocampo; y que Pedro de Medina no hace sino dar pábulo a esta leyenda mistificándola a su antojo.  
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