jueves, junio 21, 2012

Thebussem (XX)



Desembarco del rey Fernando VII en el Puerto de Santa María en 1823, Grabado anónimo, B.N.E.
  Baila-Bonita, un gaditanísimo y verídico cuento del Doctor Thebussem (2)

Volviendo a mi cuento, diré que Chano García, a quien por sus descomunales y puntiagudas narices llamaban "el Chato", era hombre listo, decidor y gracioso a la andaluza. Sintió la desgracia de su hermano todo lo que podía sentirla un freidor de pescado, y murmuró del poder de Riego cuando no pudo salvarlo de un triste presidio. Por esta causa redobló su odio a los liberales, declarándose blanco legítimo y a carta cabal.

Ocurrían estos sucesos por julio de 1823, en cuya época se hallaba en Cádiz Fernando VII, traído y llevado al estricote por las Cortes del Reino. (1) El Monarca, zumbón y aficionado al trato de la gente del pueblo, tenía su pequeña tertulia, a la cual concurrían un avispado Macareno, un sanluqueño a quien el rey llamaba fray Manzanilla, y nuestro Chato el freidor. Con remontar su cometa, tocar el violín y escuchar los disparates de sus tertulianos, que en ponderativos eclipsaban al mismísimo Madodito Gázquez, (2) distraía Fernando por algunas horas sus pesares y sus desabrimientos políticos.

La noche que había concierto se verificaba del modo siguiente. El Rey tomaba la presidencia dando la espalda a los coristas, y éstos cantaban al compás del violín real la cancioncilla de

Ese narizotas
Cara de pastel,
Ese narizotas
Ya sé lo que es.

De seguida el Monarca se volvía de cara, y variando la letra, decía:

Este narizotas,
Cara de pastel,
Este narizotas
Os ha de moler.

La música de esta letra (que ahora se publica por primera vez gracias al favor del maestro don Francisco Callealta) es la que sigue: 

Cuando tocaba el turno a los cuentos o ponderaciones, solía abrir Fernando VII una especie de concurso.

―Esta noche daré esa onza de oro ―y arrojaba al suelo la moneda― al que me pida mayor suma de dinero. Habla tú , Macareno; pide, hijo mío, pide sin cortedad que en el pedir no hay engaño.

―Señor ―dijo― yo quisiera la plaza de toros de Sevilla llena de agujas con un colmo tan alto como la Giralda… Y luego que se hiciesen talegones hasta desgastar y romper todas las agujas… Y después que estos talegones se me llenasen con onzas de oro. (Y el Macareno pareció quedar ufano de su demanda).

―Y tú, fray Manzanilla, ¿qué deseas?

―Señor, yo me contento con doscientos maestros de escuela…, y que, convertida la mar en tinta fina de escribir, me hagan números chiquitos hasta que la mar quede seca. Y que la suma de estos guarismos en fila, se me dé en talegas de mil onzas cada una. (Y fray Manzanilla miró con desprecio al Macareno).

 ―Vaya, Chato valiente, anda con ellos ―dijo el Rey―. Creo que llegas tarde y que te han ganado por la mano.

 Señor repuso éste rascándose la cabeza y algo turulato―, Vuestra Majestad sabe que yo no soy avaricioso… Por mí nada pido, ni deseo mal a nadie. Pero, en fin, si este par de pobretes se mueren hogaño, y ambos me nombran heredero, y logro vender o arrendar la freiduría, y Dios no me alarga mucho la vida, y procuro ser económico en los gastos…, creo que tendré un pasar para mi vejez. (Al Chato se adjudicó la onza de oro del certamen).

(Continuará)

(1) El Rey llegaba a Cádiz el 15 de junio de 1823 como prisionero del Gobierno liberal, poco después la ciudad se vería asediada por los Cien Mil Hijos de San Luis mandados por el Duque de Angulema.
(2) Personaje proverbial al que desconocemos.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...