miércoles, junio 27, 2012

Thebussem (XXI)


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El general Riego arrastrado en un serón camino del patíbulo. Imagen tomada de http://www.culturandalucia.com

Baila-Bonita, un gaditanísimo y verídico cuento del Doctor Thebussem (3)


En ocasiones deseaba el Rey escuchar andaluzadas inverosímiles que le hiciesen prorrumpir en

¡ESO ES MENTIRA!

Y ofrecía como premio una gracia de las que se hallasen en las atribuciones del poder Real. Este galardón resultaba ilusorio, porque Fernando VII daba por ciertos y probados cuantos embustes le referían.

Obediente sin embargo el senado, manifestó el Macareno que en época de lluvias atravesó el Guadalquivir con su recua de mulos, y que la riada era tan grande que una bandada de palomos que estaba en la orilla no se aventuró a pasar.

―Nada tiene eso de raro ―dijo el Rey―; los palomos son cortos de genio, temerían ahogarse, y anduvieron advertidos esperando a que bajara el torrente. Aquí me tienes a mí, que sin ser palomo estoy también en la orilla.

―Dice muy bien Vuestra Majestad ―agregó fray Manzanilla―. Para aves valientes, los aguiluchos. Vi yo uno clavar las uñas en el molino de viento de mi tierra, y llevárselo entero por los aires. Y lo más particular fue que siguió moliendo trigo y echando harina, y que ésta llegaba a la tierra convertida en… rosquetes y en buñuelos enmelados.

―Todo eso se explica ―advirtió el Rey― por la fuerza del aguilucho, por el calor de la atmósfera y por los muchos colmenares que hay en tu tierra.

El Chato se hallaba como distraído y adormilado. Cuando Fernando VII le mandó que hablase, empezó a balbucir excusas y a pedir perdones con tono humilde y suplicante.

―Sí, hombre, sí, yo te perdono; pero habla, di algo, no seas cobarde…

―Pues contando con el perdón de Vuestra Majestad, yo repetiría lo que Vuestra Majestad me dijo el sábado por la noche…

―Hijo mío, repítelo sin miedo: ¿qué te dije yo el sábado por la noche?

―¡Pues qué…! ¿No recuerda Vuestra Majestad que al salir de esta misma cámara, y hablándome al oído, me dio su Real palabra de sacar a mi pobre hermano de las Cuatro Torres?

―¡ESO ES MEN…! ―replicó con vehemencia el Rey, pero refrenando la lengua prosiguió con sorna― ESO ES MENESTER… que esperes unos días a fin de que yo trate el asunto y ajuste las cuentas (que no tardará mucho) a su gran padrino Riego; entonces tendrá mi perdón tu pobrecito hermano
(Continuará)

jueves, junio 21, 2012

Thebussem (XX)



Desembarco del rey Fernando VII en el Puerto de Santa María en 1823, Grabado anónimo, B.N.E.
  Baila-Bonita, un gaditanísimo y verídico cuento del Doctor Thebussem (2)

Volviendo a mi cuento, diré que Chano García, a quien por sus descomunales y puntiagudas narices llamaban "el Chato", era hombre listo, decidor y gracioso a la andaluza. Sintió la desgracia de su hermano todo lo que podía sentirla un freidor de pescado, y murmuró del poder de Riego cuando no pudo salvarlo de un triste presidio. Por esta causa redobló su odio a los liberales, declarándose blanco legítimo y a carta cabal.

Ocurrían estos sucesos por julio de 1823, en cuya época se hallaba en Cádiz Fernando VII, traído y llevado al estricote por las Cortes del Reino. (1) El Monarca, zumbón y aficionado al trato de la gente del pueblo, tenía su pequeña tertulia, a la cual concurrían un avispado Macareno, un sanluqueño a quien el rey llamaba fray Manzanilla, y nuestro Chato el freidor. Con remontar su cometa, tocar el violín y escuchar los disparates de sus tertulianos, que en ponderativos eclipsaban al mismísimo Madodito Gázquez, (2) distraía Fernando por algunas horas sus pesares y sus desabrimientos políticos.

La noche que había concierto se verificaba del modo siguiente. El Rey tomaba la presidencia dando la espalda a los coristas, y éstos cantaban al compás del violín real la cancioncilla de

Ese narizotas
Cara de pastel,
Ese narizotas
Ya sé lo que es.

De seguida el Monarca se volvía de cara, y variando la letra, decía:

Este narizotas,
Cara de pastel,
Este narizotas
Os ha de moler.

La música de esta letra (que ahora se publica por primera vez gracias al favor del maestro don Francisco Callealta) es la que sigue: 

Cuando tocaba el turno a los cuentos o ponderaciones, solía abrir Fernando VII una especie de concurso.

―Esta noche daré esa onza de oro ―y arrojaba al suelo la moneda― al que me pida mayor suma de dinero. Habla tú , Macareno; pide, hijo mío, pide sin cortedad que en el pedir no hay engaño.

―Señor ―dijo― yo quisiera la plaza de toros de Sevilla llena de agujas con un colmo tan alto como la Giralda… Y luego que se hiciesen talegones hasta desgastar y romper todas las agujas… Y después que estos talegones se me llenasen con onzas de oro. (Y el Macareno pareció quedar ufano de su demanda).

―Y tú, fray Manzanilla, ¿qué deseas?

―Señor, yo me contento con doscientos maestros de escuela…, y que, convertida la mar en tinta fina de escribir, me hagan números chiquitos hasta que la mar quede seca. Y que la suma de estos guarismos en fila, se me dé en talegas de mil onzas cada una. (Y fray Manzanilla miró con desprecio al Macareno).

 ―Vaya, Chato valiente, anda con ellos ―dijo el Rey―. Creo que llegas tarde y que te han ganado por la mano.

 Señor repuso éste rascándose la cabeza y algo turulato―, Vuestra Majestad sabe que yo no soy avaricioso… Por mí nada pido, ni deseo mal a nadie. Pero, en fin, si este par de pobretes se mueren hogaño, y ambos me nombran heredero, y logro vender o arrendar la freiduría, y Dios no me alarga mucho la vida, y procuro ser económico en los gastos…, creo que tendré un pasar para mi vejez. (Al Chato se adjudicó la onza de oro del certamen).

(Continuará)

(1) El Rey llegaba a Cádiz el 15 de junio de 1823 como prisionero del Gobierno liberal, poco después la ciudad se vería asediada por los Cien Mil Hijos de San Luis mandados por el Duque de Angulema.
(2) Personaje proverbial al que desconocemos.

lunes, junio 18, 2012

Thebussem (XIX)

Baila-Bonita, un gaditanísimo y verídico cuento del Doctor Thebussem (1)



Curro García y Chano García fueron dos granujas gaditanos que vinieron al mundo en el Barrio de la Viña hacia 1790.

Después de rodar en varios oficios y menesteres, sin prosperar en ninguno, y de sufrir persecuciones de la justicia, Curro tomó un ventorrillo de Puerta Tierra,(1) y Chano una freiduría (2) de pescado en la esquina de Porriño. (3)

Ambos habían perdido sus verdaderos nombres. Curro, que era matón y enamorado, fundaba su vanidad en sacar al fandango la mejor moza del concurso.

―Yo ―repetía― siempre bailo con la más bonita.

Y esto bastó para ganarse por unanimidad el poético apodo de Baila-Bonita.

Llevaba ya tres años de medrar con su ventorrillo, de encubrir contrabando, de bautizar vino (4) y de ser negro (5) furibundo y más liberal que el mismo Riego (al cual tuvo la honra de dar la mano), cuando una tarde cierto borracho impertinente, y lo que es peor, sin dinero ni prenda que lo valiese, se empeñó en no pagar los cuarenta y siete cuartos del queso, pan, almejas, manzanilla y aceitunas que había consumido en el establecimiento.

―Señor Baila-Bonita o Baila-Feíta ―exclamaba el borracho― si yo no tengo parnés, tampoco me llevo nada de la tienda; lo que he comido, se halla aquí…, aquí en mi barriguita, de modo que sáquemelo vuestra merced…, quedamos en paz, y ¡¡¡viva el rey disoluto!!! (6)

Y Baila-Bonita, irritado y colérico con la burla, levanta la navaja con que se hallaba picando tabaco, arremete con el chuzón, y le da tal puñalada en el vientre que las tripas del difunto salieron a relucir como las de caballo de toros.

Resultado: que a buen componer, y gracias al ciudadano Riego, se arregló la cosa con seis años de presidio en Cuatro Torres. (7)

Dirigía el establecimiento un capitán retirado, hombre de pelo en pecho, que se llamaba don Andrés Mateo Moreno. Y como era servil, o sea blanco, y le causaba enojo el color que revelaba su apellido, compuso y repetía con frecuencia esta redondilla:

Aunque es Moreno no es NEGRO,
Pues según voz general,
Es más BLANCO que un panal
Don Andrés Mateo Moreno.

El favor que dispensó al reo fue ceñirle la cadena más pesada que existía en la casa, porque siendo también la más bonita, era natural que le agradase para bailar con ella a todo su talante y voluntad.

La espístola de Riego recomendando el proceso a un oidor de Sevilla decía entre otras cosas:

Pido que se le haga gracia por ser patriota liberal de buen corazon, que dió el nabajaso por la hobsecacion y la confucion en que se hallaba en aquella ocasion, sin darse la razon de que lo daba, y deseo y quiero que se sepa que a mis recomendaciones deberá García su triunfo.

En fin, la tal carta confirma las palabras de Galiano cuando escribió “que la instrucción de Riego era corta y superficial, no muy agudo su ingenio ni sano su discurso, y con puerilidades de vanidad increíble". (8) Creo que este ejemplo basta para demostrar de un modo evidente que pueden juntarse las condiciones necesarias para ser a un mismo tiempo héroe de Las Cabezas y tonto de la cabeza.

(Continuará)

Vista aérea del penal de Cuatro Torres en La Carraca. Foto tomada de http://www.franciscodemiranda./
info/es
(1) Así llaman en Cádiz al espacio (en el momento de la historia, simple arrabal de huertas y vaquerías) situado delante de las puertas de la muralla que da al istmo.
(2) La palabra "freiduría" no aparecía recogida en este momento en el Diccionario de la Real Academia por lo que Thebussem la escribe en cursiva.
(3) Ramón Solís en El Cádiz de las Cortes (Cádiz, Sílex, 2000, p. 48) dice: "También recibían un nombre especial las esquinas de las calles Sacramento y Herrón con Amargura. En el siglo XVII se llamaron del Carmen, y en la época que estudiamos, de Porriño".
(4) Mezclar el vino con agua para obtener mayor ganancia.
(5) "Negro" era sinónimo de liberal o constitucionalista, frente a "blanco" o realista.
(6) El borracho confundió los términos "absoluto" y "disoluto" al referirse a Fernando VII.
(7) El penal del Arsenal de La Carraca.
(8) El retrato de Riego del que Thebussem extrae estas palabras aparece en las Memorias de don Antonio Alcalá Galiano.

jueves, junio 14, 2012

El lamento de Ariadna (X)


Ariadna abandonada por Teseo en Naxos, Círculo de Adriaen van Stalbemt

"A Ariadna dejada de Teseo", Juan de Arguijo. Soneto

"¿A quién me quejaré del cruel engaño,
árboles mudos, en mi triste duelo,
sordo mar, tierra extraña, nuevo cielo,
fingido amor, costoso desengaño?

Huyó el pérfido autor de tanto daño
y quedé sola en peregrino suelo
do no espero a mis lágrimas consuelo,
que no permite alivio mal tamaño.

Dioses, si entre vosotros hizo alguno
de un desamor ingrato amarga prueba
vengadme, os ruego, del traidor Teseo."

Tal se queja Ariadna en importuno
lamento al cielo y entretanto lleva
el mar su llanto, el viento su deseo.

Juan de Arguijo (1567-1622), hijo de adinerada familia (su padre fue traficante de esclavos),  poeta sevillano perteneciente a la escuela de Fernando de Herrera conocido con el sobrenombre poético de "Arcicio", fue persona destacada en la vida social, literaria y musical de la Sevilla barroca. Estudió en los jesuitas, desempeñó cargos oficiales de importancia y gozó de una gran fortuna que dilapidó con sus calaveradas y su desordenada vida. Reunió a su alrededor a un amplio círculo de intelectuales, y fue el mecenas sevillano de Lope de Vega, quien le dedicó sus Rimas. Rodrigo Caro le llamó el "Apolo de todos los poetas de su patria".  Apenas escribió cien poemas que, salvo los recogidos por el antequerano Pedro de Espinosa en su Primera parte de Flores de poetas ilustres de España, dividida en dos libros... (Valladolid, Luis Sánchez, 1605), y unos pocos más, permanecieron inéditos largo tiempo hasta la publicación de Sonetos de don Juan de Arguijo a cargo de Juan Colón y Colón (Sevilla, Imprenta de Álvarez y Compañía, 1841). Y es que cultivó Arguijo particularmente el soneto inspirándose en los temas y las formas clásicas. La historia de Roma y la mitología fueron sus argumentos más frecuentes: "A Baco", "A Rómulo", "A Lucrecia", "A Sísifo", "A Ícaro"... Al regusto por el desengaño propio de los poetas barrocos suman sus composiciones un cuidado tan exquisito de las formas y una atención tal a los modelos latinos que se convirtió, junto a los renacentistas, en uno de los autores favoritos de los neoclásicos españoles.

http://www.biblioteca-antologica.org
http://www.wikigallery.org

jueves, junio 07, 2012

El lamento de Ariadna (IX)


Baco y Ariadna, Tiziano (h. 1522-1523), National Gallery (Londres)
Probablemente la pintura más famosa sobre el tema de Ariadna abandonada sea la que Tiziano Vecellio realizó para la decoración de la Cámara de Alabastro del castillo de Ferrara titulada Baco y Ariadna. En 1516, año en que fuera nombrado pintor oficial de la República de Venecia, Tiziano trabó amistad con Alfonso de Este, duque de Ferrara, quien enseguida le hizo algunos encargos y para quien poco después compondría tres magníficas escenas mitológicas: Ofrenda a Venus (1518-1519), la Bacanal de los andrios (1523-1526) -ambas hoy en el Museo del Prado- y la pintura de que tratamos. El Duque quería contar con una estancia semejante al studiolo de Isabel de Este en Mantua, y había dispuesto que se decorara con una serie de ocho bacanales que realizarían los pintores más importantes del momento (Bellini, Rafael y fra Bartolomeo, entre otros), que habrían de inspirarse en  pasajes de la literatura clásica. Bellini había entregado su Festín de Baco en 1514 (National Gallery de Washington); Rafael, a quien sorprendió la muerte en 1520, no pudo llevar a cabo el encargado Triunfo de Baco; y fra Bartolomeo murió en 1517 cuando trabajaba en una Ofrenda a Venus. Sería precisamente entonces cuando el Duque se dirigió a Tiziano exponiéndole el plan de su  obra y haciéndole llegar el boceto del pintor florentino. 

Tiziano trabajaría con total libertad en estas sus primeras "mitologías" anteponiendo sus preocupaciones meramente artísticas (color, luz, forma y perspectiva) al ejercicio de erudición mitológica y arqueológica que suponían tales obras. Durante algún tiempo, no obstante, la pintura Baco y Ariadna sería conocida como Laocoonte, precisamente por la imponente figura del hombre rodeado de serpientes del primer plano, que recordaba el reciente hallazgo (1506) del grupo escultórico Laocoonte y sus hijos (Museos Vaticanos). Esta pintura se inspira básicamente en los versos 250-264 del poema 64 de Catulo que siguen al "Lamento de Ariadna", del que ya tratamos.

Quae tum prospectans cedentem maesta carinam

Multiplices animo uoluebat saucia curas.
At parte ex alia florens uolitabat Iacchus

Cum thiaso Satyrorum et Nysigenis Silenis,
Te quaerens, Ariadna, tuoque incensus amore.
.................................................................................
Quae tum alacres passim lymphata mente furebant
Euhoe bacchantes, euhoe capita inflectentes.
Harum pars tecta quatiebant cuspide thyrsos,
Pars e diuolso iactabant membra iuuenco,
Pars sese tortis serpentibus incingebant,
Pars obscura cauis celebrabant orgia cistis,
Orgia quae frustra cupiunt audire profani;
Plangebant aliae proceris tympana palmis,
Aut tereti tenuis tinnitus aere ciebant;
Multis raucisonos efflabant cornua bombos
Barbaraque horribili stridebat tibia cantu.

Ella en tanto, triste, dirigiendo su mirada a la quilla que se alejaba,

Herida, a mil preocupaciones daba vueltas en su mente.
Mas por otra parte revoloteaba el floreciente Iaco
Con su cortejo de sátiros y con los silenos de Nisa,
Buscándote, Ariadna, enardecido de amor a ti.
Con él, alegres, con la cabeza ida, por todas partes deliraban
Las bacantes, "¡Evohé, evohé!", sacudiendo sus cabezas.
Parte de ellas blandía tirsos con su extremo cubierto,
Parte zarandeaba los miembros de un novillo descuartizado,

Parte se ceñía con retorcidas serpientes,
Parte daba culto a los objetos sagrados en cóncavas cestas ocultos,
Objetos de los que en vano desean saber los profanos.
Tocaban otras sus panderos con las palmas en alto,
O del redondeado bronce extraían agudos sonidos,
Para muchas proferían sus cuernos roncos ruidos

Y la flauta bárbara rechinaba con su horrible canto.

Sin solución de continuidad, como en los versos, Teseo se aleja en el cuadro (véase la nave al fondo a la izquierda en el horizonte), y Ariadna se ve sorprendida por un Dioniso que "revolotea" desde su carro. Al fondo, entre la arboleda, contemplamos al ebrio y gordo Sileno sobre su burro; las ménades tocan sus címbalos y panderos; un danzante enarbola la pata de un novillo, cuya cabeza aparece en el suelo arrastrada por un sátiro niño que mira descaradamente al espectador... Tiziano nos sorprende con el detalle del perrillo (¿símbolo de la fidelidad conyugal?) que ladra ante el ruidoso cortejo. El artista ha sustituido los tigres o panteras que tiran habitualmente del carro del dios por unos hieráticos leopardos, y ha querido colocar sobre la figura de la princesa cretense la Corona, constelación de estrellas en que, según una tradición, se convertiría a su muerte la diadema que Dioniso le regaló en sus bodas; o, según otra, era la del propio dios, en principio rechazado por la muchacha, a quien quiso demostrarle su poder con esta transformación. Refiere Ovidio en Metamorfosis 8, 175-182:


(...) desertae et multa querenti
Amplexus et opem Liber tulit, utque perenni
Sidere clara foret, sumptam de fronte coronam
Inmisit caelo: tenues volat illa per auras
Dumque volat, gemmae nitidos vertuntur in ignes
Consistuntque loco specie remanente coronae,
Qui medius Nixique genu est Anguemque tenentis.
 
 (...) A ésta, abandonada y muy quejosa,
Abrazos y socorro le trajo Líber, y para que con una estrella
Eterna fuese notoria, la corona que le quitó de la frente
La envió al cielo. Vuela aquélla por los aires ligeros,
Y, mientras vuela, las piedras preciosas se transforman en fuegos brillantes
Y se detienen, manteniéndose el aspecto de la corona, en un lugar
Que está entre el que se apoya en su rodilla y el que sostiene la serpiente. 

Los personajes se funden con el paisaje, algo que Tiziano había aprendido de Giorgione; un paisaje que se hace partícipe del dramatismo de la escena: como los danzantes parece agitarse la arboleda. Y siguiendo la tradición paisajística flamenca, ocupa el fondo una amplia gama de azules, mientras los verdes se van abriendo paso a medida que nos acercamos al primer plano. donde se imponen los tonos cálidos. Aquí, el pintor hace gala de su precisión cromática, que cobra esplendor en el trabajo de los mantos.
Ariadna abandonada por Teseo, Girolamo del Pacchia (1515-1520)
Bastante más modesta es la aportación al tema del pintor sienés Girolamo de Giovanni, llamado Il Pacchia (1477- post 1535), el óleo sobre tabla Ariadna abandonada por Teseo, fechado entre 1515 y 1520, que guarda la Colección del Palazzo Chigi Saracini de Siena, sede desde 1932 de la Accademia Musicale Chigiana. Pintor a caballo entre el Quatroccento y el Cinquecento, la obra de Il Pacchia supone, en general, un ejemplo de la transición del Renacimiento al Manierismo. En la tabla en cuestión, Ariadna, ataviada a la griega, se muestra en vano a los tripulantes de la anacrónica nave en la que se marcha Teseo. Otras embarcaciones de tenor semejante se alejan hacia el horizonte contribuyendo su dibujo al logro de la perspectiva, un tanto descuidada en el primer plano (desproporción del tamaño del navío) y en el "rompimiento celestial" que supone la llegada del dios Dioniso en su carro.


Finalizamos con una deliciosa nueva iluminación realizada para la traducción al francés de Heroidas de Ovidio obra de Octavien de Saint-Gelais. Atribuida al autor de la Crónica Escandalosa, activo entre 1490 y 1510, suele datarse en 1493 y se ha subastado en julio de 2010 en Christie´s. Con el anacronismo habitual en ellas, presenta a Ariadna despertando en el tálamo (a la izquierda), quejándose (en primer plano) y agitando su manto prendido de una estaca mientras contempla el navío que se pierde en el horizonte (al fondo). Al pie de la escena principal, una viñeta muestra el Laberinto, el acuerdo entre Teseo y Ariadna, y la muerte del Minotauro por aquél, ataviado como un príncipe del Renacimiento.

viernes, junio 01, 2012

Thebussem (XVIII)

EL GLOTÓN
"El glotón", La Ilustración Ibérica (1884)
"Disconformes"

Vista la respuesta de ALDHARA al artículo “Con dos dedos” de Thebussem, un punto exaltada si cabe, don Óscar Rochelt, que era quien había realizado la consulta sobre el modo de comer las aceitunas en la mesa, decidió terciar remitiendo a Blanco y Negro su escrito “Disconformes”, de tono conciliador aunque inclinado a apoyar las propuestas del gastrónomo asidonense. Se publicó el 21 de febrero de 1892.

Vistos los escritos del Dr. Thebussem y de Aldhara,

Considerando que ninguno de dichos señores ha tenido ánimo de predicar, sentenciar ni discutir;

Considerando que la calle es de todos;

Sin ánimo de discutir, sentenciar ni predicar, y como mejor proceda,

Comparezco en el pleito de las aceitunas a echar mi cuarto a dedos. A dedos, sí; que a espadas, cuchillos o tenedores no pondría un ochavo.

Soy de opinión de que lo sencillo y lo natural es lo más elegante, siempre, por supuesto que, procediendo natural y sencillamente, no dejemos a los demás descontentos de nosotros.

Enmendar la plana a la Naturaleza es muy grave, y puesto que tan sabia madre nos dio unas manos admirables, sirvámonos de las manos siempre que podamos hacerlo sin escándalo ni porquería.

Usar con acierto cuchillo, tenedor y cuchara no es enmendar a la Naturaleza: es ayudarla.

Con dificultad se podrá comer una chuleta mejor ni más pronto que con un tenedor y un cuchillo bien afilado; pero interponer un tenedor entre los dedos y las olivas enteras que se sirven como entremés, téngolo por inconveniencia; porque no teniendo el fruto ni su adobo nada que empuerque los dedos, el tenedor, de instrumento, se convierte en embeleco. Si la aceituna es de pulpa dura, corremos el riesgo de que salga disparada y vaya a parar adonde nos pese haberla echado; y si es de blanda, se expone uno a alancearla un buen rato, y al fin tener que tomarla con los dedos, o dejarla: lección y derrota lo primero; y vergüenza, lo segundo.

Además, creo que quien deja de servirse a tiempo de los dedos, semiconfiesa que no los tiene muy limpios.

La dama de quien habla Aldhara tendrá, sin duda, los dedos limpios y hasta pulquérrimos, razón de más para servirse de ellos; y si los tiene perfumados, otra razón de más para que sin andarse en remilgos tome las aceitunas con los dedos y dé gracias a la señora de la casa por la coyuntura que le ofrece para comer con los dedos aliñados a la aceituna, en vez de a la crema, brisa o céfiro, a que en mal hora se le ocurrió aliñárselos en el tocador antes de sentarse a la mesa. ¡Harto trabajo es ganar el pan con el sudor de la frente, sin añadir el de comerlo impregnado con vinagrillos de toilette!

Otra cosa. ¿Ya está seguro Aldhara de que la costumbre de ofrecer aceitunas en la punta del tenedor no se haya desterrado, no por no tomarlas el que las acepta con los dedos, sino por no tomarlas el que las ofrece con el tenedor?

Aldhara condena, y con razón, que del azafate (corbeille) o platillo donde se hallen las aceitunas, las tomemos con los instrumentos naturales. Los tales instrumentos son, en efecto, de uso absolutamente personal, lo cual creo que no pueda ponerse en duda.

Otrosí, digo que siento tener que separarme de la opinión de Aldhara en punto a los espárragos. A mí me parece que ha de ser más fácil mancharse la pechera tomándolos a tenedor, útil que creo que no hace falta usar, porque los espárragos, ni han de ensuciar los dedos, ni aun la servilleta con que después nos los enjuguemos. En cuanto a lo de quemarse, que también alega dicho señor, es una razón más en apoyo de lo que defiendo. Porque, si al echar los dedos los espárragos queman, los dejamos, y en paz. Pero, si después de cogidos con tenedor o a tenacilla, como Aldhara propone, los elevamos a la boca sin saber si queman o no, y resulta que efectivamente queman, o se abrasa uno la boca o los echa de ella. ¡Uf!

Creo también, como el Dr. Thebussem, que nunca debe elevarse a la boca el cuchillo, y el temor de la eterna zurdería que se le ocurre a Aldhara no lo tengo por muy fundado. La mano izquierda es tan hábil como la derecha, sólo que los hombres solemos empeñarnos en que no lo sea. En cuanto le confiamos cualquier cosa, acude solícita su destreza.

La mano izquierda rige y gobierna el caballo, así en el combate como en el paseo, y corre y salta veloz por los mástiles de los instrumentos de cuerda y por las octavas bajas del piano. En el juego de pelota clásico, en el juego a mano, el pelotari que no maneja la izquierda tan bien o aun mejor que la derecha, es un trauski, no vale para nada. ¿Y la mano izquierda del matador de toros? A la mano izquierda corresponde de derecho el tener el cigarrillo de papel, el uso y aun el abuso del cual es donaire exclusivo de la raza española. ¿Por qué, pues, no hemos de confiar el manejo del tenedor a la mano izquierda, si así conviene?

Estoy muy conforme también con el Doctor en que los ingleses finos son modelos de buen comer.

He visto a damas inglesas limpiar, sin auxilio de tenedor ni cuchillo, los huesos de la perdiz por modo admirablemente pulcro y silencioso, sin abrillantarse los labios ni los dedos, ni tanto siquiera como lo que aljofara un rocío de mayo los cálices de las rosas, y sin enseñar los dientes más de lo que permite una razonable coquetería.

Ya de antiguo eran los ingleses hábiles en la mesa. Así lo vemos en una Old Song:

Courteous he was, lowly and serviceable
And carved before his father at the table. (1)

Y en los tiempos modernos, ahí tenemos la guapeza y limpieza con que engulleron a Gibraltar, hueso que los españoles no podemos roer.

Óscar Rochelt

Bilbao, y febrero de 1892

(1). "Era cortés, humilde y servicial; y cortaba la carne para su padre antes de las comidas".
En el prólogo general de Los cuentos de Canterbury leemos estos versos en la descripción de las cualidades del joven escudero (vv. 101-102):
Courteous he was, lowly and serviceable,
And carved to serve his father at the table.
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