jueves, febrero 02, 2012

El gorrión de Lesbia (I)



Lesbia y su gorrión, Edward John Poynter (1907), Colección privada de Reino Unido
 CATVLLVS, carmen III

Lugete, o Veneres Cupidinesque,
Et quantum est hominum venustiorum.
Passer mortuus est meae puellae,
Passer, deliciae meae puellae,
Quem plus illa oculis suis amabat;
Nam mellitus erat suamque norat
Ipsam tam bene quam puella matrem
Nec sese a gremio illius movebat,
Sed circumsiliens modo huc modo illuc
Ad solam dominam usque pipiabat.
Qui nunc it per iter tenebricosum
Illuc, unde negant redire quemquam.
At vobis male sit, malae tenebrae
Orci, quae omnia bella devoratis;
Tam bellum mihi passerem abstulistis.
O factum male! o miselle passer!
Tua nunc opera meae puellae
Flendo turgidoli rubent ocelli.
...
Apenaos, Pasiones y Deseos,
Y cuanto hay de disfrute entre los hombres.
El gorrión de mi amada ha muerto,
El gorrión, goce de mi amada,
Al que ella más que a sus ojos quería;
Pues era dulce como la miel y a su dueña conocía
Tan bien como la hija a su madre;
Y no se movía de su regazo
Sino que, saltando de aquí para allá,
Sólo a su dueña sin cesar piaba.
Éste marcha ahora por un camino tenebroso,
Hacía allí de donde dicen que nadie vuelve.
Que el mal esté con vosotras, malvadas tinieblas
Del Orco, que todo lo hermoso devoráis.
Tan hermoso gorrión me quitasteis.
¡Qué herejía! ¡Desgraciadito gorrión!
Ahora, llorando por tus jugueteos,
Enrojecerán hinchaditos los ojos de mi amada.

Gayo Valerio Catulo (84-54 a. C.) se refiere a su amada Lesbia en 25 de los 116 poemas que de él se conservan. Desde la biografía del poeta que redactara el erudito alemán Ludwig Schwabe (Quaestiones Catullianae, 1862) se viene identificando a esta mujer con Clodia, hermana del tribuno Publio Clodio Pulcro y esposa del aristócrata Quinto Metelo Céler,  una noble conocida por su belleza, su talento para la poesía y un estilo de vida escandaloso que le llevaba a cambiar a menudo de amante. Cicerón en su Pro Caelio (35) se refiere a ella como deshonra de la estirpe Claudia, intrigante y necesitada de responder a variadas acusaciones sobre adulterios y francachelas:

Tu vero, mulier, (iam enim ipse tecum nulla persona introducta loquor) si ea, quae facis, quae dicis, quae insimulas, quae moliris, quae arguis, probare cogitas, rationem tantae familiaritatis, tantae consuetudinis, tantae coniunctionis reddas atque exponas necesse est. Accusatores quidem libidines, amores, adulteria, Baias, actas, convivia, comissationes, cantus, symphonias, navigia iactant, idemque significant nihil se te invita dicere.

El nombre Lesbia tiene el mismo valor métrico que Clodia, así que eran fácilmente intercambiables en el verso, y puede considerarse un homenaje de Catulo a Safo de Lesbos, cuya obra admiraba, aunque hay quien vea en él un reflejo de inclinaciones sexuales de su portadora.

El poeta refleja en sus composiciones las distintas etapas por las que pasó su romance, desde los momentos de mayor felicidad hasta los de mayor amargura al sentirse traicionado por las infidelidades de su amada. ¿Y dónde situar el poema en cuestión? Algunos piensan que en el apogeo de su relación, y consideran el pajarillo un símbolo del amor eterno, que finalmente murió; otros (desde los comentarios de Poliziano) ven en él connotaciones eróticas, interpretando que el pájaro es una metáfora del miembro viril del poeta, que ha sido incapaz de estar a la altura de los requerimientos femeninos. Así, por ejemplo, el poeta Marcial:

Epigr. 7, 14, 1-4 

Accidit infandum nostrae scelus, Aule, puellae;
Amisit lusus deliciasque suas:
Non quales teneri plorauit amica Catulli
Lesbia, nequitiis passeris orba sui,
...
Ha acontecido, Aulo, una terrible desgracia a nuestra amada;
Ha perdido sus juguetes y su placeres.
No los que lloró la amada del tierno Catulo,
Lesbia, privada de su gorrión por su impotencia...  

Epigr. 9, 6, 14-16

Da nunc basia, sed Catulliana:
Quae si tot fuerint quot ille dixit,
Donabo tibi passerem Catulli.
...
Dame ahora besos, pero como los de Catulo:
Que, si fueran tantos como él dijo,
Te daré el gorrión de Catulo.

En cualquier caso, el poema del pajarillo, gorrión o camachuelo   (vid. http://latunicadeneso.wordpress.com/tag/catulo/) de Catulo parece una parodia de los lamentos fúnebres de carácter popular (neniae), de donde toma elementos como el elogio del difunto, las repeticiones, las exclamaciones al comienzo y final de la composición, el tono familiar (diminutivos y sencillo léxico). Muy interesante al respecto es el artículo de Juan Luis Arcaz Pozo "Passer mortuus est" (http://www.ucm.es/BUCM/revistas/fll/11319062/articulos/CFCL9595120079A.PDF).

La pintura con que encabezamos esta entrada está considerada una de las más importantes de Edward John Poynter (1836-1919), gran amigo de Frederic Leighton, y fue presentada con gran éxito en la Royal Academy de Londres en 1907. Una mujer de belleza clásica llama la atención de su gorrión, que se posa sobre su brazo derecho; en el pelo lleva una guirnalda de violetas, símbolo de amor y fertilidad, flor empleada para fabricar pociones amorosas y, en época medieval, coronas para los poetas vencedores en concursos. Las rosas de Venus envuelven con su fragancia al personaje pero con ellas traen las espinas, las heridas de amor. Algunas son amarillas, símbolo de disminución del amor y la infidelidad. Tampoco la presencia de las uvas parece caprichosa: el grupo suspendido sobre el pecho tiene forma de corazón; las frutas simbolizan a menudo el hedonismo y, por supuesto, las uvas remiten a los placeres de Baco. Poynter presta gran atención a todos los detalles y al reflejo de las diferentes texturas, desde la del cojín con estampado dorado hasta la de la jaula de marfil colocada sobre la mesa de brilante mármol verde, o la del asiento tallado con su remate en forma de herma masculina. 

En 1906 había muerto Agnes (Aggie) Macdonald, esposa del artista, una de cuyas hermanas, Georgiana, estaba casada con el famoso pintor Edward Burne-Jones; otra, Alice, sería la madre de Rudyard Kipling; y Luisa, la madre de Stanley Baldwin, primer ministro de Reino Unido. Probablemente sea esta escena un homenaje a aquélla quien, como Clodia, era conocida por su belleza y su inteligencia. En 1902 Poynter había realizado ya un boceto de la obra mostrando a la protagonista en una pose muy similar aunque el gorrión aparecía sobre su hombro, no iba tocada con corona sino con el pelo recogido y, en lugar de uvas, portaba cerezas. Quizá la razón de cambiar estos detalles hay que buscarla en el estado emocional del pintor: las violetas simbolizan también el duelo y el afecto por los muertos; los tonos  púrpura de las uvas, la espiritualidad (http://www.bonhams.com/eur/sale/16766/lot/110/).

Tres años después de la muerte del artista, el cuadro se mostró en la Exposición de Invierno de la Real Academia, prestada por el coleccionista Lobo Harris, probablemente Harris Wolf (1833-1926), filántropo y rico comerciante. Luego fue adquirida por Oswald J. Finney (1880-1942).

No era ésta la primera vez que la pintura británica se había ocupado del tema, como veremos en las siguientes entradas, y tampoco sería la última.

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