martes, febrero 28, 2012

Sevilla (I)


"El Alcázar de Sevilla. Romance primero"
Ángel de Saavedra y Ramírez de Baquedano, Duque de Rivas


Magnífico es el Alcázar
Con que se ilustra Sevilla;
Deliciosos, sus jardines;
Su excelsa portada, rica.
De maderos entallados
En mil labores prolijas,
Se levanta el frontispicio
De resaltadas cornisas;
Y hay en ellas un letrero
Donde, con letras antiguas,
"Don Pedro hizo estos palacios"
Esculpido se divisa.
Mal dicen en sus salones
Las modernas fruslerías,
Mal en sus soberbios patios
Gente sin barba y ropilla.
¡Cuántas apacibles tardes,
En la grata compañía
De chistosos sevillanos
Y de sevillanas lindas,
Recorrí aquellos vergeles,
En cuya entrada se miran
Gigantes de arrayán hechos
Con actitudes distintas!
Las adelfas y naranjos
Forman calles extendidas,
Y un oscuro laberinto
Que a los hurtos de amor brinda.
Hay en tierra surtidores
Escondidos; se inprovisan,
Saltando entre los mosaicos
De pintadas piedrecillas.
Y a los forasteros mojan,
Con algazara y con risa
De los que, ya escarmentados,
El chasco pesado evitan.

* * *

En las tardes del estío,
Cuando al ocaso declina
El sol entre leves nubes,
Que de oro y grana matiza,
Aquel trasparente cielo
Con ráfagas purpurinas,
Cortado por un celaje
Que el céfiro manso riza;
Aquella atmósfera ardiente,
En que fuego se respira,
¡Qué languidez dan al cuerpo!
¡Qué temple al alma divina!
De los baños, tan famosos
Por quien los gozó, la vista,
La del soberbio edificio,
Obra gótica y morisca,
Tétrico en partes, en partes
Alegre, y en el que indican
Los dominios diferentes,
Ya reparos, ya ruinas;
Con recuerdos y memorias
De las edades antiguas
Y de los modernos años,
Embargan la fantasía.
El azahar y los jazmines,
Que si los ojos hechizan,
Embalsaman el ambiente
Con los aromas que espiran;
De las fuentes el mumurio,
La lejana gritería,
Que de la ciudad, del río,
De la alameda contigua,
De Triana y de la puente
Confusa llega perdida,
Con el son de las campanas
Que en la alta Giralda vibran,
Forman un todo encantado,
Que nunca jamás se olvida,
Y que, al recordarlo, siempre
Mi alma y corazón palpitan.

* * *

Muchas deliciosas noches,
Cuando aún ardiente latía
Mi ya helado pecho, alegres,
De concurrencia escogida,
Vi aquellos salones llenos,
Y a la juventud, cuadrillas
O contradanzas bailando
Al son de orquestas festivas.
En las doradas techumbres
Los pasos, la charla y risas
De las parejas gallardas,
Por amor tal vez unidas,
Con el son de los violines
Confundidos se extendían,
Acordes ecos hallando
Por las esmaltadas cimbrias.
Mas ¡ay! aquellos pensiles
No he pisado un solo día,
Sin ver (¡sueños de mi mente!)
La sombra de la Padilla
Lanzando un hondo gemido,
Cruzar leve ante mi vista,
Como un vapor, como un humo,
Que entre los árboles gira;
Ni entré en aquellos salones,
Sin figurárseme erguida,
Del fundador la fantasma
En helada sangre tinta.
Ni en el vestíbulo obscuro,
El que tiene en la cornisa
De los reyes los retratos,
El que en columnas estriba,
Al que adornan azulejos
Abajo, y esmalte arriba,
El que muestra en cada muro
Un rico balcón y, encima,
El hondo artesón dorado,
Que lo corona y atrista,
Sin ver en tierra un cadáver.
Aún en las losas se mira
Una tenaz mancha obscura...
¡Ni las edades la limpian!...
¡Sangre! ¡Sangre!... ¡Oh cielos, cuántos
Sin saber lo que es la pisan!


Patio de las Doncellas, Reales Alcázares (fotos J. Romero)

domingo, febrero 26, 2012

Thebussem (XII)

Membrete usado por Thebussem en su papel de cartas con la ficticia imagen de la Huerta de Cigarra
Un poema en honor del Doctor Thebussem

MI DÁDIVA

Si desde Cádiz contempláis el cerro
Que al Este se levanta,
Aguzad el oído hacia el destierro
De una mágica huerta, que es encierro
Que busca una Cigarra mientras canta.

Una ática Cigarra en quien domina
El Genio de las Gracias,
Y desde la muslímica Medina
Taracea la cosa más mezquina,
Borda ideas o enmela las audacias.

En disciplinas múltiples expande
Su valeroso empeño
Y, sin que el gusto ni el humor desmande,
Muchas veces se inspira con lo grande
Y otras con el doblez de lo pequeño.

Espíritu vivaz, gracia andaluza,
Noble ingenio castizo,
Se impregna en sal cuando los caños cruza,
Y halla en el fondo de la patria alcuza
Sobrado crisma para todo hechizo.

Observar que su fama meritoria,
Hace inútil su encierro:
Meridiana luz la hace notoria,
Y es pedestal de su fundada gloria
El medinense y encumbrado cerro.

Envío:
Amigos, si a esa Gades peregrina
Llegara un son lejano
Salpicado de brumas de marina…,
Juntadlo al himno que el amor destina
Al artista, al amigo y al anciano.

J. L. Estelrich

Este poema, compuesto en liras irregulares, fue remitido por J. L. Estelrich al Diario de Cádiz en noviembre de 1916 cuando este periódico y la granadina revista quincenal de artes y letras La Alhambra comenzaron a tratar la oportunidad de organizar un homenaje nacional al Doctor Thebussem para festejar el 80º aniversario de su nacimiento.

El abogado, poeta, crítico y traductor mallorquín Joan Luis Estelrich i Perelló (1856-1923) se confesaba admirador del asidonense y había pedido al Diario que “se hiciera llegar su poesía a los admiradores del Doctor Thebussem”.

Estelrich era catedrático de Literatura, y ejerció su magisterio en los institutos de Soria, Cádiz (1903-1910) y Mallorca (hasta su muerte). Correspondiente, como Thebussem, de la Real Academia Española de la Lengua, que en 1902 le había otorgado el premio Fastenrath y la medalla de oro, fue miembro también de las academias de Bellas Artes de San Fernando, de Buenas Letras de Barcelona y Sevilla y de la Hispanoamericana de Cádiz. Escribió en verso Primicias (1884), Estío (1884), Saludos (1887) y Poesías (1900); en prosa, Páginas mallorquinas (1912); y tradujo al castellano Viaje al Hartz, uno de los Cuadros de viaje de Heine, las Poesías líricas de Goethe y las Poesías líricas de Schiller; y al catalán, la Historia d'Alexandre el Gran‎de de Quinto Curcio (1925). Entre sus estudios críticos destaca "Influencia de la lengua y la literatura italiana en la lengua y la literatura castellana", volumen X de los Anales de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (Imprenta de Fortanet, 1913). Fue amigo y corresponsal de Juan Valera, Marcelino Menéndez Pelayo y Manuel Milá y Fontanals; y compiló una Antología de poetas líricos italianos traducidos al castellano (1200-1889), Palma de Mallorca, Diputación Provincial, 1889, 2 vols.

lunes, febrero 20, 2012

Ovidio, Amores I, 5

Girl in yellow drapery (Muchacha vestida de amarillo), John Willian Godward (1901), Colección privada 

Aestus erat, mediamque dies exegerat horam;
Adposui medio membra levanda toro.
Pars adaperta fuit, pars altera clausa fenestrae;
Quale fere silvae lumen habere solent,
Qualia sublucent fugiente crepuscula Phoebo,                      5
Aut ubi nox abiit, nec tamen orta dies.
Illa verecundis lux est praebenda puellis,
Qua timidus latebras speret habere pudor.
Ecce, Corinna venit, tunica velata recincta,
Candida dividua colla tegente coma,                                     10
Qualiter in thalamos formosa Semiramis isse
Dicitur, et multis Lais amata viris.
Deripui tunicam nec multum rara nocebat,
Pugnabat tunica sed tamen illa tegi.
Quae cum ita pugnaret, tamquam quae vincere nollet,   15
Victa est non aegre proditione sua.
Vt stetit ante oculos posito velamine nostros,
In toto nusquam corpore menda fuit.
Quos umeros, quales vidi tetigique lacertos!
Forma papillarum quam fuit apta premi!                              20
Quam castigato planus sub pectore venter!
Quantum et quale latus! quam iuvenale femur!
Singula quid referam? nil non laudabile vidi
Et nudam pressi corpus ad usque meum.
Cetera quis nescit? lassi requievimus ambo.                         25
Proveniant medii sic mihi saepe dies!


...

Calor hacía, y el día pasaba ya de su mitad;
Eché mi cuerpo en medio de la cama para aliviarlo.
Una hoja de la ventana se quedó abierta; la otra, cerrada.
Una luz como casi la que suelen tener los bosques,
Como reluce el crepúsculo cuando huye Febo
O cuando la noche se va y aún no ha nacido el día.
Ésa es la luz que ha de ofrecerse a las amantes vergonzosas,
La que dé esperanzas a su tímido pudor de encontrar escondrijos.
Y he aquí que aparece Corina, cubierta con una túnica desceñida,
Cubriendo su blanco cuello una cabellera dividida en dos,
Cual al tálamo la hermosa Semíramis se dice
Que fue, y Lais, amada por muchos hombres.
Le arranqué la túnica, y eso que, por transparente, poco estorbaba;
Con todo, ella peleaba por cubrirse con la túnica.
Y luchando como la que no quiere vencer,
Fue vencida no con dificultad a causa de su propia traición.
Cuando se quedó quieta ante mis ojos con la ropa ya quitada,
En parte alguna de su cuerpo apareció defecto:
¡Qué hombros, qué brazos vi y toqué!
¡La forma de sus tetas, qué apropiada para tocarlas!
¡Qué liso su vientre bajo el moderado pecho!
¡Qué grandes y hermosas sus caderas! ¡Qué muslo juvenil!
¿A qué referir detalle por detalle? Nada vi que no fuera digno de elogio.
Y desnuda la apreté contra mi cuerpo.
Lo demás, ¿quién no lo sabe? Fatigados descansamos ambos.
¡Que me vengan a menudo muchos mediodías como éste!

jueves, febrero 16, 2012

"Las habaneras de Cádiz" de Carlos Cano


I

Desde que estuve, niña, en La Habana
no se me puede olvidar
tanto Cádiz ante mi ventana, Tacita lejana,
aquella mañana pude contemplar...
Las olas de la Caleta, que es plata quieta,
rompían contra las rocas de aquel paseo
que al bamboleo de aquellas bocas
allí le llaman El Malecón...
Había coches de caballos, que era por mayo,
sonaban por la Alameda, por Puerta Tierra,
y me traían, ay, tierra mía,
desde mi Cádiz el mismo son...
El son de los Puertos, dulzor de guayaba,
calabazas, huertos...
Aún pregunto quién me lo cantaba...

Estribillo

Que tengo un amor en La Habana
y el otro en Andalucía,
no te he visto yo a ti, tierra mía,
más cerca que la mañana
que apareció en mi ventana
de La Habana colonial
"tó" Cádiz, la Catedral, La Viña y El Mentidero...
Y verán que no exagero
si al cantar la habanera repito:
La Habana es Cádiz con más negritos,
Cádiz, La Habana con más salero.

II

Verán que tengo mi alma en La Habana
no se me puede olvidar,
canto un tango y es una habanera,
la misma manera
tan dulce y galana y el mismo compás.
Por la parte del Caribe así se escribe
cuando una canción de amores, canción tan rica,
se la dedican los trovadores
a una muchacha o a una ciudad...
Y yo, Cádiz, te dedico y te lo explico
por qué te canto este tango que sabe a mango,
de esta manera esta habanera
de piriñaca y de Carnaval...
Son de chirigota, sabor de melaza,
Guantánamo y Rota...
¡Que lo canta ya un coro en la plaza!

Estribillo

Según contaba el propio Antonio Burgos, autor del poema "Habaneras de Cádiz", esta preciosa canción fue concebida con el cantautor Carlos Cano durante un fin de semana que pasaron en otoño de 1984 en el Coto de Doñana, inspirándose ambos en el Cádiz que habían  retenido sus pupilas y evocaron durante una visita a La Habana. Primero fue la letra y luego la música, pero fue preciso regresar a Cádiz para completar la obra: al Cádiz de Pemán y de su Viudita naviera, a los sonidos de la comparsa de Paco Alba...

Con la viudita
que se va a casar
por poder...,
por poder tener un "marío"
que la lleve a la "Alamea",
y con el chisme
que es como un jazmín
que se convierte en palmera...

y a los cuplés, que darían lugar al estribillo, basado en unas palabras de Lola Flores quien, interrogada tras una gira por la Cuba de Batista sobre cómo era La Habana, respondió con su gracia genial: "Hijo, esto es como Cádiz, pero con negros; y con más palmeras que las que hay en el Parque Genovés".

Carlos Cano incluyó la canción en su Cuaderno de coplas (1985), con el que daría un gran giro a su carrera, y no sólo por incorporarse al sello Ariola. Aunque muchas son las versiones que de ella se han hecho, y algunas tan magistrales como las de María Dolores Pradera o Pasión Vega, ninguna como la primera. En días en que uno pasea por la Alameda de Apodaca y se recrea frente a la Bahía en las murallitas de San Carlos, el soniquete de la habanera vuelve a la cabeza como atraído por el paisaje y el paisanaje.

Sólo quiere ser esta entrada un pequeño homenaje a un gran intérprete y a una ciudad que me enamora, y que ya luce engalanada para sus días grandes del Carnaval. Mi felicitación al autor del vídeo que nos permitimos adjuntar.

domingo, febrero 12, 2012

Historias de Medina Sidonia (III)


Vista de Medina Sidonia. Portfolio Fotográfico de España, h. 1915
Hace 100 años. Terribles lluvias traen la desolación al pueblo

Por distintos motivos y con muy diferentes agentes socioeconómicos, Medina Sidonia atravesaba en febrero de 1912 una situación tan crítica (si cabe emplear el término) como la actual.

El martes 6 La Correspondencia de España daba noticia de los graves daños que se estaban produciendo en los términos de Vejer y Medina, entre otras poblaciones de Andalucía Occidental, a causa de las constantes lluvias. Dos días después, el mismo periódico refería que el temporal persistía y que la carretera entre Medina Sidonia y Alcalá de los Gazules había quedado destrozada, existiendo cortes infranqueables. Según noticia llegada a la redacción el miércoles por la noche, la falta de jornales en el campo había obligado a socorrer con subsidios a 1.200 obreros (así lo aseguraba también La Época en su edición del mismo jueves 8), y la situación empezaba a complicarse por el disgusto de la mayoría de los jornaleros, que consideraban escasas las ayudas que se les facilitaban: “Después que 200 habían tomado los socorros, se negaron los restantes a tomarlos por creerlos insuficientes”. Una vez que se les convenció para que lo hicieran, el alcalde convocó a una reunión a los mayores contribuyentes, y acordaron en lo sucesivo aumentar una libra de pan en cada socorro.

En su número del domingo 11 de febrero La Correspondencia de España se ocupaba por extenso de la “situación desconsoladora” que sufrían varias comarcas de Andalucía por las continuas lluvias e inundaciones. Incluso el rey Alfonso XIII, acompañado de Canalejas, había viajado a Sevilla, donde algunos barrios presentaban un aspecto lamentable tras las riadas.

En Medina Sidonia no se daba abasto para socorrer a los afectados, también quedaba cortada la comunicación con Chiclana, campos y huertas se habían convertido en lagunas. La Guardia Civil había tenido que realizar varias operaciones de rescate aunque nada pudo hacerse para evitar la muerte de un niño arrastrado por un torrente.  

El lunes amaneció un día de sol primaveral, sin una nube en el cielo (La Correspondencia de España, 13 de febrero de 1912). Muchas familias se desplazaron desde Cádiz para interesarse por los resultados del temporal en Chiclana, Conil, Medina y otros pueblos, pero encontraron la carretera interceptada por los muchos carros volcados que había; los mismos que impedían el transporte de los abastecimientos necesarios para los mercados de la  capital. El lunes por la noche volvía a empeorar el tiempo cayendo una violenta lluvia por Puerto Real, Chiclana y Medina.

viernes, febrero 10, 2012

El gorrión de Lesbia (III)


Lesbia y el gorrión, Tony Robert-Fleury (h. 1872), Bowes Museum, Barnard Castle (Durham)
El tema de Lesbia y su gorrión ha servido de inspiración a gran cantidad de pintores. El francés Tony Robert-Fleury (París, 1837- Viroflay, 1912), hijo del también pintor Joseph-Nicolas Robert-Fleury y sucesor de Bouguereau al frente de la Sociedad de Artistas Franceses, nos presenta a la amada de Catulo en un primer plano, como una elegante dama recostada sobre un cojín jugueteando dulcemente con su pajarillo, que voletea y pía entre su mano izquierda y sus senos. La modelo de blanca piel posa mostrando el hombro derecho que sale de un delicado vestido a juego con la cinta que recoge su larga cabellera.

El gorrión de Lesbia, George William Joy (1896)
La Lesbia del pintor irlandés George William Joy (Dublín, 1844- Purbrook, Hampshire, 1925), formado en la Royal Academy de Londres junto a Millais o Leighton, parece estar recién salida del baño en el momento en que el pajarillo, llegado a la mesita contigua a su cama, la ha distraído de su sesión ante el espejo. Dirige su atención al animalito ofreciéndole una ramita (¿está moribundo?). La atmósfera  nos transporta más a Oriente que a la antigua Roma. La obra fue pintada en 1896 y exhibida en el Instituto de Pintores al Óleo al año siguiente.

En el Salón de París de 1899 se mostró la pintura de Léonce Joseph V. de Joncières (1871-1947), alumno de Gérôme y Bouguereau,  El gorrión de Lesbia. Claramente inspirada en los exteriores galantes de Alma-Tadema, nos presenta a Lesbia desfallecida volviendo su mirada a la jaula vacía, que reposa sobre un poyete de mármol. Catulo toma su mano derecha queriendo darle consuelo. Especialmente interesante resulta la sinfonía de blancos que contiene esta cuidada composición.

El gorrión de Lesbia, De Joncières (1899), Colección privada
El inglés John William Godward (1861-1922), protegido de Alma-Tadema, de quien aprendió el gusto por el detalle arqueológico, se ocupó del asunto en 1916. Aunque la pintura se conoce como Lesbia with her Sparrow, el pajarillo parece más bien un jilguero. Lesbia, con hermosa túnica azafranada prendida con cintas de púrpura y ceñida con estola, lo ha sacado de su jaula de marfil para que juegue con ella y lo mira absorta. La pintura que decora la habitación está inspirada en los frescos pompeyanos; el cartibulum o mesa de mármol sobre trapezóforos parece un correlato del de la casa de Octavio Primo de Pompeya; la silla tipo klismos sigue la moda griega...   

Lesbia con su gorrión, John William Godward (1916), Colección privada

http://www.pompeiiinpictures.net/R7/7%2015%2013%20p2.htm
No son demasiados los testimonios pictóricos que hemos hallado referidos al pasaje catuliano que venimos comentando anteriores al siglo XIX en el que, sobre todo en la Inglaterra Victoriana,  la literatura grecolatina sirvió frecuentemente de motivo de inspiración a los artistas. 

http://www.matthiesengallery.com/
Recientemente han salido a subasta el óleo del pintor italiano seguidor de Caravaggio Angelo Caroselli (1585-1652) Lesbia llorando a su gorrión; una aguada de la pintora neoclásica suizo-austriaca Angelica Kauffmann (1741-1807) titulada Catulo escribiendo su poema sobre la muerte del gorrión de Lesbia, que debió de servirle de boceto para un cuadro pintado en Roma en 1790 sobre este asunto; y un grabado inspirado en el mismo realizado por el artista italiano Luigi Schiavonetti (1765-1810).


domingo, febrero 05, 2012

El gorrión de Lesbia (II)



Catulo y Alma-Tadema

El tema de Lesbia y su gorrión fue tratado ya en 1865 por Lawrence Alma-Tadema en su primera serie de cuadros romanos, ambientados en interiores pompeyanos con paredes de vibrante color rojo. Catulo en casa de Lesbia presenta a la refinada mujer recostada en un diván atendiendo a dos de sus admiradores mientras Catulo llega con el gorrión muerto en su mano izquierda, más pesaroso que la propia dueña del pajarillo. El pintor parece asociar el momento con el del final de la relación amorosa: Lesbia mira al poeta con indiferencia, y éste parece indignado, aunque mudo, al dirigir su vista al elegante hombre que se sienta frente a la mujer y que porta una rosa, lo que evoca inevitablemente el poema 51:

Ille mi par esse deo videtur.
Ille, si fas est, superare divos,
Qui sedens adversus identidem te
Spectat et audit

Dulce ridentem, misero quod omnis
Eripit sensus mihi: nam simul te,
Lesbia, aspexi, nihil est super mi

Lingua sed torpet, tenuis sub artus
Flamma demanat, sonitu suopte
Tintinant aures gemina, teguntur
Lumina nocte.

Otium, Catulle, tibi molestum est,
Otio exsultas nimiumque gestis,
Otium et reges prius et beatas
Perdidit urbes.

..........

Aquél me parece que a los dioses alcanza,
Aquél, si puede decirse, que a los dioses supera,
Quien sentado ante ti continuamente
Te mira y te oye

Reír dulcemente, lo que a mí, desgraciado,
Me arranca todo el sentir; pues en cuanto te
He visto, Lesbia, nada queda de voz
En mi boca,

Sino que la lengua se me paraliza; por mis miembros mana
Un fuego sutil; con un sonido interior
Me pitan los oídos; se cubren mis ojos
Con una noche redoblada.

El ocio, Catulo, te resulta dañino;
Con el ocio te exaltas y te dejas llevar.
El ocio ha perdido antes a reyes y
Ricas ciudades.

La escena que pinta Alma-Tadema aparece repleta de esos objetos decorativos que el pintor conocía tan bien gracias a su biblioteca y a la colección de fotografías que había iniciado tras su primer viaje a Pompeya. Sobre la mesa de mármol tallado (cartibulum con trapezóforos) hay un rhyton o copa con forma de cabeza de carnero; también una vasija de plata o situla; y, a la derecha, una estatuilla de bronce. El escabel (scamnum) con patas adornadas con discos sobre el que se sienta el personaje de espaldas tiene su correlato en uno que se halla en el Museo Arqueológico de Nápoles, mientras los klismos o sillas griegas eran bien conocidos gracias a la decoración de piezas cerámicas y a la escultura. El busto femenino que se alza tras Lesbia se asemeja a algunos de época flavia, con su complejo peinado de rizos (aquí supondría un anacronismo evidente). Una guirnalda tapa la inscripción de su base, aunque deja asomar la C de "Clodia". Sobre él, la pintura de la pared recuerda el famoso conjunto escultórico de Pan con una cabra, procedente de Herculano y hoy en el Museo de Nápoles.

Pan con una cabra, Museo Arqueológico de Nápoles (foto J. Romero)
Posidipo. Mármol griego, Museos Vaticanos
Frederick Litchfield, Illustrated History of Furniture. From the Earliest to the Present, Londres, 1893

 
Según R. J. Barrow (Lawrence Alma-Tadema, Barcelona, Phaidon, 2004) la mezcla de  biografía y literatura en la obra, y la ambientación verosímil, tienen su base en la pintura neogriega, pero la referencia velada a una sexualidad intensa (casi bestial) es una innovación de nuestro artista.

El pintor holandés volvería a inspirarse en el episodio referido en el poema 3 de Catulo en 1866, en su obra Lesbia llorando a su gorrión.

Lesbia llorando a su gorrión, Lawrence Alma-Tadema (1866), Colección particular
De 1870 es Catulo leyendo sus poemas en casa de Lesbia (Colección particular). Tendida sobre el lectus, de nuevo un tanto indiferente, y en presencia de varios invitados y quizá rivales amorosos, el poeta hace gala de su elocuencia. De nuevo, Alma-Tadema no deja de cuidar un detalle de la ambientación y el mobiliario.


Candelabro de bronce hallado en la casa de Pansa (Pompeya), Museo Arqueológico de Nápoles


jueves, febrero 02, 2012

El gorrión de Lesbia (I)



Lesbia y su gorrión, Edward John Poynter (1907), Colección privada de Reino Unido
 CATVLLVS, carmen III

Lugete, o Veneres Cupidinesque,
Et quantum est hominum venustiorum.
Passer mortuus est meae puellae,
Passer, deliciae meae puellae,
Quem plus illa oculis suis amabat;
Nam mellitus erat suamque norat
Ipsam tam bene quam puella matrem
Nec sese a gremio illius movebat,
Sed circumsiliens modo huc modo illuc
Ad solam dominam usque pipiabat.
Qui nunc it per iter tenebricosum
Illuc, unde negant redire quemquam.
At vobis male sit, malae tenebrae
Orci, quae omnia bella devoratis;
Tam bellum mihi passerem abstulistis.
O factum male! o miselle passer!
Tua nunc opera meae puellae
Flendo turgidoli rubent ocelli.
...
Apenaos, Pasiones y Deseos,
Y cuanto hay de disfrute entre los hombres.
El gorrión de mi amada ha muerto,
El gorrión, goce de mi amada,
Al que ella más que a sus ojos quería;
Pues era dulce como la miel y a su dueña conocía
Tan bien como la hija a su madre;
Y no se movía de su regazo
Sino que, saltando de aquí para allá,
Sólo a su dueña sin cesar piaba.
Éste marcha ahora por un camino tenebroso,
Hacía allí de donde dicen que nadie vuelve.
Que el mal esté con vosotras, malvadas tinieblas
Del Orco, que todo lo hermoso devoráis.
Tan hermoso gorrión me quitasteis.
¡Qué herejía! ¡Desgraciadito gorrión!
Ahora, llorando por tus jugueteos,
Enrojecerán hinchaditos los ojos de mi amada.

Gayo Valerio Catulo (84-54 a. C.) se refiere a su amada Lesbia en 25 de los 116 poemas que de él se conservan. Desde la biografía del poeta que redactara el erudito alemán Ludwig Schwabe (Quaestiones Catullianae, 1862) se viene identificando a esta mujer con Clodia, hermana del tribuno Publio Clodio Pulcro y esposa del aristócrata Quinto Metelo Céler,  una noble conocida por su belleza, su talento para la poesía y un estilo de vida escandaloso que le llevaba a cambiar a menudo de amante. Cicerón en su Pro Caelio (35) se refiere a ella como deshonra de la estirpe Claudia, intrigante y necesitada de responder a variadas acusaciones sobre adulterios y francachelas:

Tu vero, mulier, (iam enim ipse tecum nulla persona introducta loquor) si ea, quae facis, quae dicis, quae insimulas, quae moliris, quae arguis, probare cogitas, rationem tantae familiaritatis, tantae consuetudinis, tantae coniunctionis reddas atque exponas necesse est. Accusatores quidem libidines, amores, adulteria, Baias, actas, convivia, comissationes, cantus, symphonias, navigia iactant, idemque significant nihil se te invita dicere.

El nombre Lesbia tiene el mismo valor métrico que Clodia, así que eran fácilmente intercambiables en el verso, y puede considerarse un homenaje de Catulo a Safo de Lesbos, cuya obra admiraba, aunque hay quien vea en él un reflejo de inclinaciones sexuales de su portadora.

El poeta refleja en sus composiciones las distintas etapas por las que pasó su romance, desde los momentos de mayor felicidad hasta los de mayor amargura al sentirse traicionado por las infidelidades de su amada. ¿Y dónde situar el poema en cuestión? Algunos piensan que en el apogeo de su relación, y consideran el pajarillo un símbolo del amor eterno, que finalmente murió; otros (desde los comentarios de Poliziano) ven en él connotaciones eróticas, interpretando que el pájaro es una metáfora del miembro viril del poeta, que ha sido incapaz de estar a la altura de los requerimientos femeninos. Así, por ejemplo, el poeta Marcial:

Epigr. 7, 14, 1-4 

Accidit infandum nostrae scelus, Aule, puellae;
Amisit lusus deliciasque suas:
Non quales teneri plorauit amica Catulli
Lesbia, nequitiis passeris orba sui,
...
Ha acontecido, Aulo, una terrible desgracia a nuestra amada;
Ha perdido sus juguetes y su placeres.
No los que lloró la amada del tierno Catulo,
Lesbia, privada de su gorrión por su impotencia...  

Epigr. 9, 6, 14-16

Da nunc basia, sed Catulliana:
Quae si tot fuerint quot ille dixit,
Donabo tibi passerem Catulli.
...
Dame ahora besos, pero como los de Catulo:
Que, si fueran tantos como él dijo,
Te daré el gorrión de Catulo.

En cualquier caso, el poema del pajarillo, gorrión o camachuelo   (vid. http://latunicadeneso.wordpress.com/tag/catulo/) de Catulo parece una parodia de los lamentos fúnebres de carácter popular (neniae), de donde toma elementos como el elogio del difunto, las repeticiones, las exclamaciones al comienzo y final de la composición, el tono familiar (diminutivos y sencillo léxico). Muy interesante al respecto es el artículo de Juan Luis Arcaz Pozo "Passer mortuus est" (http://www.ucm.es/BUCM/revistas/fll/11319062/articulos/CFCL9595120079A.PDF).

La pintura con que encabezamos esta entrada está considerada una de las más importantes de Edward John Poynter (1836-1919), gran amigo de Frederic Leighton, y fue presentada con gran éxito en la Royal Academy de Londres en 1907. Una mujer de belleza clásica llama la atención de su gorrión, que se posa sobre su brazo derecho; en el pelo lleva una guirnalda de violetas, símbolo de amor y fertilidad, flor empleada para fabricar pociones amorosas y, en época medieval, coronas para los poetas vencedores en concursos. Las rosas de Venus envuelven con su fragancia al personaje pero con ellas traen las espinas, las heridas de amor. Algunas son amarillas, símbolo de disminución del amor y la infidelidad. Tampoco la presencia de las uvas parece caprichosa: el grupo suspendido sobre el pecho tiene forma de corazón; las frutas simbolizan a menudo el hedonismo y, por supuesto, las uvas remiten a los placeres de Baco. Poynter presta gran atención a todos los detalles y al reflejo de las diferentes texturas, desde la del cojín con estampado dorado hasta la de la jaula de marfil colocada sobre la mesa de brilante mármol verde, o la del asiento tallado con su remate en forma de herma masculina. 

En 1906 había muerto Agnes (Aggie) Macdonald, esposa del artista, una de cuyas hermanas, Georgiana, estaba casada con el famoso pintor Edward Burne-Jones; otra, Alice, sería la madre de Rudyard Kipling; y Luisa, la madre de Stanley Baldwin, primer ministro de Reino Unido. Probablemente sea esta escena un homenaje a aquélla quien, como Clodia, era conocida por su belleza y su inteligencia. En 1902 Poynter había realizado ya un boceto de la obra mostrando a la protagonista en una pose muy similar aunque el gorrión aparecía sobre su hombro, no iba tocada con corona sino con el pelo recogido y, en lugar de uvas, portaba cerezas. Quizá la razón de cambiar estos detalles hay que buscarla en el estado emocional del pintor: las violetas simbolizan también el duelo y el afecto por los muertos; los tonos  púrpura de las uvas, la espiritualidad (http://www.bonhams.com/eur/sale/16766/lot/110/).

Tres años después de la muerte del artista, el cuadro se mostró en la Exposición de Invierno de la Real Academia, prestada por el coleccionista Lobo Harris, probablemente Harris Wolf (1833-1926), filántropo y rico comerciante. Luego fue adquirida por Oswald J. Finney (1880-1942).

No era ésta la primera vez que la pintura británica se había ocupado del tema, como veremos en las siguientes entradas, y tampoco sería la última.
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