martes, enero 17, 2012

Pasífae y el toro (II)

Dédalo instruyendo a Pasífae, Johan Ulrich Krauss, grabado para ilustrar Las Metamorfosis de Ovidio (h. 1690). Tomado de la edición de Pierre Mortier, Amsterdam, 1697
El poeta latino Ovidio se refiere a la historia de Pasífae y el toro en Las metamorfosis (VIII, 131-137)  y en unos versos del libro I de su Ars amatoria en los que ejemplifica cómo anida la pasión en el corazón de la hembra tanto como en el del varón (incluso más desmesuradamente), y cómo todo amante cuenta con armas para avivar esa llama y alcanzar el favor de la que pretende.

Forte sub umbrosis nemorosae vallibus Idea
Candidus, armenti gloria, taurus erat,                                     290
Signatus tenui media inter cornua nigro:
Una fuit labes, cetera lactis erant.
Illum Cnosiadesque Cydoneaeque iuvencae
Optarunt tergo sustinuisse suo.
Pasiphae fieri gaudebat adultera tauri;                                   295
Invida formosas oderat illa boves.
Nota cano: non hoc, centum quae sustinet urbes,
Quamvis sit mendax, Creta negare potest.
Ipsa novas frondes et prata tenerrima tauro
Fertur inadsueta subsecuisse manu.                                       300
It comes armentis, nec ituram cura moratur
Coniugis, et Minos a bove victus erat.
Quo tibi, Pasiphae, pretiosas sumere vestes?
Ille tuus nullas sentit adulter opes.
Quid tibi cum speculo, montana armenta petenti?              305
Quid totiens positas fingis, inepta, comas?
Crede tamen speculo, quod te negat esse iuvencam.
Quam cuperes fronti cornua nata tuae!
Sive placet Minos, nullus quaeratur adulter:
Sive virum mavis fallere, falle viro!                                         310
In nemus et saltus thalamo regina relicto
Fertur, ut Aonio concita Baccha deo.
A, quotiens vaccam vultu spectavit iniquo,
Et dixit 'domino cur placet ista meo?
Aspice, ut ante ipsum teneris exultet in herbis:                    315
Nec dubito quin se stulta decere putet.'
Dixit, et ingenti iamdudum de grege duci
Iussit et inmeritam sub iuga curva trahi,
Aut cadere ante aras commentaque sacra coegit,
Et tenuit laeta paelicis exta manu.                                           320
Paelicibus quotiens placavit numina caesis,
Atque ait, exta tenens 'ite, placete meo!'
Et modo se Europen fieri, modo postulat Io,
Altera quod bos est, altera vecta bove.
Hanc tamen implevit, vacca deceptus acerna,                     325
Dux gregis, et partu proditus auctor erat.

Iluminación para un manuscrito de Las Metamorfosis del s. XV. Según http://www.jcbourdais.net/journal/22avr05.php, el iluminador muestra su desacuerdo con la unión contra natura pintando de gris al toro
Érase al fondo de los sombríos valles del frondoso Ida
Un blanco toro, gloria de la vacada,
Señalado entre los cuernos con una pequeña mancha negra,
Una sola, que lo demás era color de leche.
A él las terneras de Cnosso y Cydón
Quisieron recibirlo en sus lomos.
Pasífae deseaba ser amante del toro;
Envidiosa, odiaba ella a las hermosas becerras.
Cosas sabidas canto; esto no puede negarlo Creta
Que cobija cien ciudades, aunque quiera mentir.
Ella misma hojas nuevas y la yerba más tierna para el toro
Dicen que cortaba con su mano, desacostumbrada a ello.
Acompaña a la vacada y, dispuesta a seguirla, no la detiene el deber
Conyugal. ¡Minos había sido vencido por un becerro!
¿A qué ponerte preciosos vestidos, Pasífae?
El amante tuyo no aprecia riqueza alguna.
¿Por qué irte con un espejo a buscar una vacada montaraz?
¿Por qué, necia, arreglas tus cabellos tantas veces recompuestos?
Confía, sin embargo, en tu espejo, que te dice que no eres una ternera.
¡Cómo desearías que hubieran nacido cuernos en tu frente!
Si te gusta Minos, no busques otro amante;
Si prefieres engañar a tu hombre, engáñalo con un hombre.
Hacia el bosque y los sotos, abandonado su tálamo, es llevada
La reina como bacante excitada por el dios aonio.
¡Ay, cuántas veces a una vaca dirigió su mirada torva
Y dijo: “¿Por qué es ésa la que le gusta a mi dueño?
Mira cómo ante él brinca en la tierna yerba.
Y no dudo que se considere guapa, la tonta.”
Lo dijo, y al punto ordenó que del enorme rebaño
La sacaran y, sin merecerlo, bajo el curvo yugo la condujeran;
O la obligó a caer ante los altares de sacrificios que había inventado,
Y sostuvo en su mano complaciente las entrañas de su rival.
Con la muerte de sus rivales, ¡cuántas veces aplacó a los dioses!,
Y refirió sosteniendo sus entrañas: “Idos, dadle gusto al que es mío.”
Ya reclama convertirse en Europa, ya el Ío:
La una porque es una vaca, la otra porque se montó en un toro.
A ésta, con todo, la preñó engañado por una vaca de arce
El rey del rebaño; y en el parto quedaba al descubierto la paternidad.

Adulterium, Aneau Barthélémy, Picta poesis (1552)

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