viernes, enero 27, 2012

"La hormiguita" de Juan Luis Guerra

La Hormiguita

La conocí una tarde
con su guitarra cazaba boleros
tenía puesto un jean
y una rosita amarilla en el pelo.
"¿Qué vas a hacer?", me preguntó sonriendo.
"¿Lo que tú quieras?", respondí;
fuimos al mar y mojamos los sueños.
Guiñé mis ojos, y un delfín
pintó una ola rizada en su pecho.
Luego reí, y rompimos el hielo,
y rompimos el hielo;
nos mordimos los dedos,
nos mordimos los dedos,
como viola en un solo de chelo.

Eres como una hormiguita
que me besa y me pica,
que recorre mi espalda
y se acuesta en mi barba
a estudiar geografía.
Eres como un trapecista
que atraviesa mi lengua,
y tu circo de flores me carga y me suelta
perdiendo la cuenta,
perdiendo la cuenta.


Y tuve ganas de llorar
pero tan sólo en mi ojo derecho.
Ella hablaba de la luna y de Chopin,
y yo tocaba el preludio de un beso.
Luego reí, y rompimos el hielo,
y rompimos el hielo;
nos mordimos los dedos,
nos mordimos los dedos
como viola en un solo de chelo.

Eres como una hormiguita
que me besa y me pica,
que recorre mi espalda
y se acuesta en mi barba
a estudiar geografía.
Eres como un trapecista
que atraviesa mi lengua,
y tu circo de flores me carga y me suelta
perdiendo la cuenta
perdiendo la cuenta,
ía... 

Desde su primer álbum de 1984 (Soplando), fusión de merengue y jazz, Juan Luis Guerra, con su grupo 4.40, formado por Maridalia Hernández, Mariela Mercado y Roger Zayas-Bazán, no ha dejado de deleitarnos con composiciones inolvidables: "Si tú te vas" o "Por eso ahora", en Mudanza y acarreo (1885); "Amor de conuco", "Me enamoro de ella" o "¡Ay, mujer!", en Mientras más lo pienso... tú (1987); "Visa para un sueño" u "¡Ojalá que llueva café!", que da título a su cuarto álbum (1989), con el que alcanzó  fama internacional; las tan populares "Burbujas de amor", "Como abeja al panal" o la propia bachata (ritmo hasta entonces desconocido fuera del ámbito dominicano) que da nombre a Bachata rosa (1991) y que, a fuer de repetirse en emisoras, bares y discotecas, muchos terminaron aborreciendo; "Coronita de flores" o "Rompiendo fuente", en Areíto (1992); o este "La Hormiguita" de su trabajo Ni es lo mismo ni es igual (1998), con el que volvió a las listas de éxitos.
"Si tú no bailas conmigo", "Como yo", "Bendita tu luz" (con el grupo Maná...), "Mi bendición"...

Preciosas metáforas siempre.

Medina Sidonia en la Guerra de la Independencia (XXX)

Los políticos, José Jiménez Aranda (1889), Colección privada
La cuesta de enero de 1812 (II)

Con el comienzo del nuevo año la Municipalidad asidonense intentaba cerrar las cuentas pendientes por las contribuciones de guerra de los últimos meses de 1811. El 7 de enero don Antonio Carrera, que había sido comisionado para el ajuste, presentación y liquidación de los suministros hechos a las tropas francesas hasta fin de octubre, era encargado también de practicar estas mismas diligencias ante la Casa Haurie de Jerez en lo tocante a noviembre y diciembre, aunque el día 19 era sustituido por don José Benzo. Con respecto al nuevo curso, según carta del prefecto Sotelo del día 2, la Municipalidad había de añadir en el debe 136.188 reales correspondientes a la contribución de enero. Por no habérsele remitido aún los padrones de productos líquidos, es decir, las declaraciones de todos los contribuyentes que había solicitado para arreglar los repartos atendiendo al Reglamento de 20 de julio de 1811, nada podía adelantarse en este sentido.

Mientras tanto, las exigencias de las tropas francesas no cesaban. El 23 de enero el comisario de guerra Chevallau recordaba que aún faltaban por entregar para la reserva que había mandado formar el ordenador del Ejército 26 arrobas de carne de puerco salada, 40 arrobas de carbón y 400 libras de madera, que debían ser aprontadas so pena de ejecución militar.

El 25 de enero la Municipalidad hubo de acordar un nuevo repartimiento de ganado vacuno para poder remitir a Chiclana 50 vacas o bueyes en virtud de orden del general de división Villatte que había sido comunicada por el comandante de la ciudad. En este repartimiento extraordinario se tomaron una de cada diez reses de los principales criadores.

A don Juan de Toledo y Ortega, por 200 vacas                                                                 20
A Francisco Moreno, como encargado del ganado forastero, por 100 reses         10
A don Manuel Mateos, por 77                                                                                                    7
A don Miguel Montero, por 77                                                                                                   7
A don Pascual Cervera, por 55                                                                                                  5
A don Juan Peláez, por 77                                                                                                          7
                                                                                                                                        Suman        56

El 30 de enero se procedió a un segundo reparto para completar la cantidad exigida, pues sólo habían podido remitirse a Chiclana 40 reses. Ese mismo día 30 se veía en el cabildo una nueva orden del Prefecto transmitiendo el decreto del Duque de Dalmacia por el que se hacía repartimiento de mulas de carga y tiro a los pueblos de la prefectura de Jerez. Habían tocado a Medina Sidonia dos de las primeras y una de las segundas, que debían ponerse a disposición del general gobernador de la provincia. Para cumplirlo se acordó que todos los arrieros, o quienes tuvieran dichos animales, los presentaran el día 4 de febrero a las 10 de la mañana en la Plaza de la Muela con el objeto de hacer la elección. Quien los ocultara sufriría la pena de decomiso. Se nombró para esta diligencia a don Pedro de los Hoyos y al maestro albéitar Jerónimo de Campos.

lunes, enero 23, 2012

Exposición de Gonzalo Bilbao en Sevilla


Gonzalo Bilbao (Sevilla, 1860 - Madrid, 1938) nació en una familia acomodada y realizó su formación artística en talleres sevillanos al tiempo que estudiaba Derecho. Como pudo más en él la pintura que la abogacía, marchó a Roma, primero (1880) aprovechando el premio de sus padres por finalizar sus estudios universitarios; más tarde, por su cuenta, y con cierta experiencia. Allí convivió con otros pintores sevillanos, como José Villegas Cordero, y asistió a la Real Academia de San Lucas. Viajó también a París (1883) y Marruecos (con su amigo pintor Andrés Parladé), donde permaneció dos años. Su pintura fue ganando progresivamente en efectos lumínicos y soltura de la pincelada acercándose en algunos casos al impresionismo, si bien no dejó de lado los tratamientos y los asuntos más tradicionales. Su primer gran éxito le llegó en la Exposición Nacional de Madrid de 1887 con la pintura Dafnis y Cloe, pintada en Roma. Acabada su formación, se asentó en su ciudad natal integrándose en su Academia de Bellas Artes, de la que fue presidente en 1925. Participó habitualmente en las exposiciones nacionales: La vuelta del hato (1890), La recolección (1895)..., y prosiguió sus viajes para experimentar la pintura de paisaje al aire libre. En 1900 expuso en la Academia de Londres El baile de los seises y poco después pintaría su polémica La esclava, que presenta el ambiente de un burdel de la época. Con Las cigarreras (1915), inspirada claramente en Las Hilanderas de Velázquez, llegaría a lo más alto de su carrera.

El rey Alfonso XIII con uniforme de maestrante de Sevilla (1929), Museo de Bellas Artes de Sevilla
-VV.AA., Gonzalo Bilbao. Fondos del Museo de Bellas Artes de Sevilla, Sevilla, Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, 2011.
-Enrique Valdivieso, Historia de la pintura sevillana, Sevilla, Ediciones Guadalquivir, 1986.

"La casta Susana" de Gonzalo Bilbao


La casta Susana, Gonzalo Bilbao (h. 1914), Museo de Bellas Artes de Sevilla
El precioso óleo sobre lienzo (293 x 228 cm) La casta Susana, que pintara el sevillano Gonzalo Bilbao hacia 1914 (en esta fecha fue fotografiado en su estudio prácticamente terminado), es una composición con el color y la soltura de la pincelada como absolutos protagonistas. Frente al más acabado desnudo, delineado por la luz, los viejos del fondo, que parecen sacados de una pintura negra de Goya, apenas están abocetados. El jardín que se entrevé más allá de la frondosa pérgola queda resuelto con atrevidas pinceladas y descuidado dibujo.


Susana, hija de Helcías y esposa del rico Joaquín, hermosa como pocas y temerosa de Dios ("pulchram nimis et timentem Deo", VVLG. Dan. 13), ha dejado su ropa en un banco y se dispone a despojarse de su velo blanco para entrar en el estanque del jardín de su casa a tomar un baño. Es mediodía y hace calor; cubre su sexo aún pudorosa. Hasta allí la han seguido dos ancianos jueces que habían sido designados aquel año en Babilonia, ambos habituales invitados de la casa de Joaquín, ambos con el juicio perdido por la pasión que en ellos había despertado la belleza de la mujer  ("Et videbant eam senes quotidie ingredientem et deambulantem; et exarserunt in concupiscentiam eius; et everterunt sensum suum, et declinaverunt oculos suos ut non viderent caelum neque recordarentur iudiciorum iustorum"). Nadie había en el lugar salvo los dos ancianos acechando escondidos pues Susana había despedido a sus doncellas después de que le trajeran el aceite y los ungüentos para su baño, que han dejado en una bandeja. Serán sólo una ajorca, unos zarcillos y un brazalete sus atavíos; y los viejos cuchichean excitados ante la sublime presencia de la mujer de turgentes senos, negros cabellos y contorneada figura, preparados para asaltarla.

Cum autem egressae essent puellae, surrexerunt duo senes et accurrerunt ad eam et dixerunt: "Ecce ostia pomarii clausa sunt, et nemo nos videt, et nos in concupiscentia tui sumus; quamobrem assentire nobis et commiscere nobiscum".

Rompería luego a llorar Susana cuando los viejos la amenazaran con difamarla si no atendía a sus requerimientos, dispuestos a inventar que había despedido a las doncellas para yacer con un joven. Y atribulada por su incierto destino (verse castigada por adúltera o entregarse a ellos), decidiría mantener su integridad, alma incorruptible que simboliza el pavo azul de la pintura. Puesta en boca de todos por los jueces y llamada a juicio, los viejos la obligarían a desnudarse ante sus padres y sus hijos para saciarse de su hermosura ("Flebant igitur sui, et omnes qui noverant eam"). Allí cumplirían su amenaza, y Susana sería condenada a muerte por lapidación. Pero, tras encomendarse ella al Señor, despertaría Éste el espíritu santo en un jovencito llamado Daniel, que haría ver al pueblo la injusticia cometida por aceptar el falso testimonio de los dos viejos lascivos poniendo  a las claras sus mentiras una vez que fueron llamados a declarar aparte y entraron en contradicción al preguntárseles bajo qué árbol se había producido el pretendido adulterio. Diéronles muerte, y se salvó aquel día la sangre inocente. 

La leyenda bíblica ha inspirado a muchos artistas a lo largo de los siglos (pintores, escultores, músicos, cineastas...). 

Susana y los viejos, Tintoretto (1560-1565), Kunsthistorisches Museum, Viena

Susana y los viejos, Rubens (1610), Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid

Susana y los viejos, Artemisia Gentileschi (1610), Colección Schöborn, Pommersfelden

Susana y los viejos, Rembrandt (1647), Gemäldegalerie, Berlín

La casta Susana, Jean-Jacques Henner (1864), Musée d´Orsay, París

Susanna, Franz von Stuck
Susana en el baño, Franz Von Stuck (1904), Kunstmuseum St Gallen
La obra de Gonzalo Bilbao puede admirarse estos días junto a otras de su autoría y de pintores contemporáneos y amigos en el Museo de Bellas Artes de Sevilla en la exposición que se le está dedicando y cuyo tríptico ofrecemos en la siguiente entrada.


martes, enero 17, 2012

Pasífae y el toro (II)

Dédalo instruyendo a Pasífae, Johan Ulrich Krauss, grabado para ilustrar Las Metamorfosis de Ovidio (h. 1690). Tomado de la edición de Pierre Mortier, Amsterdam, 1697
El poeta latino Ovidio se refiere a la historia de Pasífae y el toro en Las metamorfosis (VIII, 131-137)  y en unos versos del libro I de su Ars amatoria en los que ejemplifica cómo anida la pasión en el corazón de la hembra tanto como en el del varón (incluso más desmesuradamente), y cómo todo amante cuenta con armas para avivar esa llama y alcanzar el favor de la que pretende.

Forte sub umbrosis nemorosae vallibus Idea
Candidus, armenti gloria, taurus erat,                                     290
Signatus tenui media inter cornua nigro:
Una fuit labes, cetera lactis erant.
Illum Cnosiadesque Cydoneaeque iuvencae
Optarunt tergo sustinuisse suo.
Pasiphae fieri gaudebat adultera tauri;                                   295
Invida formosas oderat illa boves.
Nota cano: non hoc, centum quae sustinet urbes,
Quamvis sit mendax, Creta negare potest.
Ipsa novas frondes et prata tenerrima tauro
Fertur inadsueta subsecuisse manu.                                       300
It comes armentis, nec ituram cura moratur
Coniugis, et Minos a bove victus erat.
Quo tibi, Pasiphae, pretiosas sumere vestes?
Ille tuus nullas sentit adulter opes.
Quid tibi cum speculo, montana armenta petenti?              305
Quid totiens positas fingis, inepta, comas?
Crede tamen speculo, quod te negat esse iuvencam.
Quam cuperes fronti cornua nata tuae!
Sive placet Minos, nullus quaeratur adulter:
Sive virum mavis fallere, falle viro!                                         310
In nemus et saltus thalamo regina relicto
Fertur, ut Aonio concita Baccha deo.
A, quotiens vaccam vultu spectavit iniquo,
Et dixit 'domino cur placet ista meo?
Aspice, ut ante ipsum teneris exultet in herbis:                    315
Nec dubito quin se stulta decere putet.'
Dixit, et ingenti iamdudum de grege duci
Iussit et inmeritam sub iuga curva trahi,
Aut cadere ante aras commentaque sacra coegit,
Et tenuit laeta paelicis exta manu.                                           320
Paelicibus quotiens placavit numina caesis,
Atque ait, exta tenens 'ite, placete meo!'
Et modo se Europen fieri, modo postulat Io,
Altera quod bos est, altera vecta bove.
Hanc tamen implevit, vacca deceptus acerna,                     325
Dux gregis, et partu proditus auctor erat.

Iluminación para un manuscrito de Las Metamorfosis del s. XV. Según http://www.jcbourdais.net/journal/22avr05.php, el iluminador muestra su desacuerdo con la unión contra natura pintando de gris al toro
Érase al fondo de los sombríos valles del frondoso Ida
Un blanco toro, gloria de la vacada,
Señalado entre los cuernos con una pequeña mancha negra,
Una sola, que lo demás era color de leche.
A él las terneras de Cnosso y Cydón
Quisieron recibirlo en sus lomos.
Pasífae deseaba ser amante del toro;
Envidiosa, odiaba ella a las hermosas becerras.
Cosas sabidas canto; esto no puede negarlo Creta
Que cobija cien ciudades, aunque quiera mentir.
Ella misma hojas nuevas y la yerba más tierna para el toro
Dicen que cortaba con su mano, desacostumbrada a ello.
Acompaña a la vacada y, dispuesta a seguirla, no la detiene el deber
Conyugal. ¡Minos había sido vencido por un becerro!
¿A qué ponerte preciosos vestidos, Pasífae?
El amante tuyo no aprecia riqueza alguna.
¿Por qué irte con un espejo a buscar una vacada montaraz?
¿Por qué, necia, arreglas tus cabellos tantas veces recompuestos?
Confía, sin embargo, en tu espejo, que te dice que no eres una ternera.
¡Cómo desearías que hubieran nacido cuernos en tu frente!
Si te gusta Minos, no busques otro amante;
Si prefieres engañar a tu hombre, engáñalo con un hombre.
Hacia el bosque y los sotos, abandonado su tálamo, es llevada
La reina como bacante excitada por el dios aonio.
¡Ay, cuántas veces a una vaca dirigió su mirada torva
Y dijo: “¿Por qué es ésa la que le gusta a mi dueño?
Mira cómo ante él brinca en la tierna yerba.
Y no dudo que se considere guapa, la tonta.”
Lo dijo, y al punto ordenó que del enorme rebaño
La sacaran y, sin merecerlo, bajo el curvo yugo la condujeran;
O la obligó a caer ante los altares de sacrificios que había inventado,
Y sostuvo en su mano complaciente las entrañas de su rival.
Con la muerte de sus rivales, ¡cuántas veces aplacó a los dioses!,
Y refirió sosteniendo sus entrañas: “Idos, dadle gusto al que es mío.”
Ya reclama convertirse en Europa, ya el Ío:
La una porque es una vaca, la otra porque se montó en un toro.
A ésta, con todo, la preñó engañado por una vaca de arce
El rey del rebaño; y en el parto quedaba al descubierto la paternidad.

Adulterium, Aneau Barthélémy, Picta poesis (1552)

Pasífae y el toro (I)

Pasífae y el toro, J. Romero (1994), Plumilla y lápiz de color
Cuentan (entre otros, Apolodoro en el libro III, 1, 2-3 de su Biblioteca mitológica) que, cuando Minos reclamó para sí solo el trono de Creta a sus hermanos Sarpedón y Radamantis, pidió a los dioses una señal que mostrara su aquiescencia y, tras hacer un sacrificio a Posidón, éste hizo salir del mar un espléndido toro que el nuevo rey debería ofrendarle más tarde. Era tal el porte del animal y tanta la soberbia de Minos que enseguida quiso desentenderse de su compromiso. Como castigo, el dios del mar hizo enloquecer al toro y también a Pasífae, hija de Helio y esposa de Minos, en la que inspiró un deseo irresistible por yacer con la bestia. Lo buscaba ella entre la vacada esperando el momento más propicio para el ayuntamiento, sin embargo  no encontraba cómo dar curso a su lascivia. Recurrió entonces a Dédalo, el genial artífice ateniense que había llegado a la isla desterrado de Atenas por la muerte de su sobrino Talo. El artista  fabricó una vaca de madera tan semejante a las reales que a todos confundió y que, ahuecada como estaba, permitía a la reina colocarse en la posición más apta para recibir el ansiado embate. La monstruosa cópula tuvo lugar, y de la disparatada unión nacería el monstruo llamado Minotauro, mitad hombre, mitad toro.
Los episodios del mito fueron recogidos en el arte clásico de distinta manera.
Pasífae y el bebé Minotauro, kylix ático del s. IV a. C., Bibliothèque Nationale, Paris

Dédalo presentando a Pasífae la vaca de madera y Pasífae introduciéndose en la vaca, pinturas de la Casa de los Vettii en Pompeya (s. I a. C).
También los pintores del Renacimiento trataron el asunto. Así el Maestro de Cassoni (Italia) nos dejó en su Historia de Teseo (h. 1510) todo un panel dedicado a él en el que podemos observar: la recepción del toro blanco por Minos (arriba a la derecha) y su renuncia a sacrificarlo (abajo a la izquierda), el momento en que Posidón enloquece a la reina (en el centro) o cómo ésta requiere al animal (primer plano). La obra se conserva en el Museo del Petit Palais de Avignon.


Rinaldo Mantovano, siguiendo un dibujo de su maestro Giulio Romano, pintó al fresco en el Palacio del Té de Mantua (h. 1525) el momento en que Dédalo introducía a Pasífae en la vaca de madera.


Más recientemente, el pintor simbolista francés Jean Gustave Moreau (1826-1898) ha reflejado también en multitud de dibujos y pinturas la pasión de Pasífae.

Pasífae y el toro, Jean Gustave Moreau (1876), Museo Gustave Moreau, Paris

Pasífae, Jean Gustave Moreau, Museo Gustave Moreau, Paris

Pasífae, Jean Gustave Moreau, Museo Gustave Moreau, Paris
Picasso, Matisse, Masson, Pollock y muchos otros artistas contemporáneos se han sentido subyugados también por el tema.

Pasiphae, Pablo Picasso

Pasiphae, André Masson (1937)

Pasiphaë
Pasiphae, Jackson Pollock (1943), The Metropolitan Museum of Art, New York


domingo, enero 15, 2012

Medina Sidonia en la Guerra de la Independencia (XXIX)


Dragón del 2º Regimiento, http://www.napoleon-series.org/military/organization/c_dragoons1.html

La cuesta de enero de 1812 (I)

Tras casi dos años de ocupación por el ejército francés, 1812 comenzaba en Medina Sidonia, como no podía ser menos, con reclamaciones de deudas y amenazas por parte de las autoridades militares y de la Prefectura de Jerez. El 3 de enero se veía en el cabildo asidonense una carta firmada el día anterior por monsieur Chevallau, comisario encargado del suministro de las tropas imperiales en la ciudad, haciendo ver a la Municipalidad, por orden del ordenador en jefe del Ejército, los granos que Medina debía a cuenta de la contribución de 1811: 4.780 fanegas de trigo y 900 de zahína. Si no se podían proporcionar inmediatamente esas cantidades, la ciudad, sin pretexto alguno y como castigo, tendría que hacerse cargo de nuevo del abastecimiento de la guarnición de su castillo (seis fanegas de trigo diarias o 20 arrobas de harina) pues ésta sólo tenía víveres para dos días.

El cabildo contestó que era imposible habilitar el trigo preciso por la miseria y escasez del pueblo, y, con el fin de evitar consecuencias, decidió escribir inmediatamente al ordenador para que exonerara al pueblo de tal suministro de pan. En tanto, para atemperar el ánimo del comisario Chevallau se le hizo ver que la ciudad, sin comprender los meses de noviembre y diciembre de 1811, había pagado en contribuciones 1.020.000 reales de 1.080.000 que le correspondían y que el resto se cubriría sobradamente con las cuentas de los dos últimos meses que se ajustarían en breve en Jerez; que, por hallarse la población “en estado de extrema miseria, y escasa particularmente de trigo para alimentarse”, no le era posible, “aun a fuerza de los más extraordinarios recursos”, satisfacer la porción de trigo que se le pedía ni cumplir con el suministro diario para las tropas, como él mismo sabía por los reconocimientos que había practicado en el tiempo de la recolección.

A.M.M.S.
Al día siguiente era el capitán comandante de la plaza, monsieur Chevillard, quien se dirigía a la Municipalidad vistas las objeciones que se habían presentado al comisario para suministrar a la guarnición y al escuadrón del 2º Regimiento de Dragones que estaba destinado en Casas Viejas. Recordaba que las órdenes de suministros procedían del ordenador en jefe y anunciaba que acababa de recibir otras del propio Duque de Bellune para obligar a la ciudad a proporcionar los víveres empleando, si fuera preciso, los medios en su poder. El día 5 a mediodía, a más tardar, debían entregarse al comisario 12 fanegas de trigo para dos días. Así las cosas, considerando el cabildo urgentísima la necesidad de proveer a la tropa, acordó hacer repartimiento de 16 fanegas entre los vecinos para que contribuyeran con la porción proporcionada de trigo, harina o su valor equivalente, verificándose ese mismo día la entrega en especie al molinero Juan Moguel y en dinero a don José Benzo.

viernes, enero 13, 2012

La Aurora, fastidiosa para los amantes


La Aurora, Guercino (1621-1623), Casino Ludovisi, Roma
 Ovidio, Amores I, 13

A pesar de sus quejas, en modo alguno puede el amante impedir que la Aurora traiga el día que le separará del regazo de su amada. La rosada diosa dispone indefectiblemente su carro todavía cubierto de rocío; nada le importa que la tumba de su hijo Memnón no haya sido aún obsequiada con el sacrificio que las aves le rinden anualmente (se posan sobre ésta y luchan entre sí como homenaje al joven muerto por Aquiles); nada le importa que a todos resulte desagradable: niños, marineros, matronas o picapleitos; nada le importa que su anciano marido Titono, a quien Zeus concedió la inmortalidad pero no la eterna juventud, la reclame en el lecho…, al fin y al cabo sólo es un viejo. “¡Ay si tuvieras a tu joven amante Céfalo o uno como el que hoy tiene la Luna!”, le advierte el poeta.

Iam super oceanum venit a seniore marito
flava pruinoso quae vehit axe diem.
'Quo properas, Aurora? mane! sic Memnonis umbris
annua sollemni caede parentet avis!
nunc iuvat in teneris dominae iacuisse lacertis;                      5
si quando, lateri nunc bene iuncta meo est.
nunc etiam somni pingues et frigidus aer,
et liquidum tenui gutture cantat avis.
quo properas, ingrata viris, ingrata puellis?
roscida purpurea supprime lora manu!                                  10
Ante tuos ortus melius sua sidera servat
navita nec media nescius errat aqua;
te surgit quamvis lassus veniente viator,
et miles saevas aptat ad arma manus.
prima bidente vides oneratos arva colentes;                        15
prima vocas tardos sub iuga panda boves.
tu pueros somno fraudas tradisque magistris,
ut subeant tenerae verbera saeva manus;
atque eadem sponsum incautos ante atria mittis,
unius ut verbi grandia damna ferant.                                     20
nec tu consulto, nec tu iucunda diserto;
cogitur ad lites surgere uterque novas.
tu, cum feminei possint cessare labores,
lanificam revocas ad sua pensa manum.
Omnia perpeterer; sed surgere mane puellas,                     25
quis nisi cui non est ulla puella ferat?
optavi quotiens, ne nox tibi cedere vellet,
ne fugerent vultus sidera mota tuos!
optavi quotiens, aut ventus frangeret axem,
aut caderet spissa nube retentus equus!                              30
invida, quo properas? quod erat tibi filius ater,
materni fuerat pectoris ille color.
[quid si non Cephali quondam flagrasset amore
an putat ignotam nequitiam esse suam.]
Tithono vellem de te narrare liceret;                                    35
fabula non caelo turpior ulla foret.
illum dum refugis, longo quia grandior aevo,
surgis ad invisas a sene mane rotas.
at si, quem mavis, Cephalum conplexa teneres,
clamares: "lente currite, noctis equi!"                                  40
Cur ego plectar amans, si vir tibi marcet ab annis?
num me nupsisti conciliante seni?
adspice, quot somnos iuveni donarit amato
Luna neque illius forma secunda tuae.
ipse deum genitor, ne te tam saepe videret,                       45
commisit noctes in sua vota duas.'
Iurgia finieram. scires audisse: rubebat
nec tamen adsueto tardius orta dies!

Ya sobre el océano se aleja de su anciano marido
La de color de oro, que conduce el día en su escarchado carro.

“¿A dónde vas corriendo, Aurora? Detente: que a las sombras de Memnón
Rinda el ave su tributo anual con su ritual sacrificio.
Ahora me complace estar recostado en los tiernos brazos de mi dueña,
Por fin ahora está bien pegada a mi lado.
Ahora también el sueño es agradable y refresca el aire,
Y con su delicada garganta cantan claro los pájaros.
¿A dónde vas corriendo, desagradable a los hombres, desagradable a las amantes?
Frena las riendas cubiertas de rocío con tu mano de púrpura.
Antes de tu salida mejor observa sus estrellas
El marinero y no yerra perdido en medio de la mar.
Aunque fatigado, se levanta el caminante cuando tú asomas,
Y el soldado dispone sus crueles manos para tomar las armas.
Tú la primera ves a los labradores cargados con la azada,
La primera llamas a los bueyes rezagados a ponerse bajo el curvo yugo.
Tú hurtas del sueño a los niños y los entregas a sus maestros
Para que sufran sus tiernas manos crueles azotes.
Y tú misma mueves a los incautos ante los atrios a comprometerse
A soportar grandes perjuicios a cambio de una sola palabra.
Tú ni al perito ni al elocuente eres simpática:
Ambos se ven obligados a levantarse para nuevos litigios.
Tú, cuando las labores femeninas podrían dejarse de lado,
Llamas de nuevo a sus tareas a la mano tejedora.
Todo lo soportaría. Pero que las amantes se levanten temprano,
¿Quién lo aguanta sino quien no tiene una amante?
¡Cuántas veces he deseado que la noche no quisiera cederte el paso,
Que no huyeran al verte las estrellas inquietas!
¡Cuántas veces he deseado que el viento rompiera tu carro
O que se cayera un caballo tuyo al chocar contra una espesa nube!
Odiosa, ¿a dónde vas corriendo? Tenías un hijo negro
Porque ése había sido el color del corazón de su madre.
[¿Qué pasaría si no hubiera sido hace tiempo cuando la abrasó el amor por Céfalo?
¿O piensa que sus vicios son desconocidos?]
Querría que Titono pudiera hablar sobre ti:
Ninguna mujer en el cielo estaría más avergonzada.
Mientras huyes de él, porque es más viejo que el tiempo,
Te subes temprano al carro odioso al anciano.
Pero si tuvieras entre tus brazos a algún Céfalo,
Gritarías: «¡Corred lentamente, caballos de la noche!».
¿Por qué yo, un amante, voy a ser castigado en tanto tu marido se marchita con los años?
¿Acaso te casaste con un anciano porque yo intermedié?
¡Mira cuánto sueño ha dado a su joven amado
La Luna, y no es inferior su hermosura a la tuya!
El propio padre de los dioses, para no verte tan a menudo,
Reunió dos noches porque así lo deseó”.

Había terminado yo mis reproches, y podrías pensar que me había oído. Enrojecía,
Sin embargo no nació el día más tarde que de costumbre.


La Aurora, William-Adolphe Bouguereau (1881), Birminghan Museum of Art


domingo, enero 08, 2012

La Rosa de Tralee

Dante Gabriel Rossetti, 'The Day Dream', portrait of Jane Morris, 1880. Museum no. CAI 3
"The Day Dream", Dante Gabriel Rossetti (1880), Victoria and Albert Museum (Londres)
Hacia 1820 nació en el valle de Tralee (Irlanda) Mary O´Connor, una muchacha hermosa, de ojos luminosos como el alba y cabello negrísimo, a la que pronto llamaron la Rosa de Tralee. Sus padres eran un humilde zapatero católico y una lechera. A sus 17 años Mary entró como ayudante de cocina al servicio de los Mulchinock, adinerada familia de comerciantes protestantes, mas, por su carácter amable, enseguida se le encargó el cuidado de los niños de la casa. El joven William Mulchinock, poeta soñador y un tanto melancólico tras la muerte de su hermano Henry, se enamoró perdidamente de la joven e hizo todo lo posible por conquistarla a pesar de la desaprobación de su familia: paseaban por las tierras de la gran propiedad, se adentraban en el Carril de los Enamorados e incluso iban a Clahane a bailar. Una noche de luna, cerca de la fuente del valle, William pidió a Mary que fuera su esposa, pero ella declinó la oferta temiendo que la unión resultase perjudicial para su amado. Algunos días después, en la misma fuente, William recitó a la muchacha unos versos que había compuesto para ella intentando ablandar su corazón.

The pale moon was rising above the green mountains,
The sun was declining beneath the blue sea,
When I strayed with my love by the pure crystal fountain,
That stands in the beautiful Vale of Tralee.

She was lovely and fair as the rose of the summer,
Yet 'twas not her beauty alone that won me.
Oh no, 'twas the truth in her eyes ever dawning
That made me love Mary, the Rose of Tralee.

(La pálida luna se elevaba por encima de las verdes montañas,
El sol estaba en declive por debajo del mar azul,
Cuando me apartaba con mi amor por la fuente de cristal puro
Que se encuentra en el hermoso valle de Tralee.

Era encantadora y hermosa como la rosa del verano,
Sin embargo, no fue su belleza sólo lo que me ganó.
Oh, no, fue la sinceridad que siempre surgía de su mirada
Lo que me enamoró de Mary, la Rosa de Tralee.)


Sin embargo, Mary continuó negándose a los deseos del joven.

La noche siguiente, después de asistir a un mitín político que había acabado en una reyerta y la muerte de un hombre, William regalaba a Mary un anillo de compromiso, pero la cita fue interrumpida por un amigo que anunció al muchacho que le buscaba la policía pues había sido acusado del crimen y había una recompensa por su captura. William huyó y pudo embarcarse en el puerto de Barrow con destino a la India, donde trabajó como corresponsal de guerra. Sólo seis años después, gracias a la mediación de un oficial del ejército inglés, consiguió regresar a Tralee.

Mientras tomaba una copa en el Kings Arms de Rock Street planeando el reencuentro con Mary, el propietario del local descorrió las cortinas en señal de respeto por una procesión fúnebre que bajaba la calle. Al preguntarle William de quién era el funeral, le respondió que de una preciosa y encantadora joven a la que llamaban la Rosa de Tralee. Roto su corazón, lloró desconsolado y, en los días sucesivos, pasó mucho tiempo junto a la tumba de su amada.

Aunque más tarde se casó, tuvo hijos y emigró con su familia a Nueva York (1849), William nunca se recuperó de la muerte de Mary y regresó a Tralee años después. Para ella terminó su canción. Murió en 1864 con 44 años y, como había pedido, fue enterrado en el cementerio de Clogherbrien junto a la Rosa de Tralee.

The cool shades of evening their mantle were spreading,
And Mary, all smiling, was listening to me;
The moon through the valley her pale rays was shedding,
When I won the heart of the Rose of Tralee.

Though lovely and fair as the Rose of the summer,
Yet 'twas not her beauty alone that won me;
Oh no, 'twas the truth in her eyes ever dawning,
that made me love Mary, the Rose of Tralee.

In the far fields of India, 'mid wars dreadful thunders,
Her voice was a solace and comfort to me,
But the chill hand of death has now rent us asunder,
I'm lonely tonight for the Rose of Tralee.

She was lovely and fair as the rose of the summer,
Yet 'twas not her beauty alone that won me;
Oh no, 'twas the truth in her eyes ever dawning,
that made me love Mary, the Rose of Tralee.

(Las sombras frescas del atardecer iban extendiéndose,
y Mary, sonriéndome radiante, me escuchaba.
La luna, a través del valle, iba apagando su luz clara,
cuando conquisté el corazón de la Rosa de Tralee.

Encantadora y hermosa como la rosa del verano
no fue, sin embargo, su belleza sólo lo que me ganó;
Oh, no, fue la sinceridad que siempre surgía de su mirada
Lo que me enamoró de Mary, la Rosa de Tralee.

En los lejanos campos de la India, truenos en medio de terribles guerras,
Su voz era alegría y consuelo para mí,
Pero la mano fría de la muerte ahora nos ha desgarrado,
Y estoy solo en la noche sin la Rosa de Tralee.

Encantadora y hermosa como la rosa del verano
no fue, sin embargo, su belleza sólo lo que me ganó;
Oh, no, fue la sinceridad que siempre surgía de su mirada
Lo que me enamoró de Mary, la Rosa de Tralee.)

La romántica y melodramática historia se hizo popular en toda Irlanda, y los versos de William Mulchinock se convirtieron en todo un himno al amor. Dejemos al margen el cursi concurso de belleza creado en conmemoración de ella, festivales y souvenirs, y quedémonos con las preciosas baladas que han originado las estrofas de Mulchinock. Particularmente, me quedo con la versión más breve del grupo Nightnoise incorporada a su álbum Shadow of Time, donde Tríona Ní Dhomhnaill y su piano nos transportan a otro mundo. Después de muchos años aún recuerdo aquel recital que dieron en el Teatro de la Maestranza de Sevilla. Hermosísima también la interpretación de The Outlanders.

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