sábado, septiembre 10, 2011

Acteón y Ártemis


Diana y Acteón, Tiziano. Galería Nacional de Escocia

Refiere Ovidio en sus Metamorfosis (III, 138-252) que, estando la diosa Ártemis bañándose en compañía de las ninfas de su cortejo en un bosque del valle Gargafia, topó casualmente con la deliciosa escena el joven Acteón, hijo de Aristeo, nieto del rey Cadmo de Tebas y diestro cazador, que había dado por finalizada una cacería con el sol de mediodía. Al ver al muchacho, las ninfas, desnudas como estaban, comenzaron a golpearse los pechos y a dar alaridos mientras intentaban ocultar el cuerpo de la diosa virginal, presa del rubor.

Qui color infectis aduersi solis ab ictu
nubibus esse solet aut pupureae Aurorae,
is fuit in uultu uisae sine ueste Dianae…

No pudiendo alcanzar al intruso con sus flechas, Ártemis sacudió agua contra su rostro y, acto seguido, de la cabeza de Acteón brotó la cornamenta de un longevo ciervo, y todo su cuerpo se fue transformando en dicho animal:

Dat sparso capiti uiuacis cornua cerui,
Dat spatium collo summasque cacuminat aures
Cum pedibusque manus, cum longis bracchia mutat
Cruribus et uelat maculoso uellere corpus...

Huye Acteón al ver reflejada su nueva imagen en el agua sorprendiéndose de su repentina velocidad; y cuando quiere articular palabras, salen de su boca mugidos. Derramando lágrimas se preguntó entonces qué podía hacer, si volver a palacio o internarse en los bosques; y en tanto, sus propios perros lo descubren. Incapaces de reconocerlo, se precipitan sobre su amo en desenfrenada carrera por riscos y peñascos hasta que al fin le dan alcance. Sus compañeros de caza, desconocedores de lo sucedido, llaman a Acteón para que asista al espectáculo de la captura de la inesperada presa, pero éste no llega. La cólera de Ártemis no quedó saciada hasta ver devorado al ciervo.

Perdido su dueño, la jauría no cesó de buscarlo hasta llegar a la casa del centauro Quirón, que había enseñado al mozo el arte de la caza y que, para consolar a los canes, modeló una estatua con la imagen del muchacho. Cuentan algunos que su muerte no fue propiciada por Ártemis sino por el propio Zeus, quien lo castigó por robarle el amor de Sémele. Y otros que Ártemis, diosa ella misma de la caza, envidiaba las habilidades cinegéticas de Acteón. 

En 1844 Jules Perrot creó el ballet Esmeralda, inspirado en la obra de Víctor Hugo Nuestra Señora de París, popularmente conocida como El jorobado de Notre Dame. Una versión de 1886 agregó a la obra varios "bailables", entre ellos el pas de deux de Diana y Acteón, que pretende hacernos ver la rivalidad entre la diosa y el héroe. He encontrado estos vídeos de una representación en la que Rudolf Nureyev parece flotar en cada salto. 



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