domingo, agosto 28, 2011

Cannoli


No sabría decir cuáles me supieron mejor, si los cannoli de la pasticceria de la Via Roma de Marsala, que degusté sentado en la escalinata de la catedral, o los de la Antica Pasticceria del Convento de la Piazzetta de San Domenico en Érice, una de las creadas por la renombrada Maria Grammatico a su salida del Convento de San Carlos aprovechando los conocimientos de repostería que allí había adquirido (http://www.mariagrammatico.it/home/home.html); pero confieso que en ambos lugares repetí este riquísimo dulce siciliano que tiene como base la ricotta o requesón.
Se trata de un crujiente canuto de masa frita, elaborada básicamente con harina, mantequilla, polvo de cacao, huevo, azúcar y una cucharada de vino de Marsala (o vermut), que luego se rellena con el requesón bien tamizado al que se añaden azúcar, y unos trocitos de chocolate (también de pistacho o de calabaza confitada). Los cannoli se presentan habitualmente con el adorno de una raja de naranja igualmente confitada (o una guinda) y espolvoreados con azúcar pulverizada.
Al parecer se trata de un dulce asociado al Carnaval, aunque hoy se come en cualquier época, y es rara la pastelería siciliana que no los expone en sus vitrinas. Se considera herencia de los árabes, y su nombre procede de la caña (canna) en que primitivamente se enrollaba la masa para freírla (hoy en día se utilizan moldes de acero inoxidable). Por supuesto que hay casi tantas recetas como pastelerías o como cocineras. En algunos lugares aromatizan el relleno con vainilla, con canela o con cáscara de limón; en otros, con agua de rosas…; los hay más grandes o más pequeños (cannulichi)… Por lo general, suelen tener unos 15 cm de largo y unos cinco de diámetro.
Si alguien se anima, no faltan recetas y vídeos en la red.


Es tan siciliano este dulce que en El Padrino III Don Altobello fue asesinado con una de estas delicias envenenada. Por cierto, la tarantella que acabáis de escuchar también aparecía en la película, en la boda de Connie Corleone.


C'è la luna ammenzu 'o mari

(Canción popular siciliana)


C'è la luna ammenzu 'o mari,
mamma mia m'a a maritari.
Figghia mia, a cu t'a a dari?
Mamma mia, pensici tu!

Si ti dugnu lu chianchiere,
iddu vai, iddu vene,
la sasizza a mano tene.
Se ci pigghia la fantasia,
ti sasizzìa, figghiuzza mia.


C'e' la luna ammenzu 'o mari...


Se ti dugnu lu fruttaiolo,
iddu va, iddu vene,
'nu citrolu 'n manu tene.
Se ci acchiappa 'a fantasia,
ti citriolìa, figghiuzza mia.


C'è la luna ammenzu 'o mari...


Si ti dugnu lu pompiere,
iddu vai, iddu vene,
e la pompa a mano tene.
Se ci pigghia la fantasia,
poi ti pompea, figghiuzza mia


C'e' la luna ammenzu 'o mari...

Se ti dugnu lu gelataio,
iddu va, iddu vene,
e lu cono a manu tene.
Se ci acchiappa la fantasia,
te fa leccare o cono a tia.


C'è la luna ammenzu 'o mari...


Si ti dugnu n'autista,
iddu va, iddu vene,
e lu cambio a mano tene.
Se ci pigghia la fantasia,
la marcia cangia, figghiuzza mia.


C'e' la luna ammenzu 'o mari...


Io te dugnu un piciotte a tia
beddu e ricco assai
che te vole tanto bene,
notte e ghiuorno vole a tia
pe vasarte figghia mia.

Está la luna en medio del mar
(Canción popular siciliana)


Está la luna en medio del mar,
Mamá, me quiero casar.
Hija, ¿a quién te voy a dar?
Mamá, ¡encárgate tú!


Si te doy el carnicero,
él va, él viene,
la salchicha en la mano tiene.
Si se encapricha,
te da la salchicha, hija mía.


Está la luna en medio del mar...



Si te doy el frutero,
él va, él viene,
un pepino en la mano tiene.
Si se encapricha,
te da el pepino, hija mía.


Está la luna en medio del mar...


Si te doy el bombero,
él va, él viene,
y la bomba en la mano tiene.
Si se encapricha,
te da la bomba, hija mía.


Está la luna en medio del mar...


Si te doy el heladero,
él va, él viene
y el cono en la mano tiene.
Si se encapricha.
te hace lamer el cono a ti.


Está la luna en medio del mar...


Si te doy el conductor,
él va, él viene,
y la palanca de cambios en la mano tiene.
Si se encapricha,
la marcha cambia, hija mía.


Está la luna en medio del mar...


Yo te doy un chico
muy guapo y muy rico
que te quiere mucho,
noche y día te desea
para besarte, hija mía.


Letra y traducción tomados de italetras.com

viernes, agosto 26, 2011

Orfeo y Eurídice

Orfeo y Eurídice, Rubens, Museo del Prado

Cuenta Virgilio en el libro IV de sus Geórgicas que, apesadumbrado Aristeo por la pérdida de sus abejas, se quejó amargamente a su madre, la ninfa Cirene, ante las fuentes del río Peneo en cuyo fondo habitaba. Compadecida ésta, hizo que se abrieran las aguas para que su hijo penetrara en las profundidades y la escuchara: sólo el adivino Proteo, el viejo dios marino que apacentaba las manadas de focas de Poseidón, podría dar una solución a sus males, aunque antes era preciso echarle el lazo en su escondrijo evitando que escapara con sus múltiples transformaciones. Bien atenazado por el diestro pastor, Proteo emitió un claro mensaje: era la desgracia de Orfeo, hijo de Eagro y la ninfa Calíope, uno de los argonautas y el más diestro poeta y tañedor de lira, la causa de su propia desgracia, ya que accidentalmente había provocado la muerte de su esposa Eurídice, que había sido mordida por una culebra mientras él la perseguía por el campo víctima de oscura pasión. Orfeo incluso había descendido a los infiernos y había conseguido ablandar con su dulce canto a sus moradores (la rueda de Ixión deja de girar, la roca de Sísifo queda en equilibrio, las Danaides dejan de llenar su tonel sin fondo…), consiguiendo de Hades y Perséfone el regreso de su amada a la vida. Una sola condición le puso la diosa, que no volviese la vista atrás en el camino de regreso. Pero imprudente, Orfeo se detuvo al borde mismo de la luz, giró su cabeza, y su esposa se deshizo como el humo en la brisa para no volver más:

illa “quis et me” inquit “miseram et te perdidit, Orpheu,
quis tantus furor? en iterum crudelia retro
fata uocant, conditque natantia lumina somnus.
iamque uale: feror ingenti circumdata nocte
inualidasque tibi tendens, heu non tua, palmas”.
(VERG. georg. 4, 494-498)

Durante siete meses se dice que lloró Orfeo al pie de una roca junto a las aguas del Estrimón compadeciendo a bestias y árboles con su canto lastimero. Desesperado, marchó a las tierras hiperbóreas, al helado Don y a las montañas de Escitia, siendo finalmente víctima de las madres de los cícones de Tracia, molestas por esta devoción a su esposa en el momento en que se hacían los rituales orgiásticos en honor de Dioniso. En su delirio, las ménades desgarraron el cuerpo de Orfeo y esparcieron sus pedazos, pero incluso entonces, mientras su cabeza flotaba en la corriente del Hebro, su boca y su lengua frías gritaban hermosamente el nombre de su amada, que repetían haciendo eco las riberas. Algunas tradiciones cuentan que el enfado de las tracias se debió a que Orfeo, no queriendo trato con mujeres, se rodeaba de muchachos, por lo que algunos lo consideran “inventor” de la pederastia. Otras, que, a su regreso de los infiernos, había instituido un culto basado en sus experiencias subterráneas en el que no admitía a aquéllas…

Cirene aconsejó a su hijo que agasajara con sacrificios a las ninfas que habían causado la enfermedad de sus abejas, pues la desgraciada Eurídice había formado parte del cortejo de las dríades, y que hiciera ofrendas fúnebres a Orfeo. Milagrosamente, de las entrañas licuadas de los bueyes sacrificados brotaron las abejas bullendo entre las costillas, arremolinándose en el aire y apiñándose en las ramas de los árboles.

Por lo que se refiere a la cabeza de Orfeo, llegó junto con su lira hasta la isla de Lesbos, cuyos habitantes le erigieron una tumba, de donde a veces salía el sonido del instrumento, lo que explica que Lesbos fuera la tierra por excelencia de la poesía lírica. No es ésta tampoco la única tradición sobre sus restos… Finalmente, la lira del cantor fue transportada al cielo y quedó convertida en constelación, mientras su alma pasó a habitar los Campos Elíseos donde, vestida de blanco, deleita con su música a los bienaventurados.

Orfeo, Gustave Moreau, Musée d´Orsay (París)
Como era inevitable, muchos músicos han recurrido a este mito como argumento de sus composiciones, pero quizá la obra más conocida al respecto sea la ópera Orfeo ed Euridice, de Christoph Willibald von Gluck, con libreto de Calzabigi, estrenada en 1762. Las diferentes revisiones y transformaciones que ha sufrido nos hace encontrar todo tipo de Orfeos: castrati, tenores, barítonos... La mezzosoprano española Teresa Berganza interpretó la famosa aria “Che farò senza Euridice?” del acto III de manera verdaderamente conmovedora.

Vídeo subido por llunatiq. Gracias

Che farò senza Euridice?
Dove andrò senza il mio ben?
Che farò?
Dove andrò?
Che farò senza il mio ben?
Dove andrò senza il mio ben?
Euridice! Euridice!
O Dio! Rispondi!
Rispondi!
Io son pure il tuo, fedele!
Io son pure il tuo, il tuo!
Che farò senza Euridice?
Dove andrò senza il mio ben?
Che farò?
Dove andrò?
Che farò senza il mio ben?
Dove andrò senza il mio ben?
Euridice! Euridice!
Ah! Non m'avanza
più soccorso, più speranza
nè dal mondo, nè dal ciel!
Che farò senza Euridice?
Dove andrò senza il mio ben?
Che farò?
Dove andrò?
Che farò senza il mio ben?
Dove andrò?
Che farò?
Che farò senza il mio ben?
Senza il mio ben?

domingo, agosto 21, 2011

Manhâ de Carnaval


Entre los preciosos temas con que anoche, al abrigo del Levante y con el prodigioso espectáculo de los rayos cayendo sobre la Bahía, nos deleitó la cantante gaditana Mariló Rico en su concierto de bossa nova en la acogedora terraza de La Canela, en el Baluarte de Candelaria, se encontraba el inolvidable Manhã de Carnaval, de Luis Bonfá y Antõnio Maria, perteneciente a la banda sonora de la película Orfeo negro (1959).
Esta coproducción brasileña, francesa e italiana, dirigida por Marcel Camus, contribuyó quizá como ninguna otra a dar a conocer mundialmente la música popular carioca. Basada en la obra teatral Orfeu da Conceição del poeta y músico Vinícius de Moraes, constituye una adaptación del mito griego de Orfeo y Eurídice al ambiente del carnaval de Río.
La hermosa campesina Eurídice (Marpessa Dawn) llega a la ciudad en vísperas de las fiestas huyendo de un abominable pretendiente e invitada por una prima que vive en un arrabal de favelas. En medio del frenesí de la samba que domina las calles, llega a su destino en un tranvía que conduce Orfeo (Breno Mello), un músico muy querido por el poder de seducción de sus canciones. La incipiente relación amorosa entre ambos se ve obstaculizada por los celos de la novia del joven y, en medio del vértigo del carnaval, tiene lugar un fatídico desenlace. Orfeo, que es capaz de embelesar a todos con sus cantos, queda desarmado ante su aciago destino.

Todavía recuerdo como, siendo un adolescente, después de ver casualmente esta película una tarde de verano en televisión, quedé entusiasmado al contemplar el cartel que la anunciaba en el cine del pueblo. A mis amigos aquello les pareció un tremendo rollo, y poco pude mostrar entonces la profunda emoción que sentí tras disfrutar de sus escenas en la gran pantalla. Más adelante supe que en el mismo año de su estreno Orfeo negro había ganado la Palma de Oro del Festival Internacional de Cine de Cannes, y en 1960 el Óscar a la mejor película de habla no inglesa. El destino hizo que sus protagonistas murieran el verano de 2008 con la escasa diferencia de un mes.
Aunque la canción Manhã de Carnaval ha sido mil veces interpretada, me quedo con esta versión de Nara Leão (1942-1989), la llamada “Musa de la bossa nova”, quien la incorporó a su disco Live, canta e toca (1988).

Manhã, tão bonita manhã
Na vida, uma nova canção

Cantando só teus olhos
Teu riso, tuas mãos
Pois há de haver um dia
Em que virás
Das cordas do meu violão
Que só teu amor procurou
Vem uma voz
Falar dos beijos perdidos
Nos lábios teus

Canta o meu coração
Alegria voltou
Tão feliz a manhã
Deste amor

miércoles, agosto 17, 2011

Érice (II)

Soneto a Venus Ericina

Del poeta Nino Fici Li Bassi (Marsala, 1889-1966). La inscripción cuelga en una de las fachadas del castillo de Venus.


BALZA SUL MONTE L'ORA MATTUTINA
ED IL TEMPIO CHE SVETTA SOLITARIO
AD ORIENTE APPARE IN UN VELARIO
D'ORO E NE BRILLA IL CIELO E LA MARINA.

TENERA E BIANCA VENERE ERICINA
SBOCCIA LUCENTE, NEL SUO MARMO PARIO,
SUL GRANDE ALTARE, MAGICO ROSARIO
VIVO DI OLEZZI E TREMOLII DI BRINA.

ECCO UN FRULLO DAL MARE: IL LUNGO VOLO
DELLE COLOMBE SACRE A CITEREA
S'ALZA SUI MIRTI DEL MONTANO SUOLO.

E SI SPANDE UNA DOLCE MELOPEA
APPENA GIUNGE IL PALPITANTE STUOLO
MESSAGGERO D'AMORE PER LA DEA.

lunes, agosto 15, 2011

Érice (I)

El nacimiento de Venus, Adolphe-William Bouguereau (1879), Musée d'Orsay, París

El templo de Afrodita en Érice
Cuenta Apolonio de Rodas en sus Argonáuticas (9, 910 ss.) que cuando la nave Argo se aproximaba a la isla de Antemesa (probablemente la actual Capri), sus tripulantes estuvieron a punto de echar amarras en la ribera seducidos por las Sirenas, que hechizaban con su dulce canto a quienes allí se acercaban para posteriormente devorarlos. Una melodía de la lira de Orfeo les permitió abstraerse del funesto son; sólo Butes, enardecido por el mismo, se precipitó al mar desde su banco de remos y nadó queriendo alcanzar la orilla. Afortunadamente para él, cayó en gracia a Afrodita, quien lo puso a salvo, permitiéndole habitar en Lilibea (identificada hoy con Marsala, en la costa occidental de Sicilia) y disfrutar de sus “encantos”. Fruto de la unión del mortal y la diosa nacería el héroe Érix, que dio nombre a la montaña siciliana célebre por el santuario de Afrodita que la coronaba y que él mismo ordenó construir (Diodoro Sículo, 4, 83). Este Érix pereció tiempo después a manos de Heracles quien, en su viaje de regreso a Grecia tras la captura de los bueyes de Gerión perdió a uno de los animales en Regio (Calabria) y hubo de ir a buscarlo a la tierra lilibea, donde encontró la insensata oposición del legendario rey de los élimos, el cual, seguro de su victoria, tuvo la osadía de apostarse su reino contra la vacada pastoreada por el hijo de Zeus. Virgilio hace a Érix hermano de Eneas, y Tucídides considera a los élimos descendientes de refugiados troyanos.
El templo de Afrodita Ericina del monte Éryx o Érice, en cuya construcción se hace intervenir al mítico arquitecto Dédalo (Diodoro Sículo, 4, 78), era tenido por Pausanias en su Descripción de Grecia (8, 24, 6) por veneradísimo desde antiguo y de riqueza no inferior al de Pafos. Polibio dice de él en sus Historias (1, 55) que ocupaba el llano de la cumbre del monte y que era sin discusión el más famoso en riqueza y en magnificencia de los templos de Sicilia. En cuanto a la ciudad, refiere que tenía un ascenso muy largo y escarpado desde todas partes, y que estaba situada al pie de la cumbre.
Antiguo enclave dedicado a la fenicia Astarté, las sirvientas del templo o hieródulas practicaban la prostitución ritual según se desprende de la lectura de Diodoro, quien hace hincapié en el tono licencioso, más que solemne, con que se daba culto a la diosa:
Cuando los cónsules, los generales y todos los que ostentan algún cargo llegan a la isla, se acercan hasta Érice y honran el recinto de la diosa con sacrificios y ofrendas, y tras despojarse de las insignias de su dignidad, se entregan muy alegremente a gozosos tratos con las mujeres, en la idea de que sólo así será grata a la diosa su presencia.
Al parecer, en un principio, estas hieródulas habían sido las doncellas que iban a contraer matrimonio y se ofrecían a comerciantes y marineros extranjeros a cambio de una suma de dinero, lo que garantizaba a unos la protección divina y a otras lo necesario para reunir su dote. El acto sexual en honor de la diosa proporcionaría al tiempo fertilidad a las mujeres y a la tierra, y por tanto redundaría en prosperidad general. Con este sentido se practicaba la prostitución sagrada en el templo gemelo de Sicca Veneria (hoy El-Kef, a 160 km de Cartago) según Valerio Máximo (2, 6, 15). Se dice que el culto incluía la cría de palomas sagradas, en cuya suelta se reunían en Érice miles de peregrinos para unas fiestas que duraban nueve días, el tiempo que tardaban en regresar del mencionado templo africano.
Por su parte, Estrabón (6, 2, 6) refiere que Érice tenía un templo de Afrodita "especialmente venerado", lleno de esclavas sagradas que habían sido ofrecidas en cumplimiento de un voto tanto por los habitantes de Sicilia como por mucha gente de fuera. En su tiempo, en la ciudad y en el santuario escaseaban los hombres, y la mayoría del personal consagrado había desaparecido. El santuario contenía un templo rodeado de un pórtico y gozó de gran estima en época romana. De hecho, en el 217 a. de C., en un momento crítico de la II Guerra Púnica, los oráculos sibilinos aconsejaron a los romanos pedir ayuda a Afrodita de Érice, a quien luego se consagraron templos en Roma.

Acantilados de Érice. Al fondo, el llamado castillo de Venus
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