jueves, diciembre 24, 2009

Navidad









Il presepe Cuciniello

La ruidosa Nápoles bien merece un viaje por las maravillas que se encuentran en ella y sus alrededores. En pleno mes de julio disfruté de unas Navidades anticipadas visitando la calle de San Gregorio Armeno, la colección de San Lorenzo, el Belén del Palacio de Caserta o este "Presepe Cuciniello" que se expone en una de las salas de las cocinas de la Cartuja de San Martín, en lo alto de la ciudad. Fue donado en 1877 por el arquitecto y comediógrafo Michele Cuciniello, que dos años más tarde se ocuparía de su montaje con la ayuda de Luigi Farina, para la ejecución del peñasco en madera, corcho y cartón pintados a la témpera; del arquitecto Fausto Niccolini, que se ocupó de la preciosa iluminación cenital; y del escenógrafo Luigi Massi, que pintó el paisaje y la cúpula celeste. Esta escenografía teatral, entre barroca y rococó, es un espléndido marco para la fiesta arcádica, al tiempo sagrada y profana, que contiene el pasaje de la Natividad, dispuesta en el centro de la composición y sobre la que se levanta una gloria de ángeles (a la cabalgata de los Magos le sigue la banda de música oriental tan del gusto napolitano), la Anunciación a los pastores y la taberna, repleta de todo tipo de alimentos. El modelado de las figuras y las vestimentas son auténticas filigranas.

¡Que disfrutéis con las fotos, y Feliz Navidad!

miércoles, diciembre 23, 2009

Medina Sidonia en la Guerra de la Independencia (VII)





Navidades hace 200 años en Medina


Una vez que los ejércitos españoles fueron derrotados en la batalla de Ocaña el 19 de noviembre de 1809, era cuestión de poco tiempo que las poderosas tropas francesas se adueñaran de Andalucía. A pesar de todo, la Suprema Junta Central no podía renunciar a su defensa, y para ello era necesario cubrir, entre otras, las necesidades de los hombres dispuestos en los pasos de Sierra Morena. El 6 de diciembre dictó una orden que obligaba, sin distinción de personas, al préstamo forzoso de la mitad del oro y plata labrada que tuvieran en su posesión los particulares con el fin de acuñar moneda. Leídas en el cabildo del Ayuntamiento de Medina Sidonia la orden y la instrucción que la acompañaba, se acordó cumplirla en el plazo de 8 días que se decretaba, y se comisionó al regidor don Pedro de los Hoyos para que, ayudado por un artista platero, recibiera las declaraciones juradas de los vecinos, comprobara el peso declarado y recogiera los efectos o el dinero equivalente. En caso de que no se quisieran entregar las piezas, se podían redimir ofreciendo 20 reales por onza de plata y 320 por onza de oro. Estaban exentos de declaración los adornos mujeriles, y se podía suplir el préstamo por la entrega gratuita de un tercio de lo que se poseyera. Todos los asidonenses que se vieron afectados por la orden (casi 70) prefirieron acogerse al donativo, probablemente pensando que era preferible perder un tercio a arriesgar la mitad cuando la fortuna del Estado era tan adversa y tan poco sólidas las garantías que podía ofrecer. Pero muy pocos quisieron entregar sus cubiertos, jícaras y bandejas de plata antes de la cena de Nochebuena, los más prefirieron presentar sus declaraciones después de la fiesta de Año Nuevo.
El padre fray Miguel del Espíritu Santo, religioso de los carmelitas y presidente del hospicio que éstos tenían establecido en la ciudad junto al Arco de Belén, se presentó ante el comisionado y le refirió que una persona le había dado en el confesonario una pieza abollada de plata, la cual quería que se entregase de donativo gratuito a la Patria para las urgencias en que se hallaba. Se trataba de una especie de candelero o peana de custodia que, una vez reconocida, resultó pesar nueve onzas y no las nueve y media que había declarado el padre fray Miguel.
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