jueves, septiembre 10, 2009

Sorolla


















Sorolla en Madrid
Leo hoy en la prensa que finaliza esta noche la gran muestra sobre la obra de Joaquín Sorolla que ha tenido lugar en el Museo del Prado. Han sido 450.000 los visitantes que han pasado por las nuevas salas del museo destinadas a las exposiciones temporales, la convocatoria más exitosa de la última década. En palabras de Blanca Pons Sorolla, nieta del pintor, que extraigo del catálogo editado con motivo de la misma: "La rigurosa selección de obras llevada a cabo para esta muestra, en la que se reúnen por primera vez todos los cuadros que marcaron los hitos de su carrera artística, es sólo una pequeña parte, aunque la más sólida, de su abrumadoramente numerosa producción". En efecto, además del conjunto de grandes lienzos que, en su última etapa, pintó para la Hispanic Society of America por encargo de su creador Archer Huntington (su Visión de España), allí pudimos contemplar ¡Aún dicen que el pescado es caro! (que espera hace años su definitiva ubicación en la pinacoteca madrileña), La vuelta de la pesca del Musée d´Orsay, Cosiendo la vela (prodigio de luz y composición que aturde a los visitantes de la Galleria d´Arte Moderna di Ca´Pesaro de Venecia), la desgarradora escena de ¡Triste herencia! (en la que un hermano de San Juan de Dios ayuda a unos niños pobres tullidos a meterse en el mar), el delicioso Desnudo de mujer (homenaje a la Venus del Espejo de Velázquez, para el que posó como modelo su propia esposa), los retratos de Beruete, Galdós, Echegaray, del fotógrafo danés Christian Franzen, de su hija María (como labradora valenciana, convaleciente en El Pardo o en los jardines de La Granja), de su amada mujer (Clotilde con traje negro, Paseo a la orilla del mar), El sol de la tarde, Niños en la playa, El baño del caballo, La bata rosa... Todo un derroche de luz, energía y vida, pues es vida, en sus diversas facetas, lo que transmiten las pinceladas del artista. Puede que hubiera recibido mejor sanción de muchos si hubiera insistido en la temática social y oscurecido su paleta; quizá se le pueda reprochar que su éxito le llevara a repetir estampas y situaciones para una clientela que no paraba de demandar su sorolla..., pero en la mayoría de los casos la pintura del valenciano es un ejercicio de verdad, de amor a su "arte", de desafío a los convencionalismos pictóricos..., un disfrutar pintando, una continua lucha por ofrecer nuevas perspectivas del asunto, un ensayo de modernidad.
Siempre que puedo cuando viajo a Madrid, paso un buen rato en la casa del pintor, un oasis cercano a la Castellana en la calle de Martínez Campos. Paralelamente a la exposición del Prado ha tenido lugar aquí una muestra de algunos de los bocetos realizados por el artista en su larga peregrinación por España para reflejar su visión del país, e incluso se ha proyectado la emotiva película Cartas de Sorolla, protagonizada por José Sancho.
Entrar en esta casa-museo, de cuyas paredes cuelgan óleos inacabados, pequeños bocetos, retratos de sus hijos, paisajes amados..., sentarse en sus frescos jardines mientras susurran sus fuentecillas, adentrarse en las habitaciones familiares y, finalmente, visitar el impresionante estudio del maestro es una experiencia que recomiendo.
En la foto muestro un rincón del estudio. A la derecha, el retrato inacabado de la esposa de Ramón Pérez de Ayala.

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