domingo, mayo 31, 2009

José Emilio Pardo (XIII)




Calle de la Escolta a orillas del río Pasig. Grabado publicado en La Ilustración Española y Americana (1872)


La vida en Manila

Tardó un poco José Emilio en cogerle el gusto a la vida en Manila. Al principio se quejaba de que la ciudad ofrecía pocas diversiones, prefería incluso quedarse en el barco a "andar por el fango de las calles o gastarse un dineral en carruajes para no ver nada". En la Numancia la comida era ahora “un convite diario” y en las partidas de tresillo era “uno de los maestros". Sin embargo, una vez cobrada una de las cuatro pagas que se debía a la oficialidad y después de las fiestas ya descritas, Pardo se animó a incorporarse a la rutinaria vida social de la colonia. Refiere a sus padres en carta de 7 de octubre:

Entre cuatro amigos tenemos una casa que gana treinta duros por ser muy grande, cómoda, fresca y en buen sitio. Cada uno tiene su criado. Yo me levanto a las siete de la mañana y doy un paseo como desde casa al huerto[1]
; luego voy al casino y tomo café con leche y bizcochos; se ve el diario, vuelvo a casa, me lavo y, a las once, almuerzo en la fonda; de doce a cuatro duermo. A las cinco me baño y me visto para comer, que es a las siete en la misma fonda; de siete a nueve paseo en carruaje; a las nueve al casino, hasta las diez o las once, que se toma té y a dormir; con este método que sigo desde que llegué aquí me va perfectamente; se pasan tres días en tierra y uno a bordo.[1] Entendemos la Huerta de Cigarra, en Medina Sidonia.

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